Una de las experiencias que más rescato de mi trabajo fue cuando coordiné un proyecto de prevención de violencia desde el arte y cuando trabajé con adolescentes en conflicto con la Ley, durante todo ese tiempo, con mis colegas, también procuramos bailar mucho y conversar mucho sobre nuestros sentires; pienso que para poder acompañar esos procesos tan complejos, simultáneamente tenemos que hacer mucho trabajo de recuperación de la energía.
“Es importante, como artista, saber que cuando hacemos performances, abrimos procesos emocionales. Creo que es potente saber que tenemos la capacidad de generar espacios empáticos, que aunque no son terapia, si se convierten en espacios terapéuticos. Es vital no dejar procesos abiertos.
Porque también nos carga como artistas, el hecho de no saber cómo lidiar con las historias de las personas, cuando se proyectan en nuestras obras. Y si como artistas no hemos trabajado nuestra historia personal, nos cuesta más gestionar esas interacciones. Yo no puedo dejar la piel en una obra y mostrarme, sin tener acompañamiento emocional que me guíe. Porque no se trata de revictimizarme, sino de convertirlo en un diálogo conmigo misma, para crecer a través de la experiencia”.
Alejandra Medina, artista visual guatemalteca
Es decir, nutrir de alegría el cuerpo y de recuperar otros registros afectivos, vitales y creativos para continuar. Uno de los aportes fundamentales del arte a los activismos ha sido incluir estos nuevos repertorios emocionales que antes no se reconocían como tal.
Impacto del modelo de activismo en el cuerpo
Para mi, la huella emocional en algún momento fue devastadora, en algún momento sentí que ya no podía más estar en contacto con las violencias, porque hubo un momento en que el foco de reflexión solo era sobre violencias, todo el tiempo. Eso fue muy agotador.
Ahora existe una mayor consciencia de lo importante que es cuidarse a una misma en ese caminar. Es decir, reconocer las violencias y el impacto que tienen sobre el cuerpo, pero también de permitirse digerirlos así como de decidir qué hacer con ellas. Claramente las violencias son las que impactan el cuerpo, sin embargo, el activismo aumenta la consciencia de esas violencias y de sus impactos. Y eso puede volverlo denso y complejo para convivir.
“Se pueden tener registros interminables de enfermedades, tanto a nivel físico como a nivel mental. Por ello, es necesario expresarnos para poder sanar todos los eventos que hemos vivido. Si no se expresa con palabras, el cuerpo lo va a hacer. He acompañado casos donde las personas no lograron expresar eventos muy complejos y desarrollaron afonías, y lesiones en las cuerdas vocales. La vivencia del dolor te lleva hacia adentro, casi de forma natural, pero requiere ser expresado”.
Julieta Kühl, psicóloga social nicaragüense
Es importante recordarnos que “no siempre tenemos que estar viviéndolo todo”, se trata más bien de modular que es lo que se puede digerir y procesar. Muchas veces en estos trabajos estamos tan “hacia afuera, hacia el cambio del mundo”, y eso es un trabajo enorme, que por eso es importante revalorizar nuestra propia importancia como seres sintientes y vitales. Nuestra vida importa y merecemos vivir.
Es necesario ver nuestros cuerpos y preguntarnos cómo nos vemos, como si fuera un ejercicio teatral ¿me noto con cansancio, tensión? ¿Cómo es mi mirada, hay enojo, tristeza o vitalidad?, de igual forma es importante escuchar nuestro lenguaje ¿mis palabras buscan entender, armonizar o busca agredir?
Estancarse en el trauma y el impacto psicosocial
En el ámbito de la psicología clínica y de la psiquiatría, se habla de somatización, para expresar que un individuo está manifestando un conflicto emocional o un trauma, de manera inconsciente a través de una enfermedad o padecimiento físico.
“Suele pasar que no se fluye con la vida, ‘algo’ impide seguir adelante, como si tuvieras una cuerda que te hala hacia atrás, y eso se traduce en, proyectos que no se concretan, ideas que no se materializan, o que nunca sentís plenitud con lo que estás haciendo. Como si algo en vos se marchita”.
Julieta Kühl, psicóloga social nicaragüense
Las artistas y activistas entrevistadas expresaron algunas de las afectaciones físicas que han experimentado en su trabajo:
- Insomnio
- Dolor de espalda
- Cansancio extremo
- Ansiedad
- Estreñimiento
- Dolor de cabeza
- Opresión en el pecho
- Ardor en el estómago
- Decaimiento
- Depresión
Pero a nivel colectivo también sucede, en los 90 Nicaragua recibió uno de los índices más altos de cooperación internacional y no se logró trabajar el tema de desarrollo institucional, porque no se había trabajado el tema de la desconfianza, por ejemplo, y esta era una secuela de la guerra.
Si no se han trabajado los traumas que nos afectan, siempre será muy difícil desarrollarse con plenitud en otras áreas. Esto impide construir y desarrollar proyectos de vida.
Secuelas de la violencia sociopolítica que podemos detectar a nivel social:
- Miedo
- Silencio
- Desconfianza
- Violencia
Se pueden identificar cuando se observa que existe una gran dificultad para construir institucionalidad, cuando existen relaciones de competencia laboral y los vínculos están fragmentados. Cuando existen dificultades para compartir nuestros conocimientos con otras personas, nos seguimos relacionando desde la carencia, que también es otra secuela.
“Muchas veces nos quedamos actuando desde la rabia, y creo que eso es importante legitimarlo, sin embargo, tuvo un costo muy alto en mi vida, comunicarme y relacionarme con el mundo desde el enojo.
Cuando hay traumas en tu vida, solemos ver el mundo desde esos traumas, reteniendo toda esa experiencia. Es necesario transitar las vivencias dolorosas, pero es necesario trascender de ese lugar. Suele suceder que muchas veces nos enfocamos en el evento traumático de una persona y se agarra como trinchera de la que no se sale”.
Ceshia Ubau, cantautora nicaragüense
En este sentido, es fundamental tomar como base estos impactos para poder crear desde otros espacios más sanadores, porque la lógica del conflicto y de la guerra está bien aprendida, y se ha reforzado con los años. Hay que dar una mirada a nuestras historias personales y familiares, pero también, se trata de hacernos conscientes de que las secuelas están allí, están en las calles. Y si eso no se aborda, contribuye a que se repita el guión.
Es parte de un proceso en el que es vital expresarse, es necesario darle un lugar al dolor y validar la rabia de lo vivido, sin embargo, para transformar el guión, no se puede quedar accionando desde allí, pues se corre el riesgo de recrear una y otra vez el mismo escenario, viendo el resurgir de esas heridas no resueltas de diferentes maneras. Es un proceso de ir y venir en la historia, para re-tejer lo vivido a nivel social.
“Trabajar con mujeres me hizo volver la mirada hacia mí, y mis trabajos estaban relacionados en ese momento a mujeres que no miraban sus rostros.
Hasta hace poco he estado reflexionando sobre la importancia de que se caigan nuestras máscaras para poder ver quién somos realmente. Hoy me motiva trabajar desde la empatía y la comprensión”.
Aleka Medina, artista visual guatemalteca
Todas las heridas que no se sanan, pueden convertirse en una bandera de lucha, con la que vamos por la vida reclamando justicia y de alguna manera “ajusticiar”, por ello, es fundamental prestar atención al lenguaje que usamos para nombrar la realidad así como para la construcción de los mensajes que promovemos a nivel social.
Podés descargar la guía de autocuidado para artivistas de Centroamérica del Proyecto Enraizar AQUÍ