Practiqué muchísimas veces, promoví el evento, llegaron amigos, conocidos y varios fans de mi música. Hice todo lo que se suponía, pero no di el concierto que yo me imaginaba.
¿Qué pasó?
No lo disfruté.
No lo “tripié”.
No estuvo a la altura.
¿Fui yo?
¿Fueron los demás?
Todo músico que se jacte de serlo ha tenido un mal concierto, toque, chivo o como le quiera llamar. No lo disfrutás y pasás todo el evento deseando que termine. He cantado y cantado en vivo, y durante esos momentos he tenido muchos percances que me han hecho entender – a las malas – la Ley de Murphy: “Si algo puede salir mal, saldrá mal”.
Me he electrocutado, caído, tropezado, cantado sin monitores, sin poder escuchar nada en lo absoluto, tocado en vivo en lugares donde la tarola rebota en todas direcciones y el bajo es solamente un zumbido sin sentido. He cantado para las mesas y meseros, no me han pagado, he perdido la voz en medio de un “toque” y esquivado botellazos de un público intransigente. He cantado en un montículo de tierra con el peor audio de la Historia.
Basándome en mis experiencias, les brindo algunos consejos para superar el impase y no caer en el negativismo:
Relajate:
Pensá en que a todo mundo le ha pasado lo mismo alguna vez. ¿Que el concierto fue un desastre? ¡Bienvenido al club! He leído historias desastrosas de músicos como Sting, Paul McCartney y Jethro Tull, quienes hubieran preferido quedarse en sus casas viendo televisión, que experimentar el horror de tener un mal concierto. Y es que muchas veces cantar en vivo es tirar de cierta forma una moneda al aire. Muchas cosas pueden salir mal, sobre todo el audio, los monitores, la acústica del lugar.
Identificá el problema:
¿Qué fue lo que salió mal? ¿Fui yo el que me equivoqué de acorde cada dos compases? ¿Fue el audio del lugar? ¿O fue el sonidista que la cagó? Son varios los factores que influyen para tener un mal concierto y es preciso trabajar en ellos para que no se repitan. Si fue algo en concreto, resolverlo. Si fue un sinnúmero de factores, anotalos por jerarquía y priorizá los más importantes.
Resolvé el problema:
Vos y tu banda ya identificaron la situación. Si fue por un mal sonido, podrías cambiar al técnico o contratar a otro técnico, revisar la ecualización de la consola, la acústica del lugar, o sentarte con el responsable del audio para ver de qué forma pueden trabajar para resolver esos percances.
Si fue porque te equivocaste mucho la solución obvia sería practicar, practicar y practicar. Estar en el escenario puede hacerte crecer y verte como un dios de la música, o de plano reducirte a nada y exponer al máximo tus debilidades. Si el problema fue con el promotor por una mala promoción, mal lugar para tocar, una convocatoria pésima y demás, pues toca reflexionar al respecto.
La autopromoción es necesaria, así que si sos músico evaluar qué tanto querés estar involucrado en la organización y convocatoria.
Solicitá consejos
La opinión de terceros puede ayudar a entender el problema. Probablemente los monitores fueron un desastre y no te escuchaste del todo, pero probablemente el sonido en la sala estuvo bastante bueno y sonaste de maravilla. En ocasiones el peor verdugo sos vos mismo. Si hay colegas músicos en el lugar pediles que sean lo más sinceros. Es muy posible que tengan más experiencia en ciertos aspectos y te permitan ver las cosas de otra manera.
No importa si vas a tocar frente a 20 mil personas en un festival, o para diez en un bar. Los mejores conciertos son aquellos que no necesariamente están repletos, sino esos durante los cuales conectás tu yo interior con los demás. Ese momento en el que levitás por un par de segundos hace que valga la pena armar un concierto y mejorarlo hasta la perfección.