Cada día estamos viendo como Managua cambia y lo hace de manera inédita. Miles de carros esperando avanzar, calles más amplias, esqueletos de edificios emergiendo con carteles que anuncian la próxima apertura de una nueva plaza comercial. Los semáforos se toman un “descanso forzado” durante las horas pico quedando la ciudad a criterio de los y las policías de tránsito, según los flujos vehiculares.
Managua se mueve, se expande. Y frente a esta transformación histórica, hacer una reflexión sobre cómo abordar estos cambios, se vuelve una necesidad de sobrevivencia colectiva. Somos cientos de miles de personas moviéndonos en la furiosa ciudad. Por eso es necesario poner al centro de la discusión cómo nos desplazamos en Managua. Aún estamos a tiempo. O al menos eso está por verse.
En la región Centroamericana ya se está trabajando de forma conjunta para compartir experiencias, exponer problemáticas y brindar herramientas para la sustentabilidad de nuestras ciudades. Este antecedente nos invita a generar debates desde nuestra localidad para acompañar este momento crucial en la región en torno a la movilidad urbana sustentable. Y es por eso que en diciembre del pasado año se realizó en Managua un conversatorio sobre “Ciudad, Movilidad Sustentable y la Bicicleta”, donde diferentes actores pudimos hacer una radiografía tanto a nivel nacional como regional de lo que se está haciendo y qué quisiéramos hacer en nuestras ciudades de Nicaragua. La plática es amplia y queda muchísimo por hacer.
La sociedad civil: un activo imprescindible
Impulsadas como ciudadanas interesadas en trabajar desde la bicicleta para la ciudad que soñamos, nos pusimos a trabajar para promover una movilidad urbana segura, accesible y libre, y lograr así sinergia en virtud de ciudades inclusivas y sostenibles.
“…cada ciudad debe armar su propia historia entorno a la bicicleta…”
Para nosotras la bicicleta es ese motor de transformación. ¿Por qué? Aparte —y no poca cosa en esta ciudad furiosa— de que pone una gran sonrisa en nuestras caras y nos hace sentir que volamos, ayuda a reducir los tiempos de traslados (para distancias cortas), descongestiona el tránsito, ocupa menos espacio vial, ayuda a reducir la emisión de Gases de Efecto Invernadero (GEI), es accesible y por lo tanto inclusiva, permitiéndonos fundamentalmente vivir la ciudad de otra manera, potenciando hábitos de vida más saludables.
En la actualidad, y sumado a la realidad de nuestras ciudades, nos enfrentemos diariamente a una disputa constante del uso del espacio público, donde lo de “saludable” es materia de discusión cuando te posicionás con tu bicicleta detrás de una ruta que, simulando ser un dragón blanco, escupe enormes cantidades de humo. Por eso y muchas de otras cosas más sustanciales, siendo peatones o ciclistas nos encontramos en una permanente situación de vulnerabilidad.
Es posible que podamos convivir todas las usuarias que vivimos en la ciudad. No queremos que sea una disputa. Pero para eso se requiere de soluciones integrales, ciudades pensadas para la vida y las personas, con espacios públicos de calidad, donde se creen interacciones para una sociedad creativa y más humana.
Movilidad urbana sustentable
Las ciudades son complejas creaciones humanas. En ellas nos relacionamos, convivimos, intercambiamos, crecemos, creamos y nos desarrollamos. Por lo tanto nuestro desplazamiento es una necesidad, pero también constituye un derecho. Por eso es adecuado ejercerlo. ¿Y de qué forma? Segura, cómoda y libre.
Entonces, si nos referimos a estos desplazamientos en relación directa con el medio en el que se emplazan nuestras ciudades, éstas se planifican sobre un desarrollo urbano que prioriza formas de desplazamientos seguras, modos de transporte que usen el espacio vial de manera eficiente, que sean más económicos y generen menos contaminación y ruido.
“…en nuestras ciudades se necesita mover personas, no vehículos…”
Ese derecho al que aspiramos para una movilidad sustentable está basado en 3 componentes:
El primero de los puntos es la Disponibilidad y hace referencia por ejemplo a la eficiencia del diseño de las vías de desplazamiento (andenes, ciclovías y calles), también si los modos de transporte colectivo conectan la mayor cantidad de puntos de la ciudad, además de la disponibilidad de unidades para el flujo de personas a desplazar. El siguiente de los componentes es la Accesibilidad y hace referencia a la equidad, si a tal derecho accede toda la sociedad. Y aquí hablamos tanto de inclusividad (personas con discapacidad, personas con escasos recursos, etc.) como de los costos que implica desplazarse dentro de la ciudad.
Y el último es la Calidad, componente que aborda la sustentabilidad. Por ejemplo, nos referimos a si las formas de desplazamiento son seguras, generan menor contaminación (ambiental, sonora), si las unidades de transporte son de calidad o si el diseño urbanístico de las vías responden a un plan municipal de ordenamiento territorial consensuado.
El ejercicio de ese derecho basa sus principios en la pirámide de la jerarquía de la movilidad, la cual determina que para diseñar nuestras ciudades debemos poner el foco de atención en las personas usuarias de la ciudad por encima de los medios de transporte motorizados que utilizamos para desplazarnos. Nuestras ciudades, por diversos factores que van desde acontecimientos históricos o catástrofes que han sucumbido la identidad de éstas acompañadas muy comúnmente por la falta de voluntad política, han sido diseñadas desde y para los automóviles, donde la prioridad es el carro individual, dejando relegada a la mayoría de usuarios que somos los peatones o quienes decidimos subirnos a una bicicleta o al transporte público colectivo.
¿Qué pasaría si trabajáramos con los componentes que antes mencionamos para revertir esa situación y hacer realmente sustentable la ciudad en la que vivimos? ¿Por qué no trabajar en esa dirección si genera múltiples beneficios sociales, ambientales y económicos?
¿Cómo está Managua con su movilidad?
Vemos la importancia de pensar conjuntamente la movilidad, el transporte, el medio ambiente y la planificación de las ciudades. Entonces pensemos a nuestra ciudad ¿compacta/densa? ¿conectada?
Sociedad civil, gobierno municipal e instituciones, asociaciones empresariales, desarrolladores inmobiliarios. Todas y todos somos ese activo imprescindible. Queremos vivir en un entorno agradable, seguro, cómodo y de calidad. La movilidad involucra a toda la ciudad e impacta en todos los sectores. Managua está ante ese desafío, eso es un hecho. El resto está por verse.