Después de encontrarnos en las redes sociales con varias publicaciones insultantes o llenas de información falsa en contra de la interrupción del embarazo, decidimos aclarar algunos mitos que, sin duda, tergiversan la realidad que viven muchas mujeres en Nicaragua.
«Si no querés más hijos entonces, ¿te gustaría que te quitaran al bebé que ya nació?»
A veces las cosas que la gente publica por ahí resultan realmente preocupantes. Nos encontramos con una publicación de una mujer que va al ginecólogo y le dice que está embarazada, pero no quiere tenerlo pues ya tiene un hijo y la economía no da para un segundo hijo. El ginecólogo le dice que en ese caso puede matarle el bebé que ya tiene, pues es prácticamente lo mismo lo que está pidiendo.
Este tipo de comentarios además de que ni siquiera tiene que ver con el hecho de que la interrupción del embarazo se da clandestinamente quieran o no, tampoco es bien congruente con el discurso «provida» que profesan.
Asimismo, tiene un tono de escarmiento o castigo que coincide con la culpa religiosa que nos explica María López Vigil en Interrumpir el embarazo: Una lucha entre el Dios que ama y el Dios castigador.
«No estaba muerto en el vientre materno, sólo muy enfermo»
Muchas personas en contra de la interrupción del embarazo aducen que en muchos casos los fetos viven después de nacer, aunque tengan graves enfermedades o malformación congénita. Y luego agregan que es por eso que cuando se dan casos noticiosos la prensa suele decir que nació el niño “y murió unas horas después”, por lo que un feto no puede morir dos veces. Es decir, no estaba muerto en el vientre materno, sólo muy enfermo.
Ante este argumento lo que más preocupa es cómo les parece irrelevante lo doloroso que debe ser para una mujer llevar en el vientre un feto que tiene altas probabilidades de morir cuando nazca o que le sea muy difícil continuar vivo por mucho tiempo.
Sí, hay mujeres que han continuado un embarazo y han tomado la decisión de salir adelante con su bebé, pero hay otras mujeres que tienen todo el derecho de decidir no pasar por eso.
Y ese es el punto, es cruel e inhumano que alguien diga «ah no está muerto, sigue vivo en el vientre, un poco enfermo nomás» y prohíba que una mujer decida no seguir con esa tortura.
«Las mujeres que interrumpen su embarazo no se quisieron cuidar, ¿acaso no saben que existe el condón?»
Las mujeres y personas que abortan lo hacen por una infinidad de motivos. Los datos de Socorristas en Red de 2015, indican que un 85% de las mujeres acompañadas usaban un método anticonceptivo habitual. Pero los métodos anticonceptivos pueden fallar en distintos porcentajes. Hay una distancia entre el uso ideal y la efectividad del uso habitual.
Sólo por poner un ejemplo: los anticonceptivos orales en combinación (la pastilla o píldora) tienen un porcentaje de efectividad que varía entre el 99% y el 92%.
Sabemos que vivimos en un mundo desigual donde muchas mujeres no pueden todavía tener relaciones sexuales desde el placer ni mucho menos negociar el uso del preservativo.
La ola de denuncias de distintos tipos de abusos que estamos viviendo nos ayuda a dimensionar hasta qué punto las relaciones sexuales heterosexuales pueden estar marcadas por una relación desigual entre varones y mujeres.
Leer la historia de Ana en: «Escondí los anticonceptivos debajo de una piedra»
Los casos extremos son las situaciones de violencia, donde las parejas de las mujeres controlan su acceso a métodos anticonceptivos, o se dificulta la negociación del uso del preservativo.
“Si la interrupción se legaliza las mujeres lo van a usar como método anticonceptivo”
La evidencia demuestra lo contrario. Legalizar el aborto es la mejor manera de que las mujeres no recurran al aborto. Estando en desacuerdo con la interrupción del embarazo no se erradica la problemática. Es el derecho a decidir lo que se violenta, no el problema en sí.
