Aunque Jean Pierre Rosales Gutiérrez es de Granada, ha desplegado su aporte visual por las principales calles y paredes de Managua bajo el seudónimo de MAC33. Siempre le gustó la pintura, tanto así que cuando su padre vio sus dibujos decidió meterlo a los 5 años en la escuela de bellas artes que tenía el pintor Pedro Vargas. Ahí emprendió un viaje sin retorno hacia el mundo de la pintura y las artes plásticas donde el aerosol fue la técnica que lo apasionó de por vida.
“Los trabajos que me motivan más o que expresan mucho son mis predilectos. Uno de ellos está en la casa de un amigo, donde dibujé en una pared 4×4. Planeo más trabajos así, pienso esforzarme y retarme mucho más en calidad y tamaño”, expresa Jean Pierre quien también hace tatuajes, como otra vertiente de su entrega a la pintura.
Según él, la calle de la UCA ya no es el lienzo que era antes, en esos tiempos no había internet, no había celulares, ni redes sociales, cuando comenzaron no tenían nada, las latas eran las más comunes, no sabían el truco de bajarle la presión, no tenían tapones, usaban agujas para hacer líneas finas y todo era más caro. Ahora que las nuevas generaciones lo tienen todo, no lo saben aprovechar, no se esfuerzan.
“En los 90 fue la etapa dorada para el graffiti de Nicaragua, fue cuando comenzamos a hacer trabajos más elaborados. A mí me costó mucho tiempo de práctica para poder pintar en la UCA, porque todavía no estaba listo. Era la pared más vista de todas las avenidas de Managua y siempre pensé que era un gran paso, era difícil pintar ahí porque significa que has hecho un buen trabajo, que tenés trayectoria. Ahora ya no sirve de nada exponer un trabajo con mucha calidad, porque al final viene alguien y te lo quita. Si vamos a hacer graffitis vamos a organizarnos, respetá los murales que están bien elaborados y practicá, si hay gente que se esfuerza respeta ese esfuerzo”, argumenta.
Jean Pierre recuerda que muchas veces hasta se bajaba del bus cuando pasaba por un lugar donde veía que pintaban algo grandioso en una pared y se quedaba por horas observando cómo lo hacían esperando a que terminaran para preguntarles con avidez la técnica que usaban. “Nicaragua era la cuna del graffiti en Centroamérica, ahora este país se quedó como bebé, en vez de adelantarse, innovar y ser pioneros, se quedó atrás. Vos les das las herramientas, les das medios y no hacen nada. Pero si les quitás todo, ahí sí buscan cómo resolver y sobresalir. Yo no entiendo, por eso detesto que me llamen graffitero porque te catalogan en algo que ya no es lo que fue, ahora es pura moda”.
Ante la situación que plantea, hay dos opciones: Unirse y organizarse entre los que ya llevan años en este arte para reagruparse y empezar a trabajar mejor o dejar que los demás países se destaquen opacando toda época gloriosa de los graffiteros nicaragüenses. “Y para los que creen que esto es una moda sólo quiero pedirles que no destruyan el trabajo de los demás que ni se molesten en seguir pintando, porque muchas personas así me han pedido que les enseñe y no duran ni 3 meses, no hay constancia. Los que están realmente esforzándose se entregan y son perseverantes, a esos les aconsejo que sigan, que practiquen y que respeten el trabajo de los demás, pero que a partir de ahí se motiven en una competencia sana. Si vas a hacer algo, hacelo con devoción o pasión no para llamar la atención de alguien o para pertenecer a un grupo”, puntualiza.
Escrito por Malva Izquierdo
Fotografía: Malva Izquierdo