Escrito por Samantha Castro
Concluímos el recorrido por la labor de colectivas feministas guatemaltecas con esta tercera y última entrega del reportaje que presenta 11 agrupaciones de mujeres que han sido un ejemplo de gestión cultural, feminismo y creatividad.
La primera entrega aborda el trabajo que han venido haciendo colectivas como Mujeres, Las Poderosas Teatro y Actoras de Cambio. Por su parte la segunda entrega explora el artivismo de Me Toca, Asociación Coincidir, Mujeres Ajchowen y Festivales Solidarios.
En esta ocasión nos enfocamos en el arte feminista y colectivo de Tz’aqol, Movimiento Landivarianxs, Niñas Furia y Wajxaqib’ B’atz (Asociación Ixoqib’ MIRIAM).
2015-2022: intercambio generacional y cultural para la búsqueda de una vida digna
Movimiento Landivarianxs
Movimiento Landívarianxs se crea en 2015 como una articulación entre estudiantes y docentes del campus de Ciudad de Guatemala de la Universidad Rafael Landívar (URL) a partir de la coyuntura política de ese momento. Desde entonces, se han conformado cuatro generaciones de esta organización estudiantil.
En 2021, integrantes de ese período establecieron dos comisiones dedicadas al género, una que abordada desde las personas pertenecientes a la población LGBTIQ+ del movimiento, y otra desarrollada por las mujeres y personas no binarias.
En esta última, surge de la necesidad de feminizar el espacio y reflexionar sobre cómo las circunstancias sociales y políticas atraviesan a las mujeres, denominándose Landivarianas. De este modo, el movimiento se considera feminista, interseccional, pro-derechos humanos y ejerce la política fuera de la organización partidaria.
A pesar de que Movimiento Landivarianxs no es una colectiva que se dedique de lleno al arte, ha explorado algunas prácticas para ejercer incidencia política. Entre ellas, se encuentran pintas y empapeladas en espacios públicos.
«El arte es una parte de recuperar nuestro cuerpo, es otra forma de recuperarlo nuevamente. Este es mi territorio y yo lo uso también para hacer demandas políticas, sociales, históricas…”, manifiesta María José Cordero, ex integrante de la colectiva.
Por otro lado, una de las piezas más representativas, es el mural «Nosotras las que dejamos huella» o «Ahora que estamos juntas» que Landivarianas realizó en el campus de la Ciudad de Guatemala de la URL en 2022.
El mural se realizó con el propósito de denunciar el acoso sexual en las universidades, conmemorar la lucha de las estudiantes, reconocer la presencia de las mujeres en la academia y recordar a las 56 niñas quemadas en el Hogar Seguro Virgen de la Asunción el 8 de marzo de 2017.
Niñas Furia
En 2015, la artista, educadora, muralista y gestora cultural Sandra Arizandieta, junto con otras compañeras, decidieron organizar una exposición exclusiva de mujeres que llevaba como nombre Niñas Furia.
Como producto de esta exhibición, surgió la colectiva con el objetivo de defender la visibilidad de las mujeres dentro del gremio en el país y crear un espacio de encuentro seguro e inclusivo.
Luego de llevar a cabo espacios de diálogo y talleres de arte con mujeres en Huehuetenango, Quetzaltenango, Sololá, Sacatepéquez y Guatemala, el grupo se fijó en el muralismo como una herramienta valiosa de producción artística colectiva.
Con el apoyo de esta práctica, a partir de 2018, han promovido los derechos humanos de las mujeres, de la juventud y de las infancias, así como la prevención de la violencia y la igualdad de género y el acceso a la educación integral en sexualidad en los territorios mencionados.
Niñas Furia hace énfasis en la importancia de habitar el espacio público por medio del arte urbano. Arizandieta, sustenta que las calles no son un espacio seguro, pero que tomarlas desde la colectividad representa un manifiesto que proclama su presencia.
Como parte de su más reciente trabajo, la colectiva publicó su primer libro denominado Niñas Furia: Mujeres artistas en Guatemala, el cual destaca el trabajo de 13 artistas locales y extranjeras que radican en el país y que han estado vinculadas a la agrupación.
