Bandera y harapos se titula el libro de la periodista Gabriela Selser. En él narra sus vivencias en la Cruzada Nacional de Alfabetización y posteriormente los conflictos armados entre sandinistas y contras.
El Aula Magna César Jerez de la Universidad Centroamericana (UCA) estuvo a rebosar de periodistas y estudiantes interesados en los acontecimientos que rodearon la Revolución Popular Sandinista. En el evento se presentó el libro “Banderas y Harapos” de Gabriela Selser, cuya vida llena de duras experiencias no deja de impresionar a los más jóvenes.
En el evento estuvo como moderador el escritor Sergio Ramírez acompañado de la terapeuta Martha Cabrera, quien hizo mucho énfasis en el sesgo emocional que dejó la guerra a las personas involucradas.
Una vida de entrega
Gabriela Selser, hija del periodista y escritor Gregorio Selser, vino a Nicaragua cuando tenía 18 años. El triunfo de la Revolución era latente todavía. Fueron muchos los extranjeros osados y aventureros (como Susan Meiselas y Bill Gentile) que vinieron al país en los años más duros de la Revolución, pero a diferencia de ellos, ella vino sin pensar que 36 años después estaría aquí todavía.
Al llegar al país, se une como brigadista de la Cruzada Nacional de Alfabetización. Posteriormente, trabaja como corresponsal de guerra.
Gabriela Selser nunca dejó su diario de campo, en el cual mantuvo vivas todas las memorias de lo que pasaba en aquella Nicaragua dividida. Años después, gracias a sus diarios y a la larga búsqueda en centros de historia y hemerotecas, publica su libro “Bandera y Harapos” que se suma a las pocas memorias que cuentan un pasado de la Revolución que no figura en ningún libro de historia.
El libro de narrativa periodística, pero que mantiene su esencia literaria, cuenta las vivencias de Selser en la Cruzada Nacional de Alfabetización y luego como corresponsal para el diario Barricada.
El papel de los jóvenes en la memoria
La gran presencia del público joven demostró el interés de este sector por el pasado histórico de su país. Martha Cabrera, quien estuvo como comentarista, manifestó lo que ella llama “el silencio después de la guerra”. Los traumas que vivieron los hombres y mujeres de los dos bandos que se disputaban, nunca fueron exteriorizados. Ella afirma que posterior a los noventa, se silenció por parte de los protagonistas aquel hecho que marcó sus vidas. Este silencio no solo los afectaba a ellos mismos, también se ha vuelto una carga para las nuevas generaciones que no tienen claro qué fue lo que pasó.
Sergio Ramírez, quien fue parte de la Junta de Gobierno en los años 80, exhortó a todas las personas que vivieron esa época a escribir sus memorias. No es necesario ser escritor, dijo. La importancia de escribir sobre estos años turbulentos no solo radica en aportar un grano más para la reconstrucción de las memorias, sino en usar la escritura como una manera de sanación para quien lo hace.
Muchas de los presentes que vivieron en carne propia la Revolución y sus años posteriores, se mostraron entregados a emprender la misa faena que Gabriela Selser: sacar los viejos y amarillentos diarios y disponerse a reconstruir un pasado difícil, pero que es primordial para sanar y entender nuestro presente.
Escrito por Franklin Villavicencio