Un video viral en Managua retrata cómo una chavala encara a un guarda de seguridad y al responsable de un restaurante al sentirse acosada por «un simple adiós» que le dijo el vigilante. El video, con miles de reproducciones en redes sociales, ha despertado odio hacia ella por la manera en que lo enfrenta y por la cantidad de mensajes en su contra. Estas imágenes nos confirman que el acoso callejero se va normalizando más en Nicaragua.
La avalancha de comentarios y ofensas hacia la chavala que denunció acoso continúa en redes sociales. Solo espero que nadie la agreda en persona, porque a decir verdad, me impresiona la cantidad de gente (inclusive personas que conozco) que están defendiendo al «pobre» vigilante. En su defensa alegan que ella lo humilló por razones meramente clasistas, «que aunque sea vigilante tiene derecho a saludar a los clientes», entre otras frases que no se detienen a reflexionar sobre el problema de fondo.
En el video la joven cuestiona a las autoridades del restaurante normas de respeto en el local, a lo que la persona encargada responde que el vigilante está obligado a saludar. Lo que registra el video es la impotencia de una chavala exigiendo respeto, una mujer harta del acoso callejero. Alguien que espera respeto en un restaurante ubicado en una zona residencial.
Algunas mujeres también defienden al vigilante alegando que a ellas en sus casas les enseñaron a ser educadas y saludar a los demás en todo momento. «Es normal que un guarda de seguridad te diga adiós al salir de algún local», sí, concuerdo con esa afirmación, sin embargo, es evidente que la denuncia es ocasionada por el tono en que fue abordada. Puede que la frase sea «Buen día, señorita» y que el tono sea de un acosador.
Lo alarmante de este caso es que pongamos en tela de duda las razones por las que ella decidió hacer pública su denuncia, que continuemos agrediéndola en redes sociales, que muchas mujeres jóvenes se enfoquen únicamente en la humillación por la clase social del vigilante y que no nos demos cuenta del acoso callejero que esta joven quiere denunciar para que otras no lo vivan en carne propia.
El acoso callejero existe y cada vez se va filtrando más entre los buenos modales en Nicaragua. Necesitamos que hombres y mujeres escuchemos a las víctimas y les creamos. Desde nuestro equipo te creemos y también le creemos a todas aquellas personas que se sienten agredidas por comentarios, que a pesar de ser «saludos cordiales» suenan a piropo con deseo sexual.
Denunciamos esta situación y demandamos respeto a las mujeres, en centros comerciales, restaurantes y locales de comercio. Exigimos que los negocios aborden el tema del acoso callejero con sus empleados para evitar situaciones como esta. Necesitamos dejar claras las normas de servicio y de respeto en este tipo de locales. Las mujeres ya no quieren más acoso.