No hay nada más lejos de la realidad que creer que la mejor forma de educar a un niño es a través de la violencia. Sin embargo, el castigo corporal y trato humillante hacia los más vulnerables constituye una problemática fuertemente arraigada en nuestro país. La concepción errónea de que el castigo corporal es una forma eficiente de corregir a lxs infantes sigue estando normalizada en la sociedad nicaragüense.
Debido a esa cultura del maltrato que existe en Nicaragua, desde hace algunos años se han venido impulsando una serie de campañas que buscan prevenir la violencia hacia la niñez y adolescencia. Gracias a este tipo de acciones, el país logró, con la entrada en vigencia del nuevo Código de la Familia en el año 2015, formar parte de la lista de naciones que prohíben el castigo físico y el tratamiento humillante hacia niños, niñas y adolescentes.
No obstante, a pesar de la existencia de una ley, el mayor problema se encuentra en la mentalidad de lxs nicaragüenses; si realmente se quiere lograr un cambio, hay que trabajar desde la raíz, que son las ideas y conductas establecidas en nuestra sociedad. Es por ello que el Grupo Promotor del Buen Trato, conformado por agencias de cooperación y organismos promotores de derechos humanos, ha iniciado un plan para promover nuevas prácticas de disciplina positiva, teniendo como eje la disciplina desde el buen trato y la ternura. La campaña está dirigida, principalmente, a padres, madres, tutores y educadores, por ser estos los principales guías durante la niñez y la adolescencia. Sin embargo, la iniciativa también se ha orientado a periodistas y comunicadores, pues en ellos está el deber de sensibilizar a las personas y contribuir al cambio.
Un mal normalizado
Los estilos de crianza basados en el castigo corporal y trato humillante, como ya se mencionó anteriormente, son vistos como algo normal, e incluso positivo, en nuestra sociedad. No se tiende a reprobar la educación basada en los golpes, sino que se convierte en algo cíclico: «como mis padres me criaron así, así voy a criar yo a mis hijxs». Tal como señala Martha Toruño, procuradora de la niñez, las personas que fueron educadas con ese tipo de tratos asumen que fue una gran tarea de los padres, e incluso llegan a exaltarlo y a sentirse orgullosxs de ello. «Hay quienes alegan que gracias a ese tipo de prácticas no se convirtieron en delincuentes, sin embargo, las cárceles de todo el mundo están llenas de gente que ha sido maltratada», asegura Toruño.
Asimismo, la práctica del castigo físico se ha potenciado, en gran parte, por el adultismo, es decir, por la creencia de que los adultos están por encima de lxs niñxs y esto les permite elegir las formas de educarlxs, aunque signifique violentar sus derechos. Es un problema vinculado a las relaciones de poder, en donde el mayor se aprovecha de la condición vulnerable del infante, sin tomar en cuenta su condición humana, ni los efectos que este tipo de castigo pueda traer en su psiquis.
El maltrato solo genera niñxs y adolescentes inseguros, que son propensos a convertirse en futuras víctimas o victimarios al repetir un patrón visto en su infancia, lo que hace de la violencia un ciclo sin fin.
Fomentar la crianza positiva
La única solución para erradicar la violencia en la sociedad es fomentando una educación basada en el respeto, el amor, el cariño y la comprensión. No se puede pretender que a través de los gritos, humillaciones o golpes se alcanzarán resultados satisfactorios. Lxs menores deben ser escuchados, protegidos y criados en igualdad.
Una crianza positiva busca soluciones a largo plazo, establece reglas y límites, permite el diálogo, construye relaciones afectivas, enseña al niño o niña habilidades que les servirán en la vida, aumenta la capacidad y confianza, enseña la cortesía, la no-violencia, la empatía, el amor propio y el respeto por los derechos humanos. Una crianza positiva permite al menor expresarse y aprender a través de términos amables y comprensibles de acuerdo a su edad.
Educar a lxs niñxs y adolescentes desde el buen trato y el cariño es tarea y compromiso de todxs. Solo así lograremos una convivencia libre de violencia.
Escrito por Daisy Largaespada