Si bien es cierta la premisa de que las mujeres están siendo estereotipadas a través de la publicidad, también es importante mencionar que están siendo ridiculizadas, menospreciadas, cosificadas, invisibilizadas, utilizadas y violentadas.
La publicidad al igual que lo que se ve en los medios de comunicación es reflejo de cómo estos agentes menos formales de la socialización genérica influyen de forma negativa en el deber ser de las personas.
Para abonarle a la idea de que la publicidad reproduce estereotipos de género, es importante destacar que tal categoría reproduce la dicotomía sexual y las relaciones de poder entre mujeres y hombres. Justo esas relaciones de poder son las que obvian las personas creativas. Todos los productos, materiales y las ofertas que nos vende el mercado, hacen caso omiso de las desventajas que tienen las mujeres respecto de los hombres, lo que entorpece el afán de representar de manera real a las y los consumidores en la propaganda mercantilista.
Es normal ver anuncios donde aparecen mujeres realizando tareas domésticas (relacionadas al espacio privado) y hombres como consumidores (relacionado al espacio público y a la tenencia del dinero).
La publicidad tiene una estrecha relación con el mercado, porque por este existe y a este se debe. Sin embargo, los intereses de las grandes marcas, dominadas en su totalidad por hombres, han utilizado desde siempre los cuerpos de las mujeres para vender sus productos aun sabiendo el tipo de violencia que tales propuestas tienen.
A pesar de que la producción publicista es altamente sexista, no solo reproduce, sostiene y hace ver como naturales las jerarquías causadas por el género, también es una industria que, a través de lo que produce naturaliza el clasismo, racismo, homo, lesbo y transfobia.
La relación que tiene la publicidad como brazo del mercado neoliberal tiene como objetivo final la estereotipación y en efecto, algunos anuncios han sido publicados a pesar de que representan indiscutiblemente la apología del abuso sexual y demás aspectos mencionados con anterioridad.
Las personas publicistas no están conscientes de los problemas sociales que causa el género y es necesario que entren en razón respecto de esto, cada vez son más las y los usuarios que discriminan lo que el mercado y los medios ofrecen, será mejor mostrar empatía con quienes han sido responsables de mantenerles donde están, evidentemente sin consumo no hay mercado.
Colaboración de Elvis Salvatierra