Cuando le preguntan hace cuanto trabaja en el teatro, Grettel Méndez Ramírez sonríe y asegura que no puede recordar cuándo empezó a actuar, ni cuando entendió que parte de vivir de este arte, está en la autogestión, en hacer de tripas corazón y casi pagar para poder verlo realizado.
Grettlel Méndez Ramírez (Costa Rica) es licenciada en Artes Escénicas, actriz, directora, gestora cultural y docente universitaria. Para el año 2000, ya actuaba y dirigía en Detrás de la máscara, y recientemente presentó en el Teatro Universitario con Casa sin Bernarda, una puesta en escena que toma como referencia el clásico de Federico García Lorca, La casa de Bernarda Alba. Entre ambas piezas, su arte ha madurado y pasado por diferentes etapas tanto desde la actuación, la dirección, el artivismo y la autogestión cultural.
Luego de graduarse en la Universidad de Costa Rica y la Universidad Nacional empezó a trabajar de forma independiente, pero rápidamente se unió al Grupo de Teatro Abya Yala, con quienes trabajó muchos años y espectáculos diversos. «Fue mi segunda escuela, yo creo que uno se forma más después de las escuelas, y el Teatro Abya Yala. Ahí aprendí el valor y el poder del entrenamiento actoral y lo que es crear de manera colectiva e interdisciplinar y maduré mucho sobre la investigación interdisciplinar», recuerda.
A partir de ahí, cuenta, empezó a andar su camino, en ocasiones junto a ellos, otras sola, donde mezclaba el teatro y el performance y entender que «el teatro puede ser cualquier cosa. El teatro contemporáneo nos permite muchas cosas como encontrarte con otros colectivos donde generar piezas interdisciplinares». De esta mezcla y colaboración, también desarrolló y evolucionó su forma de hacer artivismo, principalmente junto a Las Hartas, con quienes recientemente creó La Santa Luchona.
Contra la violencia
Es en medio del artivismo que Grettel se mueve sobre las tablas. Si bien tenía experiencia en este ámbito, «fue con ellas –Las hartas- que lo maduré. Ya lo venía haciendo de manera inconsciente; tenía un proyecto social con la Universidad de Costa Rica, donde mezclaba arte y pensamiento político sobre el tema de violencia a través de performance, teatro, lenguajes artísticos, pero creo que con el colectivo ya ha madurado porque es un colectivo artivista», explica.
Todo esto, de alguna manera confluye en Casa sin Bernarda, obra codirigida con Luisa Pérez Wólter con quien escribió el proyecto ganador del concurso FUERA DE del Centro Cultural España en Costa Rica, que permitió la puesta en escena.
La premisa inicial de la pieza surge de una pregunta: ¿qué pasa si sacamos a Bernarda de la ecuación? La novela de Lorca tiene muchos elementos de machismo y patriarcado, y el grupo decidió tomarlos, sacar a Bernarda de la historia y contarla desde Adela, la hija mayor de Bernarda, otro de los personajes de la icónica obra.
«Lo que teníamos claro era que teníamos ejes de partida. El tema de la muerte, la violencia de género y extraer a Adela de Lorca era inevitable. Queríamos construir el viaje de Adela y encontramos un puente importante. En el texto teatral de Lorca, Adela es llevada al suicidio y rápidamente encontramos el paralelo de Adela que es llevada a quitarse la vida con los feminicidios, cuando la muerte no les llega de forma natural, sino que la vida les es robada. Nos montamos sobre la idea de construir el viaje de Adela como una mujer asesinada y a través de ella, contamos la historia de otras mujeres asesinadas en Costa Rica y Centroamérica, porque todas podríamos ser Adela», explica Grettel.
«Crear se está volviendo casi un lujo y la pandemia acrecentó eso»
Teatro como medio
Para la también directora, el teatro, y todas las artes en general, pueden ayudar a que la gente abra sus mentes y escuche los mensajes que cuentan las obras. Sin embargo, reconoce que no es obligatorio convertir el escenario en un canal para ser políticos. «Es una decisión personal, pero el arte sí que tiene esa capacidad de tocar temas tan sensibles de manera poética, metafórica que hace que la gente se abra», agrega.
Grettel ha elegido que su trabajo facilite llegar y tocar esas sensibilidades, principalmente las relacionadas a la violencia estructural de nuestras regiones. Tal fue el caso de Casa sin Bernarda que ha recibido buenos comentarios entre el público e incluso, notaron que hubo reacciones fuertes entre los espectadores. «La sensación que tengo es que la pieza está calando porque la gente devuelve cosas interesantes a nivel conceptual, sensorial y emotivo», destaca.
Otro ejemplo es La Santa Luchona pieza, que considera es una forma de agrupar la resistencia contra la violencia callejera, de género al encontrar una ‘santa’ en mujeres comunes que representan esa defensa.
El futuro del teatro centroamericano
Para Grettel, el teatro atraviesa un momento complejo, en toda la región, no sólo en Centroamérica, principalmente desde el punto de visto presupuestario tras la pandemia del Covid-19.
«Me preocupa mucho la gente que estudia teatro porque uno se pregunta dónde van a trabajar, ¿no? El teatro requiere mucha autogestión, hay poca ayuda y eso hace que desde hace mucho tiempo que hacer teatro es poner dinero, uno tiene que acabar casi pagando por lo que va a montar», lamenta.
Muchas veces, como es su caso -pese a que todas estas facetas las disfruta y agradece- la academia y las instituciones públicas se ven como la salida en este contexto. Sin embargo, esto no le permite dedicar el tiempo que desearía para la creación.
Pero no todo es negativo. La actriz destaca que cada vez hay más mujeres en proyectos de dirección artística. «Antes la dirección era territorio de hombres, creo que ya está cambiando por dicha; por la misma necesidad y la tensión económica hay mucho ejercicio de autogestión en el teatro, la gente joven sobre todo está haciendo sus propios proyectos, aunque es muy dificil todavía».
Futuros proyectos
Grettel espera poder presentar una segunda temporada de Casa sin Bernarda, incluso desea poder llevarla a otros países y al mismo tiempo continúa buscando nuevas historias que contar.