«Salir del clóset» no es tan fácil como pensamos y no hay un manual sobre cómo hacerlo tampoco. Entonces ¿cómo dar ese paso de la mejor manera posible?
Hablamos con dos psicólogas sobre aceptar nuestra sexualidad para no perjudicar nuestra salud mental y cuáles son las implicaciones que conlleva mantener este tema oculto.
Adriana Trillos, psicóloga feminista, considera que cada quien decide una serie de acciones que en dependencia de la seguridad y la comodidad que van adquiriendo, van construyendo ese camino identitario.
Por qué cuesta tanto dar el salto
Lamentablemente, la acción de reconocerse públicamente LGBTIQ+, significa un riesgo muy alto de discriminación familiar y social, y en muchos casos, hasta riesgo de muerte.
«Es por eso que mucho antes de una publicación como tal, son las condiciones de vulnerabilidad las que ameritan más atención. Hay un temor profundo a reconocerse, dentro de un sistema social y político que te rechaza y criminaliza», expresa.
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Gabriel J. Martín en su libro Quiérete mucho, maricón, define salir del armario como «un ritual de paso para una persona homosexual», un acto por el que cambia su estatus, al no ser parte de lo que dicta nuestra sociedad heterocentrista.
«Vivimos en un mundo donde nos enseñan que lo ‘normal’ es la correspondencia entre sexo biológico y su género. Nos enseñan que solo existe una opcion de identidad y todo lo que no encaja en esta heteronorma pasa a ser algo raro y mal visto», explica Amanda Maltez psicoterapeuta.
Es justamente esa idea de que la heterosexualidad es lo «aceptable» lo que genera tanta presión a la hora de poder expresarse libremente sobre la sexualidad.
La misma sociedad es la que se refiere a la comunidad LGBTIQ+ como una minoría y que ser parte de ella es un pecado o incluso una enfermedad mental.
Por ende, Maltez opina que procesar y aprender a gestionar las emociones es muy importante, pues para empezar es una decision individual y hay que comprender que es un proceso que requiere paciencia, ya que primero está el descubrimiento y luego el reconocimiento. De hecho, «identificarse como tal y sentirse parte de una comunidad es algo que también toma su tiempo».
Al vaivén de un péndulo
A pesar de que la negación causa mucho daño debido a los niveles de angustia y depresión que provoca, se convierte en un factor de protección y de sobrevivencia frente a la sociedad represiva.
El problema para Trillos es que con el tiempo este mecanismo es insostenible y el costo emocional es muy alto, entonces surgen oportunidades para liberarse con todo y sus costos, o bien muchas personas deciden tener vidas alternativas o clandestinas, cargándose de culpa y vergüenza.
Asimismo, considera que cuesta mucho abrirse a reconocer la sexualidad más alla de nuestros cuerpos, a entenderla como sujeto colectivo fuera de la individualidad.
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«Creo que continuamos viviendo nuestra sexualidad al vaivén de un péndulo. Cuando finalmente nos aproximamos a reflexionar sobre ella, nos encontramos con una fuerza masiva de oposiciones que nos roban el impulso. Entonces lo intentamos de nuevo a pesar del pánico, porque el miedo es la estrategia más efectiva para controlar la vida», expresa.
Escuchar y apoyar
Por otro lado, la cultura de silencio en Nicaragua sobre todo en torno a la sexualidad hace que desde la crianza vayamos pensando que hay que callar sobre nuestra orientación sexual.
«Ya de por sí la exploración sexual y el despertar de los instintos placenteros es algo tabú para las personas heterosexuales, ahora ¿qué tal para alguien que ha sido discriminado toda la vida? No van a venir a hablar respecto a un tema que requiere mucha liberacion», afirma Maltez.
El acompañamiento psicológico para un proceso de transición sexual (conocida como Terapia de Transición), es vital para reducir el riesgo de suicidio, de depresión crónica y de desarrollo de adicciones en quienes la experimentan.
Trillos considera que este proceso permite enfrentar el impacto del daño psicológico que provoca la violencia estructural y reiterada; reconstruir el ser y el existir desde la identidad propia; desarrollar formas de resistencia personal, social y política frente a la homofobia y los crímenes de odio.
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Por su parte, Maltez opina que es difícil vivir en un mundo en el que pensás que no encajás y esa es una de las maneras en que las personas se castigan en silencio por las preferencias personales.
«Mejor aprendamos que cada cosa que pensamos y sentimos es importante. Aprendamos a tener una buena relación con nosotras/os mismas/os y si son cosas que no podemos aprender a gestionar solas/os, busquemos ayuda psicológica para que podamos sentirnos mejor en todos los procesos que vamos a experimentar en la vida».
En busca de una red de apoyo
Cuando los familiares también se involucran en un proceso terapéutico y reflexivo que les permite manejar su duelo y enfrentar sus propios prejuicios se consigue un ambiente óptimo para la persona que está en el umbral del clóset.
«Tanto familiares como amistades, facilitarían mucho la transición sexual si evitan las bromas y las burlas homofóbicas por más culturales que parezcan. También es preferible que eviten emitir su opinión sobre la homosexualidad a alguien a quien ‘quieren apoyar’, sobre todo si esta no es solicitada», enfatiza Trillos.
Por ejemplo frases como «yo no tengo nada en contra de los homosexuales, peeeero…» o «¿no será que es solo una etapa?». A veces incluso hay posturas extremas como asumir conductas correctivas con la pretensión autoritaria de «arreglar» o guiar por el camino correcto a la persona «fallada».
Hay hasta terapias de reorientación en donde se le impone a una persona homosexual la idea de que lo que siente o piensa está mal y que tiene que «enderezarse».
Y aunque tener una red de apoyo a veces requiere de mucha paciencia, una vez que se alcanza ese enjambre de soporte, ayuda muchísimo a la transición y a la estabilidad emocional de las personas que están saliendo del clóset.
«Muchas personas sólo se dan cuenta de que no están solas, hasta que hablan, denuncian y dignifican sus experiencias. El miedo no desaparece, sino que se convierte en una oportunidad de recuperar la humanidad», puntualiza Trillos.