Más que una manualidad o trabajo doméstico, para Aída el bordado es un arte milenario que, además de contar historias, funciona como una herramienta para luchar por la verdad, la justicia y la memoria en tiempos de crisis y violencia.
Para mí, el bordado significa un espacio donde yo puedo confrontar ciertas cosas que a mi parecer son criticables en nuestra sociedad, como el machismo, la discriminación a la mujer, los roles de géneros rígidos… Me gusta porque es un espacio de resignificación”.
Pegando botones y zurciendo trozos de tela
En palabras de Aída, el bordado llegó a su vida “por cosas del destino”. Con mucho cariño recuerda cuando su mamá le enseñó a pegar botones y hacer ruedos, y posteriormente ella zurcía sobre sus pantalones o cartucheras trozos de tela.
Ese fue su primer contacto con el hilo y la aguja, lo que nunca imaginó es que a sus 25 años esos materiales tan usuales en el hogar, se convertirían en un medio tan poderoso de comunicación y una vía de introspección que, a su vez, la lleva a conocer el mundo que le rodea.
Inicialmente Aída estaba inmersa en arte contemporáneo y los performances. Luego en el año 2016, en medio de una racha de desmotivación, encontró la posibilidad de volver a ella misma a través del bordado: “sentí que tenía las posibilidades de explorar, de estar menos ansiosa, luego comencé a investigar sobre la historia y ahí vino la parte de cientista social”.
Aída dedica la mitad de su tiempo a realizar investigación social de manera independiente, y confiesa que uno de los retos de emprender con Hojita de Agua Dulce —hoy el nombre de su proyecto artístico— ha sido poder equilibrar ambas partes sin descuidar ninguna, y demostrar que el bordado tiene un valor trascendental en la sociedad, ayudando a otras personas a comprender la “estética que va más allá de lo que está en la superficie”.
A través de redes sociales, en su cuenta Hojita de Agua Dulce, Aída presenta sus obras, comparte su experiencia ofreciendo talleres a otras mujeres, expresa su perspectiva del arte de bordar y las curiosidades que ha encontrado en otras culturas alrededor del bordado, que han sido de mucha inspiración para ella.
Sus mayores influencias
A la hora de diseñar y de escribir mensajes sobre tela, la resistencia no violenta es una de las causas que se manifiestan en los bordados más artísticos de Aída.
En países como Colombia, Chile y Perú, donde se han vivido conflictos armados y crímenes de lesa humanidad, existen movimientos de resistencia no violenta que utilizan el bordado como un medio que rescata la memoria de ciertos eventos, pero sobre todo de las víctimas que murieron de forma injusta.
Por esa razón, Aída se niega a bordar sobre la situación política de Nicaragua sin su debida profundidad. Para ella, sería darle un cierre a la memoria, sin que haya habido justicia para las víctimas de la represión.
Otro de los temas predominantes en sus obras es la lucha feminista, pues históricamente en lugar de abandonar el bordado, lo ha reivindicado. “Hay un legado de mujeres que bordan desde las cárceles, desde que se luchaba por el sufragio femenino. Entonces eso también es algo que yo intento retomar, porque son temas que a fin de cuentas siguen siendo bastante actuales, por la equidad, pero también por la lucha de la memoria y de la justicia”, añade.
Para Aída, el poder compartir con otras personas y enseñarles a bordar ha sido sinónimo de crecimiento personal, y de regalarse a ella misma y a otros la oportunidad de explorar, de “darle salida a ciertos conflictos internos, a ciertas confusiones, conocer qué cosas hay en mí, pero también afuera, en nosotros como colectivo, que necesitan ser llevadas a la superficie” para después encontrar la calma como una hoja que flota sobre agua dulce.
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