Música en los Barrios planea extender el alcance de las clases de flauta dulce y para ello buscan personas dispuestas a liderar desde su barrio o comunidad.
Actualmente el proyecto está presente en Managua: Linda Vista, Barrio René Cisneros, Sábana Grande, Laureles Sur, 14 de Septiembre, y San Juan de Oriente, Masaya, brindando clases de flauta dulce los sábados por la mañana. Los nuevos puntos de clases funcionarían los sábados por las tardes.
La idea es conseguir actores de cambio voluntarios, llamados «Responsables de Barrio», que estén dispuestos a liderar y acoger la iniciativa en sus comunidades o barrios.
Cabe destacar que el proceso de enseñanza no acaba en los barrios, es solo el inicio. Es en las oficinas centrales donde se ubica la escuela de música central.
Ahí los niños, niñas y jóvenes provenientes de los distintos barrios pueden optar por una beca para aprender instrumentos de tipo orquestal o nacional como: Violín, viola, cello, piano, guitarra, clarinete, flauta traversa, percusión menor, iniciación musical para los más pequeños, etc.
En la escuela el pensum se ha vuelto cada vez más completo, agregando las clases de solfeo e inglés, pues cada año reciben a maestros voluntarios de origen alemán que dedican un año de servicio de tiempo completo en Nicaragua, enseñando música, inglés y/o alemán a los estudiantes.
El inicio de un sueño
Cuando en 1993, una profesora alemana de la Universidad Agraria, llamada Dorothy Barnhouse, comenzó a dar clases voluntarias de inglés en la iglesia del barrio René Cisneros, se dio cuenta del talento musical oculto en los coros de niños y decidió junto al padre Ángel Torrellas, que dirigía el Centro Cultural de Batahola Norte, organizar clases de música. De ese hermoso intento salen los primeros maestros de flauta.
Entonces Dorothy buscó el apoyo del organismo alemán Pan y Arte para ampliar este embrión inicial y expandir las notas musicales por toda Managua. Para el 2000, Música en las Barrios ya era una realidad constituida oficialmente.
Según afirma Paola Moreiro, la directora del proyecto, quien comenzó como maestra en esta academia, ellos atienden un aproximado de 500 niños de diferentes edades, a los que imparten clases de cello, viola, violín, guitarra, piano, oboe y clarinete en las aulas de clase, también la flauta dulce se enseña en los barrios de Managua, el municipio de Ticuantepe y Ciudad Sandino.
Entre los barrios está el René Cisneros, Sabana Grande, Linda Vista, Roberto Clemente, Laureles Sur, Los Martínez y El Paraisito, allí las clases se imparten en las casas de personas que apoyan voluntariamente este proyecto, inician a los chavalitos por la senda alegre de la música a un costo módico de 5 ó 10 córdobas mensuales.
Es allí, en ese hervidero de talento, donde captan a los chicos que demuestran su dominio y amor a la música, a quienes becan para estudiar otros instrumentos, aunque nunca dejan de lado la flauta porque “estamos especializados en la flauta dulce, la miramos a nivel profesional como un instrumento orquestal”.
«Tenemos la dicha de poder empezar a ver el fruto de estos años y a través de las becas universitarias que ofrecemos dentro del proyecto, dos de nuestros profesores de flauta dulce son parte de la 1era generación de licenciados ya egresados en educación musical en la única universidad que ofrece la carrera de Educación Musical Artística en Nicaragua», expresa Moreira.
Uno de los momentos cumbre para Música en los Barrios es cuando al final de cada año realizan «El Gran Concierto», la actividad más representativa para el alumnado, ya que es donde se reúnen sin excepción todas las personas que estudian en el proyecto y hacen gala de sus talentos en una presentación en el Teatro Nacional Rubén Darío, lo que para muchos es una experiencia sin precedentes.
«Cada día que pasa estamos más seguros de que la labor rinde verdaderos frutos, que ha marcado la vida de tantos y tantos niños y niñas en nuestro país y que lo seguirá haciendo y ese es nuestro principal motor para seguir adelante», agrega.
Detrás de los pentagramas
Berny Centeno – Barrio Linda Vista Norte:
Berny lleva 3 años involucrada y para ella la meta es siempre mantener el interés de la niñez en la música, motivándolos e incentivándolos, pues a inicios de año siempre abre con muchos participantes y termina con muy pocos.
