En el colegio donde Ana estudiaba daban clases de flauta y quiso integrarse cuando tenía 9 años, después se inscribió en el Centro Cultural Batahola Norte donde se podía optar por coro o un instrumento de orquesta y ella escogió el violín, no porque ya estuviera identificada con él, sino porque le gustó mucho la forma que tenía,
“yo cuando lo vi dije con toda la inocencia del mundo: ese está bonito, yo quiero estudiar ese”.
A ella le gusta la música clásica porque es difícil, “hay mucha técnica de por medio, es un reto y eso a mí me motiva a seguir estudiando”. Su entrega va más allá de sus estudios, está haciendo lo que le gusta, muchas veces siente que puede llegar a ese punto de trascendencia en el que está tocando el violín y experimenta una sensación especial que sucede en su interior, “yo he podido sentir magia cuando toco y cada vez que estoy practicando algo difícil y puedo lograr tocar algún pasaje de alguna pieza siento mucho poder, es como que desaparezco yo y sólo se queda la música. Tocar música clásica requiere de mucha interpretación, tenés que agarrar algo que ya está hecho por otro compositor y apropiarte de eso, que sea tuyo y luego ser vos mismo a través de lo que estás tocando, por eso es un proceso muy complejo y a la vez muy gratificante”.
No usa ningún MP3 o celular para escuchar música, todo lo tiene en su cabeza, la mayor parte del tiempo escucha, respira y piensa con música clásica, “las cosas modernas son muy extrañas”, expresa. Si escucha las canciones luego trata de adivinarlas y si la melodía logra convertirse en un recuerdo vívido, entonces cuando va caminando o en el bus, experimenta casi lo mismo que cuando la disfruta en una grabación, “yo me esfuerzo para que en mi cabeza suene con la misma intensidad y así yo poder sentir la misma emoción”.
Actualmente está en el último nivel de violín en el Conservatorio de Música de la Upoli, en unos 3 o 4 años terminará, quiere seguir creciendo musicalmente, tal vez aprender otro instrumento como la viola, porque le gusta mucho cómo suena. “Me encantaría entrar a la Orquesta Nacional y si se puede, estudiar en otro país para profundizar mis conocimientos, me gustaría estudiar musicología, porque también estudio canto lírico y este año me gradúo”.
Ana también está en su 5to año de la carrera Filología y Comunicación en la UNAN Managua “me gusta mucho mi idioma, me gusta mucho la literatura. Mi trabajo final será una investigación sobre la fonética del canto lírico”. Siempre trata de hacer un vínculo porque está irremediablemente enamorada de la música clásica.
También canta en el coro Vocal Opus 12, toca el violín en Arcos Ensamble e imparte clases de violín en Allegro. “Es muy curiosa esta escuela pues me cambió la perspectiva en cuanto a la enseñanza de música, yo creía de manera rígida que a cierta edad ya no se podía aprender violín, pero ahí tengo alumnos que hasta podrían ser mis padres. Es bonito porque les da esperanza a gente que quizás porque no sabían dónde estaba una escuela o por falta de dinero y tiempo, no pudieron cumplir su sueño en la niñez y ahora tienen una segunda oportunidad. Claro que no van a tener los mismos resultados que un niño o un adolescente, el aprendizaje será más lento, pero vale la pena perseverar y cosechar sus frutos”.
Escrito por Malva Izquierdo