La música y la política a través de los siglos ha estado intensamente ligada a los acontecimientos históricos que han sacudido al mundo.
Desde la música prehispánica de los mayas e incas, pasando por la revolución francesa y la segunda guerra mundial, la música ha estado al lado de los más grandes acontecimientos.
He ido desarrollando conciencia política desde muy pequeño, no porque simpatice por algún partido político en particular, sino porque he entendido a medida que he venido madurando, que es la forma es que está organizada nuestra civilización y que nos afecta en cualquier cosa que hagamos.
Aparte de la sensibilidad que te ofrece dedicarte a una disciplina artística. La frase de que todo es política se aplica a la música también.
Hay muchos músicos en Nicaragua y el mundo que guardan sus opiniones políticas para ellos mismos, otros que las expresan a través de sus obras, o tal vez sus redes sociales, otros que son indiferentes, otros que callan por temor a represalias de algún tipo o para no perder algún beneficio gubernamental.
Cada quien es dueño de sus argumentos, su carrera y su vida en general, pero considero que algo importante para llegar a una verdadera madurez tanto personal como artística es ser lo más congruente posible.
Creo que es importante tener claro que la mayoría de los políticos trabajan para sus propios intereses y proyectos y que al ejercicio del poder hay que verlo con recelo y con un sentido crítico muy agudo, sin fanatismo que tanto daño nos ha hecho.
Sobre todo en países como los nuestros, donde la clase política es tan primitiva y reflejo del enorme atraso social y cultural en que estamos atorados.
Los músicos han sido políticos todo el tiempo. Beethoven compuso su famosa 3ra Sinfonía “Heroica” en honor a Napoleón ya que admiraba los ideales de la Revolución francesa encarnados en su figura, pero cuando este se autocoronó emperador en mayo de 1804, Beethoven se disgustó tanto que borró el nombre de Bonaparte de la página del título.
Se considera que dijo: “¡Ahora solo… va a obedecer a su ambición, elevarse más alto que los demás, convertirse en un tirano!.” Cosa que en efecto sucedió y Beethoven pudo advertirlo a tiempo y situarse fiel a sus ideas de libertad e igualdad que pregonaba la revolución y mantenerse congruente.
Hay historias completamente extremas que llevan a lugares terribles. Richard Wagner era uno de los compositores favoritos de Adolf Hitler, el tirano malvado por excelencia y sus obras hacían alusión al antisemitismo y al nacionalismo alemán.
Su racismo e intolerancia era parte de sus obras y eso no lo convierte en un mal compositor, para nada, pero sí en un extremista político.
Wagner sostenía la tesis de que “el judío es intrínsecamente incapaz de expresarse artísticamente a través de su apariencia exterior ni por su discurso y aún menos por su canto”.
De hecho muchos estudiosos de su obra tienen que separar al artista de sus ideas porque resulta verdaderamente chocante.
Entender cualquiera de estas obras lejos de su contexto e ideas políticas es errar al blanco y alejarse de su completo entendimiento.
La música es un reflejo de lo que somos como humanos, es una expresión de lo que somos en todas las áreas, que es fuertemente influenciada por los hechos políticos que se desarrollan en el momento.
No tenemos que estar de acuerdo con las ideas políticas de otros, de la misma forma que diferimos en cualquier cosa, es simplemente una visión de mundo, condicionada muchas veces a contextos personales; pero es importante que todas esas ideas floten en el aire y nadie tenga ningún reparo en manifestar sus diferencias políticas a través de su arte o en comentarios de cualquier tipo.
Pensar que por no perder el chivo, o que me marginen de una escena o medio en particular voy a limitar mis ideas, es vender el alma al diablo.
Callar ante lo que consideramos injusto y mantenernos al margen de cosas que nos afectan es negar nuestro propio ejercicio como artistas.
Nicaragua dista mucho de ser un país justo, educado, y con libertad e igualdad de oportunidades; nosotros como músicos y artistas en general debemos entender esa realidad para vivir coherentemente nuestro contexto histórico.