El uso de Whatsapp está tan presente en nuestra vida que rara vez nos replanteamos qué tan segura es esa aplicación. Hace un año Whatsapp anunció el cifrado de extremo a extremo, pero fueron pocos quienes se dieron la tarea de investigar qué significa ese término en realidad.
Es cierto, Whatsapp cifró los mensajes de extremo a extremo, pero un año después siguen surgiendo las interrogantes alrededor de este sistema de seguridad. Para quienes no están relacionados con el término, el «sistema de cifrado de extremo a extremo de Whatsapp» se trata de una clave única por cada conversación existente dentro de la aplicación, que codifica el contenido compartido de teléfono a teléfono —mensajes, imágenes, audios— para que estas no puedan ser interceptadas por terceros.
Hasta acá vamos bien. El clavo es que Whatsapp te sugiere respaldar tus mensajes en la nube, y ahí es donde todo el sistema de seguridad pierde sentido, porque Whatsapp envía copias no cifradas a los servidores de almacenamiento de información en Internet. La opción más segura para proteger la privacidad de una conversación, es que ambas personas elijan no respaldar el historial de chats en la nube, sin embargo, esto implica perder definitivamente la información compartida en la conversación en caso de pérdida, daño o robo de los dispositivos.
Otro punto débil de la aplicación es el uso de Whatsapp web, ya que, aunque las conversaciones siguen estando cifradas en la versión web de la app, ya que para hacerla posible, el sistema de mensajería proporciona momentáneamente el contenido de tus conversaciones a la memoria caché de tu navegador, donde se encuentran vulnerables a ser interceptados por terceros.
Este agosto, después de un año de que Facebook y Whatsapp anunciaran su unión, un acceso directo a la aplicación de mensajería se comenzó a implementar en la app de la red social azul. Esta podría ser la primera acción de las nuevas políticas de privacidad que aceptamos en el pasado, en las que permitimos a Whatsapp compartir nuestra información con Facebook, de la que no existe hasta el momento información oficial.
De cualquier forma, la recomendación está más que clara: a pesar de que nos sintamos cómodos/as con las condiciones que Whatsapp nos impone a cambio de su utilidad, tenemos que proceder con cautela respecto al contenido que compartimos a través de la red de mensajería. Por otro lado, si estas condiciones sobrepasan las que estamos dispuestas/os a aceptar, la migración es eminente, asumiendo las dificultades que esto implica.
Una de las alternativas más populares a Whatsapp, es Telegram. Aunque la cantidad de usuarios de esta red se queda corta —100 millones— en comparación con los mil millones de usuarios de Whatsapp, Telegram te permite utilizar su servicio de mensajería sin necesidad de proveer tu número de teléfono y la configuración de privacidad es más detallada que en Whatsapp, permitiéndote elegir específicamente con quiénes —y con quienes no— querés compartir tu información, foto de perfil, estados, etcétera. Otra alternativa es Kik, un app que ha ganado popularidad entre las generaciones más jóvenes ya que, al igual que Telegram, prescinde de datos como el número de teléfono o e-mail y enfoca su experiencia en compartir contenido multimedia, además de texto.