Su apuesta en la realización del texto se basó en establecer un documento histórico en el aporte de las mujeres en la esfera artística y en la consolidación de la colectiva.
Wajxaqib’ B’atz (Asociación Ixoqib’ MIRIAM)
Dedicándose a promover la educación, la equidad de género, la prevención de violencia contra las mujeres, adolescentes y niñas, así como a la atención y reparación transformadora para sobrevivientes de violencia, Asociación Ixoqib’ MIRIAM ha estado activa desde los años 90.
Como parte de su trayectoria, en 2020 se estableció Wajxaqib’ B’atz como una propuesta destinada a trabajar temas de sanación a través del arte orientado a mujeres sobrevivientes de violencia, especialmente a mujeres jóvenes de Quetzaltenango.
El grupo decidió hacer uso del arte como una herramienta de sanación, política y emancipación, donde las mujeres pueden expresarse con libertad.
“El objetivo principal fue la denuncia política a través del arte reclamarle al Estado porque los derechos de las mujeres no son garantía en un país guatemalteco y pues también los derechos de las mujeres”, recuerda Gabriela Mendoza, ex integrante de la colectiva.
Su expresión artística se focalizó en el movimiento, el cuerpo, la danza y la performance. Sin embargo, su práctica se basó principalmente en la Cosmovisión Maya y la sabiduría ancestral, así como los feminismos desde su corriente decolonial y popular.
Lamentablemente, debido a la falta de los fondos necesarios para continuar, la colectiva se disolvió entre finales de 2021 e inicios de 2022. Sin embargo, algunas de sus danzas se encuentran publicadas en el perfil de Facebook de Asociación Ixoqib’ MIRIAM.
Tz’aqol
Durante su trayectoria artística, la artista corporal, terapeuta y activista maya kaqchikel, Marta Tuyuc, se familiarizó con la metodología del teatro para la sanación creada y sistematizada por Actoras de Cambio.
En este sentido, formó el colectivo Tz’aqol, junto con el director de teatro, Víctor Barillas, donde imparten talleres de teatro y sanación a partir de la Cosmovisión Maya y crean montajes multidisciplinarios (teatro, danza, música) para generar nuevas narrativas desde el arte maya.
Tz’aqol reconoce el arte como una plataforma para visibilizar las voces de las mujeres mayas, permitiéndoles ocupar el espacio y abordar temas que atraviesan el territorio-cuerpo de las mujeres. De la misma manera, busca reivindicar el arte maya por medio de las expresiones artísticas.
“Se ha dicho que el arte tiene que ser pensado por la academia y que el arte de los pueblos originarios es folklore o puro entretenimiento. Los kaxlanes no nos vinieron a enseñar a hacer arte; nuestros pueblos son milenarios y ya creaban arte”, describe Tuyuc.
Hasta la fecha, han realizado tres montajes: «Ejqalem (Cargas generacionales)», «Solik (desatar)» y «Ewan Tzij (palabra escondida)».
El arte para comunicarse y transformar realidades
No cabe duda que las prácticas artísticas son una herramienta esencial para fortalecer su proceso de expresión, sanación, liberación y recuperación de sus cuerpos y voces, así como la transformación social mediante la acción y reflexión colectiva.
Las colectivas presentadas hacen uso del arte como un método de comunicación que va más allá de la palabra hablada o escrita, pues explora con el cuerpo, las metáforas, la música, las imágenes y otros elementos creativos.
En su lucha por la justicia y la igualdad, las mujeres muestran que su propuesta artística supera la expresión estética, convirtiéndose en un espacio de resistencia colectiva ante la opresión sistémica e histórica, y en una plataforma para construir realidades más dignas.
Este artículo fue escrito con base a la tesis titulada “Las prácticas artísticas como proceso de comunicación y acción colectiva de mujeres en tres momentos históricos a partir de la firma de los Acuerdos de Paz en Guatemala”.