La relación entre la música y la literatura ha sido de las más antiguas y provechosas colaboraciones que se han producido entre las distintas manifestaciones del arte. La poesía nació unida con la música, canciones y rimas se emplearon primeramente para que se recordaran los comportamientos de la sociedad. La música y la literatura han estado ligadas desde la época de los trovadores los cuales ligaban la poesía con la música.
Las relaciones que poseen ambas corrientes artísticas se centran en paralelismos, mutua influencia y similitudes, generando una simbiosis mágica que nos ayuda a ver de una forma más estética el mundo en el que vivimos. El tango es uno de los géneros que tienen una carga lírica que usualmente es bastante fuerte, llegando a ser poemas musicalizados que conmueven al que lo sabe apreciar.
Los cantantes y músicos optan por recurrir a la poesía y a la literatura para cantar, tocar o tomar versos de sus poemas favoritos. Se encuentran casos como el de Joan Manuel Serrat, Silvio Rodríguez, Joaquín Sabina, entre otros, que trabajan en proyectos que aúnan música y literatura. El escritor Mario Benedetti, que en su obra tiene poesía que podríamos decir es bastante accesible al público, encuentra atractivo para cantantes de todo tipo, desde comienzos de los años setenta, ha escrito numerosas letras de canciones, muchas de las cuales le fueron solicitadas por músicos y cantantes amigos, que las han ido incorporando a sus repertorios y a sus discos.
Un debate que en los últimos años se ha incentivado gracias a rumores de nominación al premio Nóbel de literatura a Bob Dylan, es que si la música puede llegar a considerarse un género literario como tal. La lírica de Dylan es una poesía avasallante que se ha ganada la admiración y respeto de muchos escritores y críticos de literatura.
Serrat apunta que “Dylan es un hombre que entiende las cosas de una forma lúcida y que aglutina todo el pensamiento de progreso, sin el cual no se entendería ni la música, ni los últimos cincuenta años”. Poniendo esto como referencia vemos que cuando el músico implementa más factores literarios y nutre su lírica leyendo y analizando grandes obras literarias, está alimentando su música de una forma tremendamente provechosa a la cual el público siempre responde.
Ojalá toda los que hacemos música tuviéramos como nutrición artística la literatura en cualquier de sus manifestaciones; así dejaríamos de escuchar letras sin sentido que hablan de frivolidades absurdamente superficiales donde los fanfarrones hacen alarde de su poca ingeniosidad recostándose de cuantas pocas neuronas pueden caber en una producción discográfica, (entiéndase muchos “artistas” de reggaetón).