A sus 23 años Álvaro Arróliga descubre en la fotografía un canalizador de su opinión y sus ideales, aquí te contamos su historia.
Aunque actualmente vive en Texas, piensa viajar a Nicaragua con más frecuencia para ser parte de la comunidad artística del país y también exhibir su trabajo artístico, sobre todo porque actualmente está estudiando un postgrado en arte y también es maestro en una escuela pública.
Arróliga ya lleva unos cuatro años involucrado con la fotografía, y hace dos años que comenzó a enfocarse en las artes visuales como carrera.
Usando distintas técnicas visuales tiende a interpretar su protesta interna contra el racismo, la homofobia y el maltrato animal. Entre sus próximos planes está hacer un viaje a la Costa Caribe y fotografiar comunidades rurales y su gente pues la gente y los lugares son el eje de sus fotos.
Se considera un artista emergente, y ha tenido un par de exhibiciones grupales en el colegio comunitario de Mountain View, y su trabajo ha sido publicado en algunas revistas de arte y diseño local.
«La pasión por la fotografía nació por mi fascinación a la arquitectura que he tenido desde adolescente. Otra cosa que me cautivó fue las veces que mi familia me hablaba de la viaja Managua y fotografías que miraba sobre la ciudad como era», expresa.
También le gustaría fotografiar estructuras de edificios de antes del terremoto, pues siempre sintió que estos edificios estaban llenos de nostalgias e historias que le inspiraban cada vez que pasaba por ahí después de salir de clases en el Colegio Bautista de Managua.
Ahora con cámara en mano, trata de explorar patrones, formas peculiares de estructuras y cómo las personas reaccionan hacia estas. Por otro lado, le interesa el tema de trastornos mentales, y la manera en que las personas con estos diagnósticos perciben su entorno.
Asimismo, parte de su trabajo es una interpretación personal digital y abstracta de cómo avances en la tecnología y los medios de comunicación interfieren con el ser humano y su perspectiva de la realidad.
«Lo que extraño de Nicaragua, es un buen gallo pinto con queso desmoronado y simplemente la espontaneidad y poco despreocupada manera de vivir allá, a lo contrario de Estados Unido que la rutina y la monotonía te absorbe la mayor parte del tiempo», comenta.
Las escenas surreales, problemáticas sociales y hasta ocultismo (el uso de simbología esotérica o religiosa, ya sean figuras geométricas, o la representación de ojos cubiertos como una interpretación del poder o energías desconocidas que nos rodean) son otros temas que explora a través de su lente.