Seguramente ya te has topado que algún familiar, amigo o conocido tuyo se ha lanzado a emprender y ya tiene su propio negocio. Tal vez una farmacia, un bar o algún negocio de comida.
Lo cierto es que para nadie es nuevo que los paradigmas sociales y la cultura del trabajo han cambiado drásticamente en los últimos años.
Antes uno salía de la universidad pensando en aplicar a X o Y trabajo en una empresa privada o tal vez en un organismo estatal o no gubernamental. Así fue para nuestros padres y abuelos, era la norma.
Desde hace unos años para acá se habla más de emprender, abrir tu empresa, tu negocio, tu caramanchel, tu changarro. Y la música no es la excepción.
Con el derrumbe de las disqueras y su enorme poder e influencia de finales del Siglo XX, las opciones de vivir de la música, gracias al internet, se diversificaron de forma exponencial.
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Cuando antes se aspiraba a entrar a una orquesta sinfónica, o a tener un contrato discográfico o a trabajar en un prestigioso estudio de grabación, ahora se habla de emprender, de tener una marca personal, proactividad, marketing, ser tu propio jefe, etc.
Adaptarse y sobrevivir
Como todo en la vida, hay grandes ventajas y enormes desventajas (que muchas veces no se toman en cuenta).
En nuestra región centroamericana no existe una gran industria como por ejemplo Colombia o México, por lo que la inmensa mayoría de músicos optan por emprender sus propios negocios para así poder vivir de la música.
Desde estudios de grabación, escuelas de música, café concerts, lugares con música en vivo, hasta salas de ensayo, venta o reparación de instrumentos musicales.
Esto es solo una muestra de lo que podés hacer en conjunto contener tu propio proyecto, ensamble, banda u orquesta y a la vez forma parte del quehacer de los músicos de la región más pequeña del continente, para poder mantenerse activos y poder aspirar a tener sentido del bienestar.
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Ninguna de las opciones es sencilla en una región acostumbrada a las crisis; es muy difícil que la sociedad consuma música de forma regular si no se siente en paz.
Se necesita una sociedad y economías estables para que los músicos podamos trabajar y prosperar. Por eso las escenas de Costa Rica y Panamá, los países más prósperos del área, son de las escenas de la región con más músicos activos.
Cuando estaba en la universidad aprendí muchas cosas maravillosas que me sirven día a día: teoría musical, armonía, solfeo, composición, contrapunto y otras tantas que agradezco profundamente poderlas entender, apreciar y utilizar.
Pero realmente en ningún lado te preparan para hacer negocios, a ver nuestra carrera como medio de vida para ganarnos el pan.
Es algo que los músicos nos da mucha ansiedad, pensar que no podremos ejercer nuestra profesión sin la presión constante de producir lo suficiente para tener un buen estilo de vida.
Esa es, al menos, la constante. Por eso siempre he dicho que dedicarse a la música no es solo para los apasionados, sino también para valientes. Es una profesión de aguante.
La música aparte de ser un arte maravilloso y sublime, también es un negocio. Por mucho que esa afirmación traume a muchos músicos, sobre todo los más jóvenes, siempre lo ha sido. Y uno muy grande.
Según el IFPI (Federación Internacional de la Industria Fonográfica) solo en 2019, la música generó cerca de 20.2 mil millones en el mundo, subiendo un 8.2% en comparación al 2018.
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Y eso que no estamos incluyendo lo que generan las universidades de música como Beerkle o la Royal College of Music, o lo que generan los estudios de grabación (caseros o profesionales), o la gente que chivea en hoteles, restaurantes, bares, etc, etc.
Acá te habla de las ventas físicas, digitales, derechos de autor, sincronización y shows en vivo de lo que ellos pueden rastrear. La música es una industria gigante y en contastante cambio.
