Katherine Velásquez es graduada de marketing, pero su vida gira en torno al canto lírico y dar clases de música a niños y niñas.
Oriunda de Managua, Katherine comenzó en el coro cuando tenía 8 años y ahí aprendió mucho y esa fue su base artística para que despertara en ella el amor por el canto lírico.
«Decidí dejar el violín para dedicarme al canto y no me arrepiento. Sí me hubiera gustado seguir con el violín en paralelo, pero mil veces lo volvería a dejar si fuera un asunto de elección», comenta.
La confianza para crecer
Un momento memorable para ella fue cuando el año pasado hizo la puesta en escena del Réquiem de Mozart en el Teatro Nacional Rubén Darío.
«Fue un sueño hecho realidad, fui la soprano solista gracias a la confianza que me dio el director del teatro y el profesor Gregorio Fonseca, siempre quise hacer esa obra, era una de mis favoritas, coralmente hablando», cuenta.
Asimismo, Katherine fue a Costa Rica al primer Concurso Centroamericano del Canto Lírico y se sintió tan bien que aplicó de nuevo para ir este año.
«Me quedé en semifinales y nunca pensé siquiera que me iban a aceptar a ese concurso porque era con una audición previa con video y eso fue un empuje para darme cuenta que debo tener confianza en mí misma», recuerda.
«Si fuéramos más, hubiera menos temor»
Para Katherine es necesario integrarse más con otras mujeres en Nicaragua. «A veces asumen mucho que las mujeres solamente son para el canto o que solo andamos pegando gritos en el cielo y no se trata de eso, la mujer tiene la capacidad de desarrollarse en cualquier instrumento», expresa.
Por otro lado, Katherine considera que no es un asunto solo de mentalidad, pero también algo cultural, «si fuéramos más, hubiera menos temor a dedicarte a esto».
«Yo creo que como cualquier otro sector del país, la mujer es un poco más devaluada por su trabajo, sigue siendo una parte vulnerable, mucho está monopolizado por los hombres y a veces creemos que por ser mujer no podemos ser igualmente buenas», explica.
Enseñar como aporte social
Katherine fusiona su profesión con su vocación y aunque le encanta su carrera, su corazón le pertenece a la música.
Afortunadamente, su familia siempre la ha apoyado y se involucran en lo que hacen. Aunque al inicio no les gustaba la idea de que se dedicara tiempo completo a la música, con el tiempo han visto realmente que es su vida y que su esfuerzo ha rendido frutos.
Entre sus planes aparte está el lanzamiento del ensamble vocal femenino Calíope, donde se juntaron varias chicas coristas apasionadas por el canto coral y con ganas de hacer música entre mujeres.
De igual manera, la experiencia de enseñar música a niños y niñas ha sido uno de los momentos más gratificantes de todo lo que ha hecho hasta ahora.
«Ves lo dulce y lo genuino de una niña/o, te das cuenta que podés impactar sus vidas de manera positiva. Más allá de ser la artista más famosa de Nicaragua, creo que lo mío es contribuir a la sociedad», argumenta.
Entre sus planes a futuro está la firme intención de seguir en la docencia musical, pues quiere ayudar con la música a la niñez y juventud en sectores vulnerables. Para ella, «la música es una medicina que llena el alma y no cuesta nada».