Yo soy feminista, sexualmente diversa, pro-libre elección en relación al aborto, y me declaro a favor de las familias diversas. Y aún con todo ese cóctel radical que me pondría —según muchos— a centímetros de ser el diablo en persona, y a pesar de no ser una persona creyente, yo apoyo a Silvio Báez y además lo admiro.
Menos mal esto va anónimo, pues si digo esto abiertamente no solo me secuestra Dani boy y su pandilla, sino además me podría lapidar mi amigue anarco-feminista-I-hate-everybody, que de entrada no apoya a nadie de la iglesia porque ya sabemos que ellos no nos apoyan a nosotres les radicales en nada de nada.
Y tiene razón. Las iglesias en Nicaragua han jugado un rol importante en la definición de leyes que nos afectan negativamente a las mujeres pro-decisión, a la comunidad LGBTQ, y en general a las familias que no calzan con los estándares que ellos proponen, que además son bien limitados.
Yo misma he estado en espacios religiosos en donde me han pedido firmar listas para impulsar leyes de este tipo, o donde se me ha explicado que a los jóvenes gays no se les puede invitar a retiros porque sus pecados de la carne son difíciles de cambiar.
Obviamente salí corriendo de ahí, porque me pareció una falta de coherencia enorme, falta de amor al prójimo, pero además porque para mí es importantísimo distinguir el rol de la iglesia del rol del Estado.
Es decir, yo concuerdo con mi amigue radical en cuestionar ese rol tan nocivo que han tenido las iglesias para nosotres, pero me distancio de su postura en relación a apoyar o no a ciertos líderes de la iglesia en este contexto en particular.
Y es que les digo, a mí se me siguen parando los pelos cuando recuerdo cómo algunos de estos líderes se han metido en la línea de fuego para proteger a la gente. No es un caso, son muchos, y han servido para que la lista de asesinados no ascienda aún más.
No puedo más que agradecer y admirar ese gesto, porque han puesto su integridad física en juego como vimos en varias ocasiones y como vemos ahora con esta batalla que se tiene el gobierno en contra de Báez.
La importancia de diferenciar
El punto para mí es que lo radical de mis planteamientos en relación al género y la sexualidad, no me impide reconocer el aporte de los sacerdotes en otros temas. Y no me refiero únicamente a este contexto en particular, sino al aporte en general que tienen algunas de estas personas en la vida cotidiana de la gente.
Yo pienso que la iglesia como institución es una cosa, y que los integrantes de esa institución son otra. Entre esos integrantes encontrás violadores, pero también encontrás a gente que se pone de escudo entre una bala y el pueblo. Cuestionar a unos no debería impedirnos reconocer a otros.
Incluso me parece importante poder entablar diálogos con personas con las que podemos compartir ciertas ideas y diferir en otras. Es decir, aún si estos mismos sacerdotes con los que ahora me identifico, han sido en otro momento pieza clave en promover leyes o ideas con las que difiero, me parece que eso no debería anular su aporte, ni impedirme a mi poder comprender la complejidad de esa persona.
Las personas no somos caricaturas (aunque algunas se esfuercen en dar esa impresión), y necesitamos, me parece a mí, poder calibrar nuestra mirada para ver a la gente en su complejidad, y calibrar nuestros argumentos para poder entablar diálogos con estas complejidades que nos permitan construir caminos comunes en lugar de destruirlos.
Hay que seguir dialogando
Sé que es difícil, pues para mucha gente los argumentos no son importantes, pero no podemos rendirnos. Si nos rendimos en esta posibilidad de dialogar, estamos realmente fregados, porque la fuerza no está de nuestro lado. La imposición es lo que ha funcionado siempre en Nicaragua, y para romper con eso siento que necesitamos aprender a diferir sin romper el diálogo, y tener la confianza de que es posible negociar.
Yo no soy una persona creyente, pero respeto a quienes sí lo son, siempre que me respeten a mí. Ojalá podamos todos y todas aprender a respetarnos. Es en ese profundo ejercicio, que no se puede desarrollar sin tener muchísima entereza personal y seguridad, en donde para mí reside la verdadera radicalidad.
Colaboración de una maje feminista, sexualmente diversa y pro-libre elección en relación al aborto.