Si bien es cierto que a lo largo de nuestras vidas todas las personas hemos sido víctimas de discriminación, hay muchas otras que convivimos con ella a diario, y me refiero a diario cuando hablamos de centros de trabajo, movimientos de acción política, bares, gimnasios, calles, el bus, en las consultas médicas… es decir en absolutamente todos los espacios públicos y privados en los que nos movemos y en donde por naturaleza debemos estar, o bueno, más bien por gusto.
Es verdad que cuando hablamos de discriminación, existen expresiones en las que ésta ataca con toda la furia, y en ese sentido la lucha por erradicar cualquier forma de discriminación contra cualquier persona debe ser una tarea conjunta de la sociedad para poder crecer y convivir en espacios verdaderamente justos y democráticos.
A pesar de que desde bien pequeño siempre he sido “notorio”, supe desde siempre que me gustaban los otros niños, me asumí desde que tuve uso de razón como un hombre homosexual, lógicamente en mi interior, imagínenme a los 7 años saliendo del clóset ¡faltaba más! A lo que quiero llegar en este punto es al escenario ese en el que todos piensan que las venas se abren y el infierno te traga por ser sexualmente diverso, y es que la discriminación como formal de violencia se encarga de posicionar este tipo de ideas en nuestros inconscientes.
Esto de ser un hombre gay de esos a los que a la patada se le nota, representa ser blanco de cualquier burla machista y degradante ¿o piensan qué es agradable tener que entrar a un baño público y que todos los trogloditas que están orinando piensen que entras para verles el falo y no necesariamente para hacer agua? ¡POR FAVOR!
Y qué decirles de las relaciones de pareja, en las que no podes ser ni un tanto delicado porque la respuesta por parte de alguno que otro compañero sería: para eso ando con una mujer, y qué decir cuando salgo a la calle para poder hacer una entrevista y la gente rechaza el acto de que una persona como yo sea la que ejerza el hecho de andar reporteando… que cansado se siente a veces, lo debo reconocer.
Me acuerdo en mis tiempos de universidad cuando cursaba la clase de taller de televisión y me tocaba simular una entrevista en vivo en la clase, una de las preguntas que sugirió el profesor de ese momento fue: ¿Crees que hay trabajo para personas como vos? A lo que contesté, creo que esa es una pregunta verdaderamente absurda, pero bueno así funciona esto de ser bien expresivo, a como dicen algunas personas.
No hablo desde la victimización esta vez, sino desde la transgresión y desde lo que podemos lograr respetando las formas de estar de cada quien en el mundo, la discriminación es perversa y atenta contra el desarrollo de todas las personas, ejercerla es en todos los casos un acto desdeñable que impide que las personas podamos sentirnos parte de y por ende seres diversos en sana convivencia.
A pesar de que estamos en pleno siglo XXI y que la homosexualidad en este país no está penalizada, existen aun derechos que deben ser conquistados y por los cuales hay que pelear, y eso nos obliga a poner los puntos sobre las íes aunque tengamos que nadar contra corriente.
Escrito por Elvis G. Salvatierra