Desde antes de que los niños y las niñas tengan conciencia de sí, nos encargamos de limitar su existencia en el mundo alrededor de dos patrones que aplauden la valentía en los niños, pero tachan de «marimachas» a las niñas aventureras.
¿A qué juegan las niñas si no es al fútbol, a las superheroínas o las carreras? Fácil: a ser madres.
En nuestro país es muy común que las niñas reciban un «pelón» como regalo; un bebé de plástico —generalmente de ojos claros— que deberán cuidar como si se tratara de una criatura con vida. En el peor de los casos el «juguete» vendrá acompañado de un cochecito, una pacha o llorará «como un niño de verdad».
A juzgar por los artículos para niñas más comunes en los estantes de las jugueterías pareciera que el destino de toda mujer es convertirse en madre, ama de casa y, por si fuera poco, con medidas perfectas. Es como si desde pequeñas se les enseñara que la maternidad es un destino del que no pueden huir, lo cual resulta irónico en un país con la tasa embarazo en adolescentes más alta de la región.
Para la psicóloga y pedagoga Izamar Montenegro, «los juguetes no sexistas son una herramienta clave para enseñarles [a las niñas y a los niños] a relacionarse sin excluir o minimizar al género contrario». Montenegro también explica que, aunque se trate de juegos, los roles que les son impuestos a través de los juguetes repercuten en cómo entenderán las relaciones entre hombres y mujeres. Por esa razón los juegos deben servir para reafirmar las preferencias y gustos de los niños y las niñas —sin importar cuáles sean— con el fin de fortalecer su confianza y autoestima.
Carritos para las niños, muñecas para las niñas. Juegos de construir, crear y crecer para ellos; juegos de cuidar, cocinar y verse bien para ellas. Los juguetes enseñan a los niños a ser fuertes y a las niñas a ser débiles.
¿Qué papel juegan las madres y los padres?
El artículo 15 del Código de la Niñez y la Adolescencia de Nicaragua dice que todas las niñas y los niños tienen el derecho a la libertad sin mayores restricciones que las establecidas por la ley. Este derecho abarca, entre otros, la libertad de pensamiento, conciencia, opinión y expresión. Por esta razón los padres y madres deben favorecer roles respetuosos entre los géneros y promover la cooperación igualitaria no limitando a los niños y niñas en un papel determinado.
Te compartimos un video de She Culture, un proyecto que promueve el fin del carácter sexista de los juguetes que realizó 5 cortos sobre la sexualización del juego con el objetivo de visualizar cómo los juguetes refuerzan o contribuyen a superar los estereotipos tradicionalmente relacionados a los roles de género.