Alejandro Mejía es el rockero insigne que une generaciones en sus conciertos, con sus canciones acunó el rock nicaragüense de hoy en día y llenó de letras críticas y realistas los reproductores de muchos jóvenes ansiosos por nutrirse de la música nacional. En Managua Furiosa tuvimos el honor de tener una noche de pláticas con él, donde el eje de todo fue su gran y atesorada pasión: la música.
«Me metí en el mundo de la música porque desde chavalito me empapé de ese mundo, me llevaban a los conciertos de mi papa y así me fui empapando de esa onda. Entonces en el 86 en el colegio Rigoberto López Pérez con un grupo de amigos y Ramón Mejía, mi primo, hicimos un grupo de Heavy Metal llamado Simetra; entonces cantábamos covers de Angeles del Infierno. Y en ese año fue cuando hice mi primer concierto, entonces yo celebro siempre mi aniversario contando desde ese primer concierto, el 30 de mayo del 86».
CPU (Contra Politicos Ultrajantes) llega después de años de no cantar en el año 1999, porque se dedicó a la percusión, ahí fue donde empezó otra etapa con Salvador Cardenal, Salvador Bustos, Mario Montenegro su tío y su papá.
Después de CPU sale Grupo Armado, Biquentios Chávez acababa de venir de España de estudiar ingeniería en sonido y a raíz de la muerte de CPU ambos forman Grupo Armado que duró como dos años. Después pasa a Cargacerrada que es el grupo actual con el que ha forjado su presencia en los escenarios.
«En influencias tengo de la música de los ochentas que fue donde viví parte de mi infancia y adolescencia, pero también tengo mucho de los 70 y 60 que escuchaba mi papa como Led Zeppelin, Beatles, Jimi Hendrix, ese fue el primer rock que escuché, porque mi papa eso me ponía, me acuerdo porque me ponía esos audífonos grandes y los escuchábamos en discos de acetatos».
A lo largo de su trayectoria Alejandro ha tenido 4 discos y un DVD, ahorita acaba de sacar su más reciente trabajo, llamado Metal Revolucionario que es un tributo a la revolución, «a mi papa y mi tío, agarré 10 canciones de ellos y les hice arreglos de heavy metal, ese disco salió hace quince días o tres semanas, se pueden conseguir aquí en mi casa o en los conciertos. Planeo tal vez a final de año o a mediados sacar un nuevo disco, ya tenemos el nombre (Personajes) y estamos en la pre producción».
Este nuevo proyecto pretende describir historias de personajes de este país que están en la periferia de nuestro entorno y que merecen ser mencionados. Incluso el mismo Alejandro en este disco escarba en su interior y lo plasma en una que otra canción donde habla sobre cómo se enamoró del rock y sobre su síndrome de Tourette, a quien llama Walter.
De sus recuerdos más agradables hay dos que le arrebatan sonrisas, «hacer el Rock Sinfónico fue el éxtasis para mí, porque fue la celebración de los 25 años con todas las de la ley y ese disco que sacamos contiene todas las rolas de mi trayectoria, pero en sinfónico con la Camerata Bach. También es siempre gratificante ver cómo los chavalos disfrutan en los conciertos, he tenido una aceptación deacachimba, ellos cantan, brincan, hacen el mosh y hay un público muy variado en edades, llegan amigos míos con sus hijos y tal vez los chavalos tienen 25 años y después esos chavalos ya tienen hijos y así después veo ya a tres generaciones en mi conciertos», expresa.
«Mi mensaje para los músicos emergentes es que le hagan huevo porque es de mucho sacrificio, no vas a ver frutos pronto, tenés que trabajar duro para hacer tu carrera musical y ser perseverante porque cuesta mucho», finaliza Alejandro, quien ya tiene casi 3 décadas de carrera musical a sus 44 años de edad.
Escrito por Malva Izquierdo
Fotografía por Malva Izquierdo