Dibujar con apenas 4 años a sus dos primas con vestiditos rojos cuadriculados y dos trencitas es uno de los primeros recuerdos que viene a la mente de Karelia Marccenaro Rizo. Hoy esta chavala esteliana de 20 años, además de estar apunto de culminar sus estudios de Comunicación Social, es una talentosa caricaturista amateur y toda una artista en crecimiento que solo necesita ser conocida a través de sus propias palabras… y caricaturas.
Para Karelia, el arte se ha convertido en la mejor salida a sus sentimientos y pensamientos; ella afirma que le encanta ver cómo las sensaciones toman forma en el papel al pintar o dibujar. Además, para ella el dibujo es un desahogo, su manera de demostrarle cariño a sus cercanos, la herramienta que le permite reírse de las cosas, ser exagerada sin que la critiquen, ser sarcástica sin caer tan mal; es su terapia, y lo que más la motiva a seguir estudiando y trabajando.
Con respecto a sus inicios, la caricaturista cuenta que lo más cercano que tuvo a una escuela de arte fue una organización llamada FUNARTE, en Estelí, donde iba cuando tenía 8 años. Al final del mes, unificaban dibujos y los pintaban en grande en una de las paredes de la ciudad. Esta linda experiencia le hizo amar el arte y sentirse como una de las niñas que aportó a que «la ciudad del muralismo» fuera proclamada como tal.
La artista detrás de las líneas del papel
Karelia se ve como una artista que comunica no sólo lo que tiene dentro, sino lo que las personas deberían escuchar y que muchas veces se tiene miedo de decir. Menciona como principal influencia a un caricaturista mexicano conocido como Rius, por cuyo trabajo se enamoró desde el momento en el que un libro de él tocó por primera vez sus manos. También se declara fan de Quino, Jean Pierre Petit, M. Guillen, y de muchos caricaturistas contemporáneos que ha conocido gracias al internet, tales como Gema Correll y La Cope.
En lo que concierne a los comics, la artista considera que hay en su mente una pequeña Karel que le hace ver las situaciones en caricaturas: “me agrada, es más divertida que yo misma, el problema es que a veces está de perezosa y no le gusta pensar a la bandidita”. En ocasiones solo se le ocurren las escenas, otras veces siente la necesidad de hablar de cosas que le incomodan, como el machismo, la prohibición del aborto, el cáncer de mamas, o el tráfico horrible de Managua. Y aunque su carrera no ofrece clases enfocadas en el comic, Karelia asegura que esta le ha servido mucho para identificar qué quiere decir y cómo lo va a decir, determinar quiénes son sus receptores y así decidir cuál es la mejor manera de enviar ese mensaje.
Karelia afirma que en Latinoamérica tenemos comics que educan, que te cuentan lo malas que son las grandes compañías, que te invitan a la paz y a cuestionar el capitalismo brutal. Hoy por hoy, en un mundo en donde los medios nos dicen que llueve aunque nos estén orinando, los comics son la mejor manera de contar tu verdad sin que te censuren.
La joven caricaturista siente que aún está en una etapa de descubrimiento, sabe que le hace falta mucho para poder decir “esta soy yo como artista”. Pero afirma estar enamorada del proceso y hacia donde la va encaminando, y es posible que algún día hasta pueda sacar un libro: “quizás al principio no me dé para vivir, por eso trabajo en algo que no me gusta, para poder cubrir los gastos de lo que sí me gusta. Sé que poco a poco se puede crear un panorama más amplio para los y las caricaturistas”.