En el 2014 nació el Observatorio Contra el Acoso Callejero (OCAC) en Nicaragua con la intención de educar, investigar y visibilizar esta problemática que «nos afecta a todas».
Actualmente el colectivo está integrado por 3 psicólogas Estrella Lovo, Sharon Bendaña, Yajaira Gutiérrez; junto a Mar Pilz, graduada de relaciones internacionales; Soghand Ghadimi, graduada de relaciones internacionales y diplomacia, encargada del marketing digital y Lois González, abogada feminista del colectivo.
La intención de buscar formas de visibilizar las estadísticas era lo que le daba vida a la iniciativa, pues solo así las chicas sentían que podían visibilizar el tema. «Con datos duros podíamos determinar la frecuencia, los tipos de expresiones que se daban más, donde pasaban más estos actos y a quién le pasaba más», explica Lovo.
El sueño imposible de caminar tranquila
A través de su experiencia Mar considera que el haber vivido por mucho tiempo en Guatemala, le hizo notar ciertas diferencias en cuanto a la situación de vulnerabilidad en que se encuentran las mujeres de la región.
«Cuando vine experimenté con más frecuencia el acoso callejero, allá también se da, pero como acá es relativamente más seguro, una camina más», expresa Mar, quien justamente por eso creó la página en Facebook llamada Denuncia Acosadores.
Asimismo Sharon cree que no se puede permitir el aocso callejero bajo ningún disfraz. «Estamos hartas, queremos transitar por la calle libre sin estar hipervigilante o a la defensiva sabiendo que en algún momento vamos a escuchar algo desagradable y nos va a arruinar el dia», enfatiza.
La responsabilidad de OCAC es proveer información veraz y responsable por eso los datos que han presentado son parte de muchos otros estudios y del conocimiento general de todas y todos.
«Estamos reforzando la educación dando talleres hombres también, pues si bien es cierto son el problema en sí mismo, también son parte de la solución. Le damos la vuelta al discurso porque así podemos crear más espacios seguros, un hombre que no acosa es un hombre menos en la calle y una mujer más tranquila», explica Lovo.
Proyectos y planes
Con la idea de facilitar más los procesos, Lois vio que era necesario aportar sus conocimientos legales para que miles de mujeres puedan denunciar esta problemática.
«Estamos trabajando en hacer una ruta de acceso a la justicia para víctimas, queremos ampararnos de las leyes de Nicaragua, sabemos que no está establecido el tipo penal de acoso callejero, pero podemos usar otra tipificación de delito como violencia psicológica, exhibicionismo, asedio», explica Lois.
Por su parte Soghand menciona que a nivel digital están trabajando para lanzar el sitio web y otras herramientas como una app móvil, que estará lista en abril, para poder reportar incidencias de acoso sexual callejero y tener datos estadísticos, alimentado por las personas que están viviendo estas expresiones de violencia.
«Denunciar el acoso callejero es necesario, pero proteger tu identidad también, recibir, evidenciar y proteger, en eso estamos trabajando, pues lo importante es visibilizar las acciones negativas», agrega.
Asimismo, están trabajando en un encuentro de visualización análoga a través de materiales diversos para elaborar formas creativas de visualizar las estadísticas, en expresiones de arte, desde la construcción colectiva.
Las principales afectadas por el acoso callejero son niñas y adolescentes, tenemos que estar claras/os que esto es un delito y se convierte en una expresión de abuso sexual. Debemos tomar soluciones colectivas», insiste Lovo.
El ciberacoso para silenciar denuncias
OCAC considera que es necesario capacitar a los hombres también para reconocer sus discursos y establecer una diferencia entre acoso y piropo.
«Cortesía es cuando lo hacés a todo mundo indistintamente d su sexo, acoso es cuando es solo a las mujeres. A ellos les cuesta llamarlo violencia, pero muchos entienden que es algo incómodo, lo reconocen y están más alerta de sus acciones, porque saben que también afecta a las mujeres de sus familias», asevera Lovo.
Por otro lado, las chicas opinan que la gran cantidad de denuncias que se han dado últimamente en las redes sociales son un gran paso a pesar de los intentos de silenciar este tipo de interacciones.
«El ciberacoso es la represalia que viene de la mano con las denuncias y es una estrategia del patriarcado para silenciarnos, el mensaje que nos dan es: si vos denunciás, recibirás esto como escarmiento», expresa Yajaira.
Muchas veces la represalia digital viene por parte de las mismas mujeres y sobre eso las chicas también han reflexionado al respecto: «Se hace difícil reconocer que es violencia porque eso significa que al salir de la casa estamos en peligro y es mejor minimizarlo que ponerle nombre y enfrentarlo·, agrega Yajaira.
«Es importante que nos unamos para entretejer redes y frente a cualquier situación que nos expongamos en la calle o en redes sociales esta red será de acompañamiento, defensa y acuerpamiento», comenta Yajaira.
Es por eso que las mismas redes sociales les han servido como un enorme grupo focal, pues ahí ven cómo los agresores se tapan entre ellos y empiezan a argumentar.
«Está el concepto de complicidad patriarcal, algunos hombres observan y callan o callan y avalan e incluso callan y aun así son parte de la situación. Va más allá de un ‘hola’ o una expresión lasciva y es como que a alguien lo están validando cuando acosa», puntualiza Sharon.
Comencemos a mostrar inconformidad, no solo las mujeres sino también los hombres, para dejar claro a grandes voces que esas actitudes las invalidamos como sociedad», finaliza Lovo.