La música es como un viaje, es mi forma de verlo. Habrán muchas otras interpretaciones al respecto, pero para mi todas las personas, no solo los músicos, nos encontramos en diferentes partes de ese viaje.
En este blog he querido compartir mi experiencia todos estos años que me he dedicado de lleno a la música, pero no pretendo ser el dueño de la verdad ni mucho menos, solamente es un reflejo de mi viaje.
Creo que un gran problema que tenemos muchos músicos es que nos gusta compararnos, que el otro es mejor, que toca con mucho más destreza o que desarrolla ideas musicales más fácilmente, obviando que probablemente él (o ella) invierte más horas de estudio, o simplemente empezó en la música a mucho más temprana edad, no necesariamente porque es mejor o más talentoso. O todo lo contrario, que yo lo puedo hacer mucho mejor y que me cuesta reconocer cuando algo está bien hecho más por ego que por analizar objetivamente las cosas. Las etapas de ese viaje son distintas y están sujetas a miles de variantes.
Este viaje está lleno de mucha incertidumbre, está condicionado por el entorno social y personal. Lo más importante es guiar ese caminar para enrumbarse hacia metas a corto y mediano plazo: componer una rola, grabar un disco o estudiar un nuevo concepto musical y llegar a dominarlo.
Otra cosa muy importante es entender como realidad de la vida, que ningún viaje es mejor que otro, si yo amo el pop o la salsa es fantástico y ese será mi camino, si yo hago rock o determinado tipo de metal pues qué genial, si mi vida es la música clásica o el jazz qué excelente.
Cada uno de nosotros enrumba su búsqueda y su viaje y desarrolla su instrumento hacia donde le dicta su instinto y su corazón.
Pensar que a todos nos tiene que gustar la música que hacemos es exponerse a muchas frustraciones. Qué aburrida sería la música si solamente existiera la música que nosotros escuchamos.
De lo que nunca hay que prescindir durante este viaje es de la constancia y la disciplina. Del esfuerzo y del sacrificio que conlleva concretar metas dentro de la música en cualquiera de sus niveles o géneros más diversos.
Pero lo más importante de todo siempre va a ser la pasión, y no solo la pasión por la música que es lo que todos tenemos, sino pasión también por estudiar, por practicar nuestro instrumento, por trabajar a diario para que un proyecto salga adelante.
La gasolina de esto siempre será la motivación, y hay muchos lugares donde podemos adquirirlas: escuelas o tutores de música, conciertos, compartir con otros músicos, escuchar música en sí. O de otras fuentes como un buen libro, una película, un cuadro, hacer deporte, o de una conversación en una mesa de tragos, la motivación puede estar esperándonos en esas pequeñas cosas que nosotros hacemos todos los días.
No confiés nunca en la inspiración, es un sentimiento romántico que a veces estará y a veces por mucho que intentemos no la alcanzaremos, pero como decía el maestro Pablo Picasso: “Cuando llegue la inspiración, que me encuentre trabajando”.