Lo más gratificante para Berny es ver cómo avanzan y que ella está involucrada en ese proceso de aprendizaje. «Antes del proyecto solamente era una ama de casa; una espectadora más, y una vez que entré, logré ser útil y servir a los niños o al menos puede sentir la satisfacción de ser útil”, agrega.
Según diferentes padres y madres, antes que hubiera responsable era como si no hubiera orientación y el alumnado no se preocupaba por llegar a clases. En cuanto se creo el puesto para la persona encargada que pudiera orientarlos, las cosas cambiaron para bien.
Maribel Urroz – Barrio Sabana Grande:
Música en los Barrios – Sabana Grande nace hace seis años a cargo de doña Maribel Urroz, quien ya tenía experiencia como líder en su comunidad gracias a la fundación con la cual trabaja.
Maribel decide ponerse en contacto con MelB ya que a ella siempre le ha gustado trabajar con niños y la comunidad y una semana después le aprobaron las instalaciones y recursos para iniciar el proyecto.
Fue ahí donde comenzó su desafío, pues tuvo que ir de puerta en puerta y buscar a la niñez y adolescencia de su barrio que estuviera interesada en aprender flauta dulce.
Pero el reto más grande fue crear conciencia en las diferentes comunidades a los familiares acerca de la importancia que tiene la música y la cultura en la vida de sus niñas y niños.
«Lo más gratificante es cuando miro que los niños empezaron de cero y después verlos en los conciertos y notar cómo se han desarrollado», comenta Maribel.
El cambio que ha notado en su barrio después del proyecto ha sido muy grande, ya que en conjunto con las demás disciplinas culturales que tiene el barrio, el alumnado del proyecto adorna con esmero todos los actos culturales y presentaciones que tienen.
Seyli López – San Juan de Oriente:
Música en los Barrios – San juan de Oriente nace hace tres años primeramente en Niquinohomo a cargo de Seyli López. «Inicia como un sueño, un sueño que parecía muy lejano y difícil de alcanzar», expresa.
Seyli siempre quiso que su comunidad tuviera acceso a la música, pero no a cualquier música, no a la música que se escucha en la radio, sino a la que une culturas, al arte y a la educación.
Los retos fueron muchos, pero sobre todo con los familiares, ya que a la niñez y adolescencia del área sí les interesa la música y aprender, pero sus familiares (sobre todo los padres y las madres) muchas veces no están interesados o no quieren tener la responsabilidad de llevarlos a sus clases.
Y entre las metas; la principal fue brindar una oportunidad para que se estudie música, ya que la comunidad es de muy escasos recursos, sobre todo porque en las cercanías no hay ninguna escuela de música.
Cabe señalar que a la escuela de música de San Juan de Oriente está en el centro de 4 pueblos, por lo cual sus estudiantes son de cuatro comunidades diferentes.
«No es hacer un ejército de músicos»
Pero en Música en los Barrios no solo enseñan un instrumento, también les dan clases de inglés a sus alumnos, quienes deben cumplir algunos requisitos para ganarse una beca.
Es así como pretenden que la niñez sepa amar con pasión la música y esto los ayude a mejorar su vida. “La idea no es hacer un ejército de músicos sino fomentar el talento de quienes la aman, pero no tienen recursos”, enfatiza Moreira.
Y resulta cierto este afán, niñas como Diane Salazar de 9 años que vive en Sábana Grande, y está en 4to grado de primaria, ya ha participado en conciertos, ha estado en el Teatro Nacional Rubén Darío, ella toca el piano al que considera un instrumento difícil, pero que “vale la pena porque sus melodías son bonitas”.
Pero los padres de familia también están emocionados con Música en los Barrios, dice Karla Solórzano que esta es una buena oportunidad para que los niños de escasos recursos se desarrollen, se vuelvan más inteligentes y se relacionen mejor, porque allí “hay un buen ambiente, que condujo a un cambio total en mis hijos que se han alejado de los malos ambientes y las malas compañías”.
Karla expresa conmovida que vale la pena cualquier sacrificio cuando uno los ve tocar, “es emocionante, quisiera conservar siempre ese recuerdo”.
Mientras tanto, Música en los Barrios sigue extendiendo su pentagrama para que niños como Kevin Páramo de 10 años puedan realizar su sueño de verse hecho un concertista tocando la viola en el teatro Rubén Darío.
Fotografía cortesía de Música en los Barrios