En los países donde el aborto se legaliza se puede percibir un aumento de la cantidad de abortos porque se pasa de no tener registros certeros a tenerlos, pero a largo plazo la tasa se estabiliza y disminuye.
Es el caso de Uruguay, donde no sólo bajó drásticamente la mortalidad materna, sino que descendió la cantidad de abortos. También es el caso de la tendencia en Europa: en los países donde el aborto es legal, la tasa de aborto no para de disminuir, a diferencia de los países que lo penalizan.
En cambio, en América Latina, donde el aborto está penalizado en la mayoría de los países, se registra la tasa más alta de abortos y de muertes por aborto. Si estás en contra del aborto, legalizándolo habrá menos abortos. Es una cuestión de salud pública y de derechos humanos.
Muchas de estas muertes podrían evitarse si se ofreciera a la mujer la posibilidad de interrumpir un embarazo, se explicaran los riesgos, y ella decidiera qué riesgos está dispuesta a correr.
Cada muerte por aborto es evitable, por eso decimos que el Estado es responsable. Son femicidios de Estado. Un caso emblemático es el de «Amalia», quien pidió ayuda por un tratamiento de cáncer y los familiares denunciaron que no le daban la atención necesaria porque estaba embarazada.
Leé más sobre ella aquí: ¿Nos olvidaremos de Amalia?
«Están matando inocentes, ¿acaso no sienten su dolor? Asesinas»
La maternidad debe ser algo deseado, no una imposición. No es que las mujeres vayan en grupo alegremente a abortar. La posibilidad de interrumpir ese embarazo que no quieren continuar es un alivio, es lo que más quieren en ese momento.
Las niñas abusadas suelen decir: que me saquen “eso”. “Eso” que no buscamos, que no deseamos, que no pedimos. El aborto es el último recurso al que apelan cuando no queremos seguir con una gestación forzada.
A veces un método anticonceptivo falla. ¿Cuántas veces te pasó? A veces tuviste una relación sin protección. A veces, planificaste un embarazo en un contexto amoroso, y cuando la gestación se concreta, la relación se rompe y considerás que no es el mejor momento para tener una criatura.
Por otro lado, si buscamos una respuesta científica podemos confirmar que en la primera de las revisiones del Colegio Real de Obstetricias y Ginecólogos del Reino Unido se analizó si un feto puede o no experimentar dolor.
Se encontró que las conexiones nerviosas en la corteza cerebral, el área que procesa la respuesta al dolor en el cerebro, no se han formado apropiadamente antes de las 24 semanas.
«Puede concluirse que el feto no puede experimentar dolor en ningún sentido antes de esta etapa de la gestación», dice el informe.
Incluso después de las 24 semanas, la organización concluye que un feto en el útero vive sedado de forma natural y por lo tanto inconsciente.
En Nicaragua la interrupción del embarazo está penalizado
Hace un tiempo hablamos con Ana María Pizarro, investigadora feminista y cirujana especialista en gineco-obstetricia sobre la manera en que se ha abordado la interrupción del embarazo.
Para empezar hay que entender que el tema en sí no es despenalizar, es legalizar. Y en dado caso la propuesta máxima es legalizar y la propuesta posible es despenalizar.
“Legalizar la interrupción del embarazo es el reconocimiento de ciudadanía, porque tenés la obligación del Estado en garantizarlo, mientras que en despenalizarlo significa que ellos te dicen ‘ok, no vas a ir presa, ni el médico, pero no me hago cargo, andá ve vos cómo le haces’ y eso no debería ser así”.
Al lavarse las manos el Estado, las mujeres quedan igual de indefensas o al menos a expensas de los precios exagerados que cobren las clínicas privadas por el servicio.
Uno de los beneficios más importantes, por supuesto, sería el fin de una época que favoreció a las personas sin escrúpulos quienes, motivados únicamente por dinero, practicaron interrupciones no seguras y médicamente deficientes, donde muchas mujeres mueren o quedan con graves secuelas.
Leé el artículo completo aquí: ¿Qué significa una interrupción del embarazo legal?