Aunque Silma Quintanilla estudió psicología, para ella la danza árabe es su profesión e incluso toda la terapia que necesita.
Esta joven oriunda de Managua desde pequeña siempre se interesó por la cultura árabe, en especial por Egipto, pues sus padres eran periodistas y siempre llevaban revistas y libros sobre el mundo en Oriente.
Desde los 4 años recitaba poemas, bailaba y cantaba pero la danza árabe llegó en su adolescencia para quedarse y actualmente ya va a cumplir 12 años de ser profesional como bailarina de danza oriental.
Aunque ha tenido varios profesores/as que la han ayudado a forjarse como artista, siempre ha sido autodidacta, no se queda solo con lo que aprende de expertos, sino que investiga por su cuenta.
Eso sí, al inicio era muy tímida, tenía miedo a las miradas de las otras personas, su profesor en esa época le impulsó a que hiciera solos de danza y si no la hubiera lanzado al agua, quizás no estaría ni dando clases ni bailando.
«La danza oriental es un vasto universo tenes que aprender muchísimo, pero para mí vale la pena, cuando yo escucho esos instrumentos, esas melodías, pues soy feliz. La danza árabe tiene su propio lenguaje y lo que me apasiona es representar sentimientos y emociones con el cuerpo y a través de la música», expresa.
Es por eso que Silma cuando tiene la oportunidad de salir al extranjero a estudiar con maestros egipcios y libaneses trata de absorber la mayor cantidad de conocimiento posible porque es en lo que se especializa actualmente.
«Esta danza te hace sentir empoderada y a la vez más femenina, aunque lamentablemente sean culturas machistas, pero la mujer busca cómo empoderarse y sentirse segura de sí misma a través de la danza», explica.
«Esto no es un striptease»
Para Silma bailar ha sido una terapia y la ha ayudado a vencer muchos complejos, como el esterotipo de cómo debería de verse el cuerpo de una bailarina.
«Yo soy una mujer hermosa, me ha ayudado mucho la danza y ha sido una terapia para deshacerme de todas esas ideas impuestas por la sociedad».
Asimismo se ha topado con gente que quiere que baje de peso para presentarse en un escenario e incluso le han dicho que está «muy gordita».
«Yo les demuestro que esto no es tener un cuerpo específico, mi físico no me ha impedido ser artista y yo me veo en el espejo y me veo como una mujer bonita. Nadie me puede decir que porque no tengo determinado tipo de cuerpo no puedo bailar».
Sin embargo, su danza también es una lucha para romper otro tipo de estereotipos como la sexualización de la mujer.
«Acá muchos creen que la danza oriental es una danza sexual, que es para el hombre y no es así, es una danza que merece respeto, como el flamenco, ballet o el jazz, tenes que presentarlo con total entrega, estás representando una cultura».
Incluso ha recibido invitaciones para despedida de solteros en donde le preguntan si puede ir semidesnudad. «Yo les explico y les digo esto no es un striptease», cuenta entre risas.
Actualmente Silma está estudiando un curso de profesionalización en danza técnica de jazz, ballet, danza moderna, folclore nicaragüense, también imparte clases grupales e individuales, se presenta con otras colegas del país o internacionalmente e imparte talleres de danza.
Podés contactarla en su página de Facebook.
Excelente entrevista. A través de las palabras de Silma se puede sentir la pasión que siente por la danza y la relevancia que ésta tiene en la vida de cada mujer. Felicidades Silma