Cuando Daniela Murillo tenía 12 años comenzó a cantar en la iglesia y en su colegio. Ahora ha descubierto que no solo le gustan las melodías en su voz sino también enseñar música a jóvenes.
Luego de participar en concursos Daniela incursionó en el canto lírico, estudiando un técnico en el Conservatorio de la Upoli y de ahí surgieron oportunidades y puertas abiertas a más escenarios.
Mi mamá siempre ha sido mi primer y principal apoyo, ella vio el talento en mí y me animaba mucho para que participara en concursos. Ella me apoyó como nadie, así que ahora mi trabajo y mi éxito se lo dedico a mi mamá».
Uno de sus recuerdos más bonitos junto a su mamá fue cuando estuvo en competencias de canto a nivel nacional y comenzó a colaborar en grabaciones con más artistas.
«Cuando fui miembro de Garcín fue otro momento memorable en mi vida. Aunque ahora me he retirado un poco de los escenarios porque estoy concentrándome en mi propio proyecto como solista y componiendo música cristiana», cuenta Murillo.
Actualmente está participando en un proyecto junto con el productor audiovisual Naiot Ortiz llamado Worship Revolution Sessions, la idea es que a través de grabaciones de sesiones acústicas se promueva el talento de las/os cantautores nicaragüenses que escriben música cristiana.
Asimismo Daniela comenta que nunca ha tenido problemas al cantar música no cristiana y música cristiana, pues se considera de mente abierta.
Y aunque ahora ha decidido dedicarse por cuenta propia solamente a la música cristiana, sí ha disfrutado mucho cantar otros géneros, sobre todo música nacional.
«Cultivar la musica de nuestro país me parece muy importante para no dejar que nuestras raíces se pierdan , que nuestra música y nuestros grandes cantautores se olviden», afirma.
La enseñanza como pasión
Murillo también se dedica a la enseñanza de la música en diversas academias porque ha descubierto una nueva vocación en la enseñanza musical dirigido a la niñez y adolescencia.
Me he involcurado aun más en el mundo de la pedagogia y descubrí que me gusta muchísimo enseñar música, cultivar esa pasión por el arte en la juventud».
El año pasado tuvo su primera experiencia como docente de canto en una academia de musica en Masaya y se empezó a enamorar del crecimiento artístico que tenían sus alumnas a la vez que se sentía orgullosa de colaborar en su desarrollo de aprendizaje musical.
«Nunca pensé dedicarme a la docencia a pesar que mi carrera trata de eso, solo queria ser artista, pero fui descubriendo que a medida que yo les enseñaba a mis alumnas estaba aprendiendo era un proceso de retroalimentacion y me gustaba ver los logros de ellas», explica.
A largo plazo a Daniela le gustaría seguir enseñando y tal vez trabajar con niñas/os de menor edad, entre 3 a 6 años, pues considera que la enseñanza musical a temprana edad despierta inteligencia musical estimula un desarrollo cognitivo más avanzado.
«Quisiera aportar al país en desarrollar esas habilidades en la niñez y adolescencia», comenta.