Hay muchos juegos que decidimos jugarlos para comprobarle a los demás lo valiente, lo capaces y lo intrépidos que somos. También a veces participamos para vencer nuestro miedo interno y demostrarnos a nosotros mismos nuestras capacidades. Sin embargo, muchas dinámicas están construidas bajo una serie de parámetros que inducen a la violencia, el bullying y a la discriminación.
A continuación les compartimos una serie de juegos que pensándolo bien, son casi torturas a las que nos sometemos cuando somos adolescentes. Muchas de ellas, son actividades que vienen de generación en generación, juegos que desde hace muchos años nuestros padres jugaban en sus barrios. Hoy en día, si bien es cierto los celulares y el internet han desplazado este tipo de actividades colectivas, se continúan jugando en plazas, parques y barrios de nuestro país.
La zopilotera:
Es una especie de juego/castigo que se le aplica a un mal jugador, alguien que hizo que su equipo perdiera, que dijo una grosería o sencillamente porque al líder del grupo decidió que le «cayera la zopilotera». Por lo general, todas las personas que participan se avalanchan sobre la señalada, pegándole palmadas en la cabeza hasta que les parezca suficiente.
«Varias veces quedé con dolor de cabeza, pues el chavalo que se dedicaba a hacer bullying en el colegio, siempre me agarraba a mi de encargo», nos cuenta Marcos a sus 23 años.
«A mí una vez me cayó la zopilotera por poner quejas a la profesora que dos chavalos se querían copiar de mi examen», recuerda Xochilt de 17 años.
Quemones en el brazo:
Es todo un reto. Dos personas empiezan a pegarse sobre el antebrazo únicamente con dos dedos. El perdedor es quien se retira primero del juego. Es bastante popular en los recreos y para medir la hombría de muchos adolescentes. Las chicas también participan, pero con menor presencia.
Para Jazmín era una prueba de honor. «A mi me tocó jugar con el chavalo que aguantaba más, por que yo era la mejor de las mujeres. Al llegar a mi casa me castigaron por la cantidad de moretes que tenía en el brazo», nos cuenta.
Calzón chino:
Es una broma en donde te toman desprevenido por detrás y te jalan los calzones o calzoncillos. Se volvió popular a comienzos de los 90’s por la influencia de la televisión extranjera. Un juego que desencadena la violencia, pues quien es agredido buscará la manera de reinvindicarse ante los demás.
«Me acuerdo que cuando me lo hicieron me quedé sin aire del dolor que sentí, después de unos días me vengué haciendo a mi agresor», nos cuenta Juan de 19 años.
Macho parado:
También conocido como Quemados. Por lo general, una dinámica en la que dos personas se están tirando la pelota una a la otra, mientras los demás jugadores corren en medio de ellas para salvarse del pelotaso. La estrategia de las personas de ambos polos se basa en eliminar con pelotasos a cada participante que corre en medio. El juego se torna más violento entre menos personas hay en el juego.
«Una vez tuve que salir corriendo a mi casa del miedo que me daban las personas que querían pegarnos con el balón», nos contó Maryorit de 22 años.
¿Cuál jugaste vos? Te invitamos a dialogar sobre el tema con tus amigos, vecinos y familiares para evitar que sigamos normalizando juegos que provocan actitudes violentas que poco a poco van destruyendo nuestra autoestima y nuestras relaciones.
Comentairos 1