Anyul Arévalo Acosta sostiene su tambor en el aire como un símbolo de fuerza, ritmo y sonoridad, que se convierte en un festín para los sentidos cuando despliega todo el potencial de su talento ya sea con su proyecto Tocá el Tambo, como solista o en colaboraciones con un sinnúmero de artistas de la región latinoamericana.
Con tan solo seis años Anyul comenzó a dar sus primeros pasos en el mundo de la música en la escuela donde estudiaba, luego con el paso del tiempo se unió a la banda de la escuela en formato marchas marciales o bandas de guerra.
Gustavo Rosas, su profesor de música cuando era niña, le dio la confianza para lanzarse a aprender música y también le enseñó la virtud y la misión de enseñar música.
“Empecé tocando el redoblante, los platillos y ya después, como a los nueve años, pasé a la orquesta de músicas tropicales. Entonces hacía ambas cosas, tocaba timba con letras que hacíamos, salsa y algo de merengue y cumbia. Fuimos una sensación porque éramos todas muy pequeñas”.
Anyul recuerda que todos decían “qué lindas estas niñas“ y causaban mucha ternura y admiración porque tocaban muy bien. Esa fue su primera experiencia musical en donde se mantuvo hasta que cumplió 15 años.
Fue en esa etapa de su vida cuando decide dedicarse a la música y se enteró de la Academia Luis A. Calvo en Bogotá, una institución pública donde se da una formación de tres años. Este lugar la cautivó desde el principio pues cada semestre se enfocaba en estudiar una región musical del país.
“Me enamoré de ese espacio. Al inicio yo quería estudiar batería y entré como metalera porque en ese momento escuchaba mucho metal. Pero la experiencia estuvo llena de colores porque en ese espacio académico me reconocí en un contexto como Colombia, con su gran variedad de ritmos, de formatos instrumentales y de gente“.
La música como oasis
Su paso por la Universidad Nacional de la Plata en Argentina coincide con la apertura de la carrera de Licenciatura y profesorado en música popular, la cual representaba un oasis para muchas personas interesadas en la música tradicional. Anyul considera que fue una excelente oportunidad porque «para legitimar ese proceso académico todos los profesores se volcaban de lleno a la música popular, la investigación y la producción».
Para ella esa carrera era como «el nicho más lindo que pudo haber tenido en su vida», allí creció muchísimo y aprendió a entender la música no como un objeto, sino como el fundamento de la sociedad.
«Ahí vi la música como una herramienta para construir a la sociedad, para identificarnos, para reconocer distintas estéticas, sentidos y funciones de la música».
Tambores con enfoque de género
A Anyul le interesa la pedagogía, las músicas populares, especialmente el trabajo de las mujeres, el rol de ellas y la manera en que se vinculan, cómo hacen música y para qué.
Ella pretende desarrollar sus capacidades a través del sonido enfocado en el trinomio formado por tocar, bailar o cantar: “Mi línea de investigación gira en torno a este trinomio, que es una huella o matriz en las músicas tradicionales de nuestros territorios. En Abya Yala (Latinoamérica en Kuna), las músicas son gestadas mayoritariamente en procesos colectivos, por ende, tienen una función social específica, en contraste con algunas percepciones musicales y estéticas hegemónicas, en donde la música se rige desde un sentido únicamente contemplativo y no participativo“.
«En mi recorrido musical hay personas que han hecho de mi camino un trayecto amoroso, digno y muy humano, maestras y maestros que no solo me han enseñado la técnica o la estética sino también por qué hacer música, cómo, cuándo y dónde. Esas enseñanzas han potenciado mi sentido de la música».
La influencia de muchas voces y ritmos
Entre los momentos memorables que Anyul considera parte de su crecimiento como artista fue conocer a Guadalupe Urbina, a quien considera una gran guía y maestra en la música, específicamente de Costa Rica. Urbina es una compositora e investigadora costarricense y desde hace cinco años, se dio la oportunidad de acompañarla tocando percusión.
“Ha sido muy lindo porque, a través de ella he conocido músicas tradicionales más ligadas, por ejemplo, a la marimba o a los cantos afromestizos. Y a su vez, composiciones de ella en relación a su vínculo con la madre tierra. Con la selva en especial“.
Estar con Guadalupe le ha permitido mezclar lo que ama de Colombia y Argentina con sus canciones. Su formato de acompañamiento con la percusión incluye el uso de tambores, también toca un bombo, o el caxixi, instrumento tradicional de Brasil.
«Me dicen, vos tenés una marimba ancestral. Es lindo porque por ahí no es estrictamente el ritmo tradicional, pero sí, el timbre del instrumento».
Otro encuentro clave fue cuando compartió escenario en el 2012 en una gira por Argentina con Inés Granja Herrera, una compositora afrocolombiana, maestra de los cantos de marimba del Pacífico colombiano. «Inés tiene un gran sentido de lo que significa hacer música y un arraigo profundo de sus raíces. Su fortaleza, ímpetu y claridad musical me hizo conocer la profundidad y versatilidad de la musica del Pacífico colombiano».
Asimismo, Anyul también recuerda con mucho respeto y admiración otras personas mentoras que ha conocido en su viaje por la música latinoamericana como John Fuentes Ramos (QEPD), Orlando Yepes, María Bergamaschi, Mariano el «Tiki» Cantero, Marcelo Moguilevsky, Angie Guoduber, Sara Curruchich.
Toca el Tambó
Anyul funda en el año 2012, en la ciudad de La Plata, Argentina, Tocá el Tambó, un proyecto pedagógico, artivista, interdisciplinario y feminista, en donde ha tenido la oportunidad de investigar, trabajar y profundiza junto a otras mujeres y personas disidentes, espacios de aprendizaje llenos de energía y procesos sanadores.
Desde Tocá el Tambó, imparte talleres a diversos grupos de personas y también clases individuales. Su trabajo se articula con el trabajo de otras colegas, generando así un espacio laboral y consciente en donde, además, vuelca su su amor por las músicas de Colombia, en especial del Caribe y del Pacífico colombiano.
En este proyecto pedagógico Anyul desea: “abrir una puerta para otras visiones y formas de percibir a Colombia desde afuera“, finaliza.