Ahora bien, en Nicaragua y Centroamérica no llegamos ni el 0.5% de esa tajada. ¿Por qué? Pues porque somos una región subdesarrollada donde la música no es vista como industria, nos toca a los músicos que vivimos en esta región tan convulsa inventarnos el día a día. Para nosotros emprender no es una opción, es la norma.
Por eso me gustaría hablar, bajo mi experiencia, del lado positivo y negativo de emprender como músico y algunos tips para aquellos valientes y apasionados.
POSITIVO
Dedicás tu tiempo a lo que más amás
Ya sea que seás un productor de música para bandas de rock o para marcas comerciales, ganar dinero de la música, aunque sea poco, ojalá y mucho, es extremadamente satisfactorio. Es un sueño mágico que cobra vida cuando te pagan por hacer lo que más te gusta.
Sos tu propio jefe
A menos que estés trabajando para el estado o alguna empresa privada, los músicos somos nuestros propios jefes. Podemos decidir desde cuánto cobrar por chivo, hasta qué días ensayar, estudiar o dedicarle tiempo a nuestras familias.
Podés abarcar muchas áreas
Desde tener varios proyectos musicales, a dar clases, a tener un estudio de grabación o tener un negocio paralelo, los músicos casi siempre tenemos varios ingresos, cosa demasiado importante en una carrera muy inestable. Si alguno falla (que seguramente lo hará), tenés otro que te sirva para amortiguar el golpe.
Conocés mucha gente igual de apasionada que vos
A los músicos usualmente nos gusta estar rodeados de músicos, o de gente que comparta nuestra pasión. Desde managers, diseñadores y publicistas, todo el que tiene algo que ver con el mundo de la música es porque verdaderamente le apasiona.
Sos un ejemplo a seguir
Si ya de por sí es difícil emprender en cualquier área, ahora mucho más en la música. Es por eso que si te dedicás a la música en cualquiera de sus múltiples formas, sos una persona extremadamente admirable que merece el aplauso y respeto de toda la sociedad.
NEGATIVO
Inestabilidad
Un día estás ganando mucho dinero, al día siguiente nada. Un mes generás lo de tres meses, los siguientes seis meses no hay nada. Los ingresos de un músico son usualmente muy volátiles, por lo que es recomendable diversificarlos.
Trabajás demasiado
He tenido amigos músicos que trabajan de lunes a domingos en sus estudios de grabación, en sus proyectos, dando clases, tocando dos o tres veces en un día. Ser músico en general puede llegar a ser agotador.
No tenés garantías
He conocido músicos que llevan un par de año tocando y ya tienen ingresos y estabilidad que muchos músicos que llevan mucho más tiempo no logran alcanzar. Es la parte más compleja de dedicarse a la música. Hay un factor de suerte, pero para que ese elemento se achique hay que prepararte lo mejor posible.
Debés saber hacer muchas cosas
Si sabés producir pero no sabés tocar ningún instrumento, si sabés cantar pero no tocás nada, si entendés de teoría musical pero no podés explicarla, el campo de trabajo se hará mucho más chico.
Usualmente los músicos están obligados a saber tocar bien su instrumento, aprender a cantar, aprender producción, aprender sobre marketing digital, diseño, edición de audio y video, reparar y mantener sus instrumentos (y los de los otros), management, y un largo etcétera. Puede llegar a ser verdaderamente abrumante.
Es fácil aislarse
Si bien es cierto que conocerás mucha gente, no tendrás tiempo para trabajar esas relaciones interpersonales, o dedicarle tiempo a tu familia. Es común que los músicos nos conozcamos más por nuestros logros profesionales que por los personales.
El no tener tiempo físico para cultivar las relaciones desembocará inevitablemente en un aislamiento más y más pronunciado bajo el espejismo de una cada vez mayor popularidad.
Donaldo Sevilla, conocido por su columna como El Melómano, es fundador del Centro de Estudios Musicales, para más información de los cursos que ofrecen seguilos en sus redes sociales.