El primer encuentro que tuvo Aída Barberena con la música clásica fue a los 7 años y desde ese entonces su vida gira en torno al canto, el piano y la flauta traversa.
Oriunda de Granada, esta joven ingeniera comenzó primero «obligada» a bailar folclore en La Casa de los Tres Mundos para luego pasarse a piano, cantar en el coro y aprender a tocar flauta.
«Después cuando empecé a estudiar en el Conservatorio de la Upoli la carrera de piano y un curso facultativo de canto los sábados. Actualmente estoy en el medio de canto y con Raúl Martínez, el profesor de flauta del Teatro Nacional Rubén Darío (TNRD)», cuenta.
Aída considera que es primero cantante y luego pianista, pues volvió a incursionar en la flauta hace poco, con la intención de tener en el futuro la oportunidad de tocar en una orquesta.
«En diciembre toqué con la orquesta juvenil del teatro y por eso me gustaría volver a tener esa oportunidad. Es totalmente otra experiencia que tocar o cantar sola», explica.
«Cantar es muy asbtracto»
Barberena se especifica en canto lírico y actualmente canta en dos coros, Calíope y en el coro del TNRD.
De igual manera, esta joven granadina está dedicada a la música a tiempo completo, pues trabaja en un proyecto de coros y orquestas juveniles.
«A cada músico nos asignan una ciudad a la que ir y dar clases, dirijo un coro de niñas y niños en San Ramón, Matagalpa, todos los sábados voy para allá», cuenta.
Con su experiencia como profesora de música ella recomienda que los padres y madres de familia incluyan a la niñez en actividades extracurriculares, pues ayuda mucho en su independencia y en la manera de explorar otros talentos.
Asimismo, para ella «cantar es muy abstracto, no es como un instrumento que yo voy al piano, toco Do y sale Do; cantar no es así, sino que me voy a imaginar el Do y lo voy a hacer por alguna razón. Que tu voz suene de una manera o la otra, está en tu cabeza», explica.
Enseñar y crecer
Con su coro de niños/as Barberena se ha dado cuenta que la pedagogía es algo que la motiva mucho y quiere seguir haciéndolo.
«Ver el cambio que generás, ir a las comunidades más remotas y que escuchen algo más de lo que están acostumbrados, que vean que hay otro tipo de música».
Un recuerdo inolvidable para ella fue cuando cantó con el coro en la misa campesina interpretada por Carlos Mejía Godoy y los de Palacagüina.
«Estábamos cantando Vivirás Monimbó y como tiene una gran parte instrumental, don Carlos vino hacia nosotros y nos sacó a bailar (risas). Yo me atreví y bailé aunque después casi no podía respirar al cantar. Y pensé que era una gran coincidencia que yo estuviera ahí cantando pero que también bailo folclore, porque mi mama obligó y fue muy útil en el momento», recuerda.
Para Aída en el país hay muchas más coristas mujeres, pero en las orquestas hay muchos mas instrumentistas varones y eso genera prejuicios.
«Las mujeres siempre somos minoría, me gusta pensar que las cosas cambiarán en tanto las niñas de nuestra generación tengan un modelo a seguir», comenta.
Con el proyecto Calíope ha sido difícil encontrar referencias y se dieron cuenta que muchos coros de mujeres están dirigidos por hombres, «eso no significa que porque no existe no lo vamos a hacer, necesitamos más líderes mujeres en gremios dominados por hombres», expresa.