Luego de su primera semana con la sala de cine llena, el documental Sueños de Birrete extiende su presencia una semana más (hasta el jueves 24 de marzo). No cabe duda que el esfuerzo realizado por CaLé Producciones junto al apoyo de Instituto de Estudios Estratégicos y Políticas Públicas (IEEPP) y el Centro de Estudios y Promoción Social (CEPS), ha rendido sus frutos y en Managua Furiosa nos enteramos porqué.
Las páginas de un libro, el uniforme, los pupitres y los números en la pizarra no solo se quedan en la memoria como imágenes constantes de nuestra niñez y adolescencia sino también como un recuerdo de nuestra esforzada búsqueda por la superación. Sin embargo, para muchos es algo más que eso y sin duda cada paso en el andar educativo exige más perseverancia, sacrificio y desvelos.
De ahí nace Sueños de Birrete, con una firme intención de poner la educación en la balanza para sopesar varios enfoques, cuestionar y proponer. No está de más afirmar que el nuevo documental suponía un arduo proceso de investigación y de la búsqueda de historias, por lo que CaLé Producciones ya trabajaba en eso un poco antes de estrenar el Canto de Bosawas en julio del 2014. «Fue largo porque hubo varias etapas, hicimos 14 grupos focales, 14 entrevistas a profundidad con expertos en el tema, además de una revisión exhaustiva de la bibliografía o antecedentes de todas las investigaciones que se han hecho en el país sobre educación. Luego había que sintetizar y hacer un informe desde la perspectiva de los distintos actores de la comunidad educativa», expresa Camilo De Castro, director del documental.
Es así como docentes, alumnos, padres de familia y directores moldearon con sus opiniones y experiencias el rumbo de Sueños de Birrete. La idea era entender realmente cuáles eran los temas de fondo y escuchando a los implicados fue como comenzaron a decidir desde dónde abordarían un aspecto tan amplio y coyuntural en nuestro país. «Llegamos a la conclusión que lo más importante es la relación del estudiante con el maestro en el aula de clases, hay que ver qué está pasando ahí y reconocer los desafíos que hay», comenta De Castro.
En el proceso de selección de las 4 familias, entrevistaron a más de 40 jóvenes, buscaban chavalos y chavalas con ciertas características pues sabían que calar en el público dependía de ellos y de qué tanto se podrían identificar con sus historias. «Tuvimos la oportunidad de trabajar con las familias de Keryms, Jefferson, Virginia y Oliver, quienes nos demuestran que están haciendo un enorme esfuerzo por salir adelante pero el sistema no les está retribuyendo adecuadamente y por eso es importante que empecemos a hablar del tema. No es suficiente con que los estudiantes asistan a la escuela, tienen que aprender y para eso tenemos que tener una noción mas clara sobre qué significa tener una educación con calidad», afirma De Castro.
Distintos enfoques
El equipo de producción conoció a Keryms, de Managua, cuando se preparaba para el examen de admisión de la universidad, se le dio un seguimiento por casi 6 meses hasta el día del examen. Les llamó la atención su perseverancia increíble, el carisma y el optimismo que demostraba.
El viaje a Chinandega se hizo inminente para conocer la historia de Jefferson y fue una decisión más que productiva, pues encontraron en la docencia de la escuela primaria y secundaria de la Fundación Pantaleón un ejemplo a seguir. «Trabajan de la mano del asesoramiento de Josefina Vijil, quien es Doctora en Pedagogía. Además, tienen un sistema de formación y evaluación de sus docentes», recuerda De Castro.
Ahí conocieron a la profesora Meyling, pues habían escuchado que era muy buena y que había logrado aumentar el desempeño de sus estudiantes. Cuando llegaron al aula de clases observaron a cada uno de los presentes y notaron a Jefferson, quien estaba haciendo una prueba de matemáticas con mucha inquietud: escribía, borraba, volvía a borrar y hasta hacía preguntas.
Lo que al inicio era una tortura, ahora es un gusto adquirido desde que comenzó las clases con la profesora Meyling. Pasó de repetir grados a ser un estudiante destacado y se nota su interés. «Al presenciar la clase, el cariño hacia los estudiantes era evidente y esto demuestra cómo la afectividad es fundamental en el proceso de aprendizaje y además tiene un buen método de enseñanza, pues los involucra en el proceso con juegos, música, como una facilitadora».
Por otro lado, Oliver, de Juigalpa, les brindó la oportunidad de entender como los jóvenes sobresalientes percibían la educación y a su vez se nota que el factor de éxito es que el ambiente sea propicio para disfrutar del proceso de aprendizaje. A sus 18 años es un estudiante destacado que ha participado y ganado en las Olimpiadas Iberoamericanas de Matemáticas y fue el mejor estudiante de Nicaragua en el 2014.
En Rancho Grande, Matagalpa, Virginia junto a su hermana camina 2 horas para llegar a su escuela en donde «no están aprendiendo» y su historia logra que la audiencia vea lo triste que es enfrentarse a esa realidad sin otra alternativa. «Nos dimos cuenta qué tan mal esta la educación en las áreas rurales, si bien habían un par de profesores que se esforzaban todavía se ve que los alumnos están ahí por no dejar, lo hacen por salir del paso, pero no les interesa. No tienen materiales ni muchos libros, terminan copiando y repitiendo las cosas. También vimos fuerte énfasis en el reforzamiento escolar y pasar a los estudiantes de un año a otro aunque no aprendan», enfatiza De Castro.
Con estas 4 historias, la audiencia pasa por varias etapas a lo largo de los 65 minutos de duración del documental. Desde risa y llanto, hasta molestia y frustración. Mientras que a su vez todos los implicados ven los frutos de casi 24 meses de entrega al proyecto. «Quisimos ser respetuosos con estas familias y tratar de mostrar su experiencia de vida, sus sentimientos y opiniones de una forma correcta. También quisimos que fuera emotivo para conmover, porque lo interesante de los documentales es que lográs que temas menos accesibles sean más atractivos a un público más amplio, no es como escuchar una ponencia o leer una investigación o entrevista. La gente se identifica y piensa en su propia experiencia, toma conciencia de la situación y eso lleva a que nos cuestionemos y hagamos propuestas», afirma.
Quizás los sentimientos inciden sobremanera fuera y dentro de pantalla pues para De Castro la escena de Jefferson lo conmueven. «Para mí ese es uno de los momentos más reveladores del documental. Porque de eso se trata la educación, no hay nadie que no pueda aprender. En Nicaragua se tiene esa concepción de que si sos inteligente o no. Otra maestra le diría ‘sentate chavalo vago’ o la frase ‘es que no le entra en la cabeza, es que no puede’. Entonces nos volvemos conformistas y destruimos la autoestima, le quitamos seguridad. Eso es lo que hay que cambiar», asevera De Castro.