Dice Ernesto Cardenal que hubo cuatro milagros en Solentiname: la pintura primitiva, la artesanía de madera de balso, El evangelio en Solentiname y la poesía campesina. Pero, según él, “ahora se puede hablar de un quinto milagro: el de la fotografía de las niñas y niños de Solentiname”.
La historia singular de cómo nacieron los talleres de fotografía – que permitieron que las niñas, niños y jóvenes de las islas captaran más de 60,000 imágenes de su archipiélago – ahora se puede conocer a través de los escritos personales de Tiago Genoveze, el instructor de los talleres, que se presentan en este libro a lado de las fotografías más impactantes hechas por sus alumnas/os.
¿Qué hace un brasileño en Nicaragua en plena temporada del mundial? Nada relacionado al fútbol, debo aclarar. Han sido muchos los acontecimientos y las razones (si se les puede llamar así) que en 2010 trajeron a Tiago Genoveze a este país con el objetivo de impartir talleres de fotografía, labor que se tomó muy en serio durante su año en Solentiname. Ahora Tiago está de regreso para presentar Miradas de Solentiname: fotografías y reflexiones, un libro, subráyese único en su clase, que reúne una selección de 245 fotografías tomadas por niñas, niños y jóvenes del lugar, y que narra la historia de cómo se hicieron. “No se pueden negar algunos logros de Solentiname”, comenta Ernesto Cardenal en el prólogo hecho para este libro, “la importancia de este acontecimiento es lo que me ha hecho ahora escribir este prólogo, quebrantando el voto que había hecho desde hace muchos años: de no escribir ningún prólogo a nadie”.
Hace menos de una semana tuvo por primera vez el libro en sus manos, después de permanecer viéndolo en la computadora todo este tiempo (desde que regresó a São Paulo a mediados de 2011). “Lo primero que pensé fue que no era capaz de verlo, más bien lo veía pero no lo miraba”, dice Tiago, a quien entrevisté en vísperas de la presentación oficial del libro este martes 17 en el Centro Cultural Pablo Antonio Cuadra. Está nervioso, confiesa, pero los días se le han ido en organizar este evento y el traslado de los libros a Solentiname, donde repartirá 200 ejemplares (priorizando a sus alumnas/os y a las dos bibliotecas locales).
Tiago y Solentiname
La primera vez que Tiago supo del lugar, fue a través de Apocalipsis de Solentiname, este cuento de Julio Cortázar, lleno de adjetivos y sin ningún hilo narrativo aparente, sobre su visita clandestina al archipiélago en 1976, invitado por Cardenal. Julio describe en el texto su admiración por los cuadros primitivistas hechos por los lugareños: “Sergio (Ramírez), que llegaba, me ayudó a tenerlos parados en la buena luz, y de uno en uno los fui fotografiando con cuidado, centrando de manera que cada cuadro ocupara enteramente el visor”. A estas alturas, tres años después de haber vivido la experiencia que cambió su vida, Tiago dice que el cuento en sí no le provoca tanta sensación, pero sí saber que fue debido a él que llegó a Solentiname: “una obra de arte nos puede inspirar y llevar en una dirección”.
La idea de hacer un proyecto fotográfico con niños y niñas vino a Tiago después de haber visto un documental llamado Los niños del barrio rojo, en el que la fotógrafa inglesa, Zana Briski, les enseña el mundo de la fotografía a un grupo de niñas y niños de las prostitutas de la zona rosa de Calcuta, India. Tiago cuenta que estaba muy insatisfecho con la vida que llevaba en la Universidad de Boston, y el documental lo hizo decidirse por hacer el proyecto: ahora solamente necesitaba un lugar. Fue entonces cuando recordó Solentiname y empezó a documentarse. “Solo encontraba textos de los años 70 y 80. Yo me pregunté por qué un lugar que tuvo tanto impacto histórico de repente desaparece. Ese fue el punto decisivo para escoger Solentiname”, rememora.
“Fue un encanto”. Tiago puso cámaras en las manos de los chavalos y de las chavalas, algunos adultos dijeron que se iban a fregar o que las robarían, pero no paso así. Les dejaba fotografiar libres por un par de horas, luego les fue dando confianza y se las prestaba de un día a otro para que pudieran tomar fotos por la noche, y en ocasiones por toda una semana para que fotografiaran con más libertad; y así se le fue el año. Vivía en un pequeño hostal familiar, se levantaba temprano, pescaba, jugaba fútbol (para entonces se vivía el mundial Sudáfrica 2010) y se bañaba en las aguas del lago Cocibolca.
El libro
Las imágenes de Miradas de Solentiname: fotografías y reflexiones plasman la experiencia mejor que cualquiera de estos párrafos. En muchas se puede observar la intersección de las/os fotógrafas/os; una foto de una niña tomando otra en dirección al espectador (al fotógrafo, en su momento), en otra vemos a tres fotógrafos en un barco y después a otros tres fotografiando una vaca. También algunas en las que sale Tiago con las/os chavalas/os. Caras redondas, alegres, afligidas o serias, es una mezcla. Paisajes, casas, animales. Pareciera que nada de lo que se fotografió fue visto antes, ni siquiera por las niñas y los niños, da la impresión de que fue a través del visor que vieron por primera vez.
Leerlo es hacer un viaje a Solentiname en compañía de los niños, las niñas y los pensamientos de Tiago. No fue fácil empaquetar toda esta experiencia en un libro, éste ha cambiado innumerablemente en su proceso. Tiago regresó a Brasil a mediados de 2011, no sin antes organizar dos exposiciones fotográficas en Managua, a las que trajo su pequeño ejército de fotógrafas/os armado, todavía, con sus cámaras. Desde entonces piensa en la publicación, comenzó a leer los siete diarios y los incontables correos electrónicos que escribió, para escoger, un año después, los textos que aparecerían en el libro que ahora, finalmente, está publicado.
Después de presentar su libro en Solentiname, lo presentará en Costa Rica. Estará en Nicaragua hasta el diez de julio, y desde ya se prepara para volver a São Paulo, una ciudad que lo espera con veinte millones de habitantes y un ritmo de vida acelerado. La primera vez que regresó a São Paulo la pasó muy mal. “Me había acostumbrado al ritmo de vida aquí, con mucho tiempo para mí mismo. São Paulo es una ciudad caótica”, dice. “Todo este proceso ha sido muy intenso”, sella. Ahora que ya terminó quiere descansar de este proyecto y del libro por un tiempo, aún no tiene fecha de regreso a Nicaragua, por el momento su única preocupación radica en cómo llevará los libros a Solentiname. Secos…
Pueden visitar el sitio web del proyecto: https://www.miradasdesolentiname.com