No fue una historia de amor a primera vista. Ni un sueño que desde niño quiso realizar. Aunque él mismo lo considera producto de su disciplina, es un talento que se encontraba dormido y en el momento preciso despertó. Jairo Alejandro Ulloa Zepepa, se aventuró en explorar el movimiento y está triunfando en escenarios nacionales e internacionales con diferentes compañías de Ballet Profesional.
Jairo Alejandro Ulloa tiene 24 años de los cuales ocho se los ha dedicado a la danza. Inició su carrera artística a los 16 años cuando el profesor William Herrera lo invitó a formar parte del Ballet Folklórico Quetzalnahuatl. En un principio no le parecía la mejor idea, pues nunca había bailado folclore, ni le interesaba. Lo suyo en ese entonces era el fútbol. “No me gustaba bailar. Y el folclore me aburría”, comenta Alejandro.
No obstante, decidió aceptar la propuesta del profesor Herrera y desde entonces la danza lo ha llevado muy lejos.
Dentro de su trabajo como bailarín resalta su participación en el grupo Danza Contemporánea Universitaria de la UNAN-Managua y la Compañía de Ballet de Nicaragua. Asimismo estudió una Licenciatura en Danza.
Instado por su amigo, Ervin Vallecillo y sin haber culminado sus estudios de ballet clásico en la Escuela Nacional de Ballet, decide audicionar a inicios del 2012 para la Compañía de Ballet Contemporáneo Mystic Ballet de Connecticut bajo la dirección de Goran Subotic. Logrando entrar a dicha compañía con una beca de dos años y medio para obtener un título en Artes Finas.
Jairo Alejandro se ha presentado en Serbia y Nicaragua en su segunda temporada con Mystic Ballet.
Tomando decisiones
Abandonar su carrera de Marketing y Publicidad no fue difícil, puesto que el ballet, para ese entonces, se había convertido ya en su pasión. “No quería ver atrás y convertirme en un bailarín frustrado”, comparte Alejandro refiriéndose al momento de decidir a dedicarle el 100% de su tiempo a la danza.
“Cada decisión que tomé fue con riesgos con opción a fracasar, pero si no sos una persona de riesgo nunca vas a lograr nada. Tampoco si no tenés amor y pasión por lo que hacés”, expone Ulloa.
¿Qué les dirías a aquellas personas que consideran que la danza es para mujeres y homosexuales?
“En el género de la danza hay homosexuales como los hay heterosexuales. En todos los campos laborales es así. No podés señalar o juzgar a alguien por su preferencia sexual”.
Ni por el estereotipo machista que se tiene de los bailarines ni por las burlas de sus amigos, por cambiar sus tacos de fútbol por zapatillas de ballet, cedió en sus deseos de triunfar como baletista, porque contaba con el apoyo de los más importantes en su vida: su familia, la cual considera como un motor que lo empuja a seguir mejorando.
Panorama desalentador
No todo ha sido color de rosa. Jairo Alejandro ha tenido sus momentos de frustración cuando ve la situación de sus maestros en Nicaragua que buscan apoyo para echar andar alguna producción o proyecto y les cuesta encontrar el patrocinio. “Es frustrante estar fuera de tu país haciendo lo que te gusta, porque aquí no encontrás el apoyo necesario. El bailarín no quema su etapa y tiene que dedicarse a ser maestro. Yo no me gradué sólo para ser maestro”, explica Alejandro.
Admite que de sus ochos años de experiencia, el nervio previo a una presentación sigue existiendo, pero es un nervio que se convierte en adrenalina y luego satisfacción y orgullo al saber que allí está su familia viéndolo bailar. “Los aplausos son un reconocimiento increíble. Sólo en el escenario he tenido esa sensación única. Dejás de pensar en los pasos y lo comenzás a disfrutar”.
En sus planes a futuro está continuar su faceta de bailarín en Estados Unidos o Europa. Planea audicionar el próximo año en otra compañía profesional de ballet y su aporte para Nicaragua con su talento sería el de otorgar sus conocimientos a las personas de escasos recursos que estén interesadas en la danza. Asimismo lograr intercambios culturales entre directores y artistas tanto nacionales como extranjeros, lo cual desde ya lo está trabajando.
Escrito por Tamara Salas
Fotografías por Alfonso Flores de la Compañía de Ballet de Nicaragua y Aleks Subotic de Mystic Ballet