La Asociación Quincho Barrilete nace hace 23 años cuando en los años noventa las secuelas de la guerra habían dejado muchas niñas, niños y adolescentes en las calles, pidiendo en los semáforos.
Entonces el padre Antonio Castro, párroco de la Iglesia La Merced, decide fundar la asociación con un enfoque meramente asistencial en un principio, “se atendía al niño en el semáforo, se le daba ropa, medicamentos, comida y lo dejabamos, luego vinieron otras organizaciones que se sumaron a la causa y vieron que la niñez y la adolescencia estaba desprotegida ante la violencia sexual, entonces se dio un giro al objetivo de la asociación en el 96 o 97 y se comienza a trabajar con énfasis en explotación sexual comercial”, explica Gabriel Martínez, encargado de la comunicación y divulgación de la Asociación Quincho Barrilete.
Después, para el año 2000 se realiza una estrategia de atención integral a la niñez y adolescencia, víctimas de violencia sexual y en riesgo de adquirir VIH, porque ese es uno de los factores que los hace más vulnerables, como también la deserción escolar, consumo de drogas, enfermedades de transmisión sexual, abandono o desintegración familiar, la discriminación y el estigma que reciben por parte de la sociedad.
Es así como Quincho Barrilete despliega su protección y apoyo a través de la atención y prevención que se le brinda a la niñez y adolescencia que está en riesgo en los barrios de Managua, donde hay expendios de drogas, grupos violentos o pandillas, violencia sexual, etc. Lo que hacen es captar los casos o las posibles víctimas a través de 300 líderes comunitarios en toda la capital, capacitados para que sepan reconocer y cómo actuar ante distintos casos. “Hasta el momento, la prevención se desarrolla en los barrios Milagro de Dios,18 de Mayo, Walter Ferreti y 19 de Julio”. Ahí, en los puntos comunitarios reciben de lunes a viernes reforzamiento escolar, merienda, un paquete escolar y talleres de habilitación técnica gratuitos como confección de hamacas, manualidades y repostería”.
Por otro lado, la asociación se encarga de atender a las niñas, niños y jóvenes víctimas en el Centro de Atención Integral, donde se les da un paquete más completo con atención médica, exámenes clínicos, terapia psicológica, charlas familiares, educación, cultura, recreación y deportes para que puedan superar el trauma poco a poco.
También se trabaja con las madres y padres, puesto que no sirve de nada sólo tratar al niño, aunque no siempre sucede exitosamente por la negligencia de muchos progenitores, “en ese caso buscamos un referente afectivo como tíos, abuelos, hermanos y hasta vecinos, hacemos paseos o encuentros para fortalecer los lazos familiares”. A veces es difícil esa parte porque han habido ocasiones donde son los trabajadores de la asociación, quienes se la pasan preguntando cómo van en clases, hasta llaman a la psicóloga a cargo en vez de a la mamá y esa no es la idea. “Entonces cuando vemos que sus progenitores no se hacen responsables, procedemos a medidas legales para que los derechos de la niñez y la adolescencia no se vean violentados”.
Paralelo a esto, trabajan directamente con la comunidad, hacen ferias dinámicas de prevención de todo tipo de violencia, “es decir, no llegamos a dar la típica charla aburrida, sino que lo hacemos con dinámicas lúdicas y vivenciales para así captar más gente”.
Ahora la meta es seguir trabajando en la prevención y en la búsqueda de oportunidades de trabajo para las víctimas que se han graduado de los talleres. “Tenemos adolescentes que han sido graduados pero no consiguen trabajo. Por ahora estamos resolviendo en gran parte con un fondo semilla que conseguimos a partir de un proyecto financiado por Casa Canadiense, así formamos una cooperativa de belleza y de hamacas, los jóvenes más emprendedores llegan 3 veces a la semana a trabajar y lo que produzcan se envía a Canadá, Estados Unidos o Europa, depende de donde nos hagan el enlace. Así ellos tienen su ganancia y el resto es para comprar materiales”.
Sin embargo, no todo ha sido tan fácil, a causa de la falta de fondos trabajan solo 15 personas de las 50 que se encontraban en la asociación y no tienen la cantidad de talleres que desearan, de hecho han reducido el grupo que atienden de 250 a 100 o 150 y es preocupante porque en cada barrio hay alrededor de 30 niños con un problema diferente. De todas maneras esto no los amedrenta, Quincho Barrilete sigue ahí en pie con los mismos deseos de proteger y prevenir a la niñez y a la adolescencia, “no hacemos nada con quedarnos aquí en la oficina con aire acondicionado sin ir a trabajar donde en realidad está el problema, esa es una de las características de los que estamos metidos en esto, que nos gusta trabajar de cerca con la comunidad. Muchas veces por no abandonar lo que se ha ido mejorando o por no desamparar un caso, hemos ido voluntariamente porque esto es un compromiso social más que monetario”, puntualiza.
Si voluntariamente querés formar parte de este bonito proyecto y tenés experiencia o estás estudiando en el área de trabajo social y sicología, podés mandar una carta de intención y tu currículo al siguiente correo: [email protected]. Para mayor información: http://www.quinchobarrilete.org.ni/
Fotografías cortesía por Asociación Quincho Barrilete