Cynthia Cordero canta desde muy niña, gracias a su constancia y entrega ahora es parte del Coro del Teatro Rubén Darío.
Todo inició en su infancia, cuando incursionó en la flauta dulce y el piano, para luego entrar al coro del colegio. Tiempo después formó parte del coro universitario de la UCA para entrar al Coro Nacional de Nicaragua al graduarse.
Fue cuando en el 2014 Cynthia ya estaba en el umbral de lo que sería el Coro del Teatro Rubén Darío cuando hizo audición para la convocatoria del montaje de la 9na Sinfonía de Beethoven. En esa ocasión recuerda que estaba muy nerviosa, pues nunca había hecho algo similar antes y porque habían más de 50 coristas audicionando.
La presión no era imaginaria, significaba un gran paso personal y como grupo en general, pues la idea era que ese fuera el coro oficial para participar en actividades a nivel nacional y junto a la Camerata Bach.
«Como corista implicaba un reto musical, pues no es el repertorio de siempre, a como podés estar cantando el Solar de Monimbó a 4 voces, podés estar cantando las Danzas Polovtsianas que es una pieza rusa muy compleja no solo para el coro, sino también para la orquesta. Luego en dos meses, vas a estar montando el Carmina Burana que es en latín y ya son otros cien pesos en expresión y en tonalidades», expresa Cordero.
Las canciones de Mocedades que escuchaba su mamá muchas veces la acunaron y justamente hace poco la invitaron a participar en un homenaje a la música romántica española.
«En el canto está el canto lírico y popular, muchas veces las personas no pueden hacer ambas y pues fue un reto porque es estar al centro del escenario de pie y resulta que en ese tiempo yo tenía el pie enyesado, así que fui al hospital para que me lo quitaran antes y logré salir al escenario, moví cielo y tierra porque sabía que era una gran oportunidad», recuerda.
Un recuerdo agradable que tiene también está ligado a Mocedades, cuando en su audición para entrar al coro del teatro cantó Adiós Amor. Era la primera vez que hacía algo parecido y para ella pasar esa prueba representaba mucho, «me fui con el pecho inflado».
«Luego de Adiós Amor me pidieron que repitiera una melodía de la 9na sinfonía y por suerte siempre he tenido buena retentiva. Lo que me permite cantar en latín, ruso e inglés es mi memoria», comenta.
Espero siempre encontrar el equilibrio entre la comunicación y la música, porque son cosas sin las cuales no puedo vivir», puntualiza Cordero.
Cynthia siempre está interesada en proyectos donde sabe que con su voz hará algo distinto, por ejemplo el hecho de ser parte del musical La Novicia Rebelde, implicaba actuar, moverse y hablar, además de cantar y para su sorpresa se sintió muy cómoda: «Casualmente esa vez no me dio miedo, me sentía como en casa».
El trombón: una inesperada pasión
Desde que comenzó a cantar en el coro del teatro su curiosidad por los instrumentos aumentó, le interesaron los instrumentos de viento metal por su sonido variado, desde una salsa hasta una sinfonía.
«Quise aprender a tocar la trompeta y el año pasado conocí al profesor de los vientos metales de la Escuela Nacional de Música, en cuanto me vio me dijo que tenia contextura para el trombón y fue insistente me dijo ‘venite a la escuela tal día y hablamos’, yo por curiosidad fui y me gustó», recuerda.
Cynthia se sintió cómoda con el instrumento pues suena similar a su voz en el coro, pues el trombón no siempre suena de primero, sino que es como la base, el acompañamiento de toda la composición. Así mismo es su voz de contralto, la cual por lo general suele ser la segunda voz.
Como estoy aprendiendo a leer música, la única manera en que se te va a pegar es escuchándolo, tengo playlists y partituras en el celular, voy en el bus con eso, trabajo con eso, cocino con eso», cuenta.
Actualmente Cynthia es la única mujer estudiante de trombón y confiesa que es un reto enorme pues la mayoría de la gente que estudia música comienza desde muy joven y porque es un instrumento que se asocia más con hombres que mujeres.
«Yo sigo ahí aprendiendo con el sueño de poder tocar en una orquesta algún día y que así otras mujeres vean que hay más mujeres no solo tocando los violines, el piano o la flauta. Hay que borrar esa idea de que el instrumento tiene un género, ojalá eso aporte a que más mujeres también toquen otro tipo de instrumentos», finaliza.