#EllaEsFuerza es un especial en el que relatamos las historias de mujeres maravillosas que a través de sus proyectos aportan al cambio que quieren ver en Nicaragua y el mundo. Hoy te contamos la historia de Andrea Paltzer, una mujer convencida de que a través de la educación e innovación se pueden disminuir las brechas de género.
Nacida en Suiza y criada en Inglaterra, hoy Andrea contribuye al desarrollo social de comunidades como la Chureca en Nicaragua, a través de su ONG, Mujeres Extraordinarias y Chureca Chic, una casa —como ella le llama— que contiene la historia de decenas de mujeres que luchan desde la educación para alcanzar sus derechos.
Hasta la fecha sus proyectos han involucrado a más de 200 mujeres en talleres y capacitaciones. Muchas de ellas han logrado insertarse en el mundo laboral posteriormente.
¿Cómo es emprender en Nicaragua perteneciendo a una cultura distinta? Andrea nos cuenta su historia.
La limitante de género
Andrea llega a Nicaragua en el 2008 por medio de una ONG que trabajaba en infraestructura para el desarrollo comunitario. A través de esta organización Andrea conoce la Chureca, un vertedero en Managua donde decenas de familias viven en estado de pobreza y con muy pocas oportunidades para mejorar su calidad de vida.
Basada en su experiencia, observó que en países como Nicaragua el ser mujer marca una diferencia en cuanto a oportunidades, y por primera vez sintió que el trato hacia ella era totalmente diferente debido a su género; una realidad latente en las mujeres de la Chureca.
No es posible que por ser mujer tus derechos no sean respetados, que no te paguen igual, o peor, que no te dejen salir a trabajar o tengás que pedir permiso”, opina.
«En Nicaragua comencé a definirme como mujer, por razones obvias sé que lo soy, pero yo crecí en Europa, en una cultura donde no fui definida como «Andrea» la chica, no tenía nada que ver que yo fuera mujer para poder hacer algo, lo que hacía mi hermano lo podía hacer yo».
La Chureca
Durante un año Andrea fue voluntaria en la Chureca, y para ella fue impactante conocer una comunidad que, estando en el corazón de Managua (a 100 metros de la carretera principal), careciera de condiciones básicas como el acceso a la educación.
Fue eso lo que la llevó a impulsar una oferta alternativa a los programas estatales y sociales que, según ella, no abordaban las necesidades del vertedero. Para esto realizó varias encuestas a lo largo de seis meses y concluyó que lo que la comunidad necesitaba era empoderarse a través de la educación.
Las diferencias culturales fueron parte del proceso, más allá de ser una desconocida también era una extranjera con un idioma, una educación y un estilo de vida diferente, pero esto nunca fue una limitante para sus proyectos.
Con mucha transparencia y perseverancia trabajó para crear fuertes lazos de confianza con la comunidad, y esta aprobó el cambio que ella quería realizar. Desde la perspectiva de Andrea, sin el consentimiento de la comunidad no puede haber una transformación real.
Casa Chureca Chic
Así dio inicio lo que hoy Andrea describe como Casa Chureca Chic, compuesta por la organización Mujeres Extraordinarias, a través de la cual imparte talleres de confección de joyería a base de material reciclado y cursos de habilidades blandas a mujeres de escasos recursos de la Chureca, y Chureca Chic, un proyecto hermano que hoy funciona como un espacio para vender la joyería creada por las mujeres, que a su vez emplea a una parte de ellas para introducirlas en la economía formal.
La Casa Chureca Chic es un lugar donde podés encontrar café para compartir, arte para apreciar y mujeres de inspiración. Además, un porcentaje de las ganancias del negocio está destinado a cubrir parte de las becas de Mujeres Extraordinarias.
En Nicaragua, según Andrea, aún queda mucho trabajo por realizar en materia de emprendimiento. Considera que debe educarse más al respecto para que las personas realmente comprendan qué es emprender y no sea solo un término de moda.
Creo firmemente en dos cosas: que cada mujer es capaz de tomar una oportunidad y multiplicarla, y que el emprendimiento social es un factor de cambio en las industrias, en las brechas de género, en la pobreza y en la educación para el futuro”.
Casi once años después de haber llegado a Nicaragua, Andrea continúa igual de comprometida con el desarrollo social —campo donde ha adquirido basta experiencia— para impactar en la vida de más mujeres.
Si te llama la atención su emprendimiento social podés visitar su página en Facebook.