La danza y la música acunaron desde niña a Bianca, una artista argentina cuyo corazón ha sido raptado por los días calurosos de nuestro país. En Managua Furiosa pudimos conocer más sobre ella y por acá te lo compartimos.
A sus 25 años el recorrido artístico ha sido vasto para ella. Aunque académicamente acaba de graduarse en composición coreográfica en danza, comenzó a tocar percusión desde los 11 años cuando a su casa llegaron 10 tambores que habían sido llevados por su papá, César Lerner, reconocido compositor y músico, para formar el primer Círculo de Tambores.
“Mi papá sufría mucho de la soledad del artista esto de subir al escenario hacés maravillas y bajás y mucha soledad, muchas horas solo componiendo y tuvo esta hermosa idea de que quería compartir la música con la gente. Entonces en la escuela empezamos a hacer estos círculos de tambores después de clases, con mi mejor amiga y su papá y yo con mi papá, ellos no músicos. Mí papá coordinaba y la idea era compartir la música con no músicos”, recuerda.
A lo largo de todo este tiempo Bianca se ha dado cuenta que el encanto de esta actividad es que no solo relaja y llena de buena vibra sino que también pone a todos en un mismo lugar y realmente no se siente quien sabe más o quien sabe menos. “Muchas veces los círculos d tambores son más difíciles con músicos que con los que dicen no tener ritmo, yo creo en que se puede despertar algo en la gente que sea genuino y si es genuino es válido y sustentable por sí mismo”, opina.
Para ella el punto medio entre la improvisación y la técnica es donde está la magia, pues aunque estudio mucha improvisación musical con su padre, también aprendió mucha técnica con un profesor senegalés que le dio clases de los 16 a los 21 años.
“A los 20 años viajé a África, fue un viaje contundente en donde recibí un curso intensivo de danza y percusión africana. Ahí conecté con la esencia. Aunque ya intuía cosas y fluia en los círculos. Entre los estudios de música y técnica de yembé junto con el juego y la improvisación constante empiezo a encontrar este tipo de percusión que me pertenece. Cada vez encuentro mi manera más personal de hacerlo que cada vez se vincula más con el cuerpo”.
Y es que el movimiento corporal no está para nada desligado en la percusión de Bianca, todas las semanas baila e incluso compone muchas veces pensando en danza, pues el movimiento le genera felicidad y vitalidad. La música es su lugar poético, es un descanso. Ella la siente en todos lados y a su vez envuelve a todo y todos. Mientras que la danza la ve como un lugar accesible, corporal y abstracto al que todos deberíamos llegar.
En esos días que pasó en África comprendió que la separación entre las ramas artísticas es algo bien occidental. “Para mí no es la danza o la percusión es como un cuerpo rítmico. En la danza encuentro la percusión y viceversa. En África todos bailan, todos cantan, no hay fronteras tan delimitadas sobre esto se canta esto se baila”.
Con un hermano baterista y una hermana que estudió ciencias de la educación, Bianca es la mayor y la que conserva recuerdos muy agradables de su infancia que le han calado en su profesión actual. Su mamá por ejemplo, le enseñó la magia del movimiento corporal a través de sus clases de yoga y de su labor como coordinadora de grupos de mujeres que hacen trabajo corporal, por lo que Bianca siempre se ve a sí misma bailando desde muy niña en la sala de su casa, mientras su papá tocaba el acordeón o el piano.
Gracias al inmenso cariño que ha encontrado en amistades nicaragüenses, Bianca ha estado viniendo a Nicaragua desde hace un año. Y en estos viajes ha sentido que es como una puerta al mundo, ha encontrado algo inmenso y todo ligado a la música y a la danza, pues ha podido realizar los Círculos de Tambores en más de una ocasión en Habitarte y Casa Luna.
Bianca afirma que sí se puede vivir de la música y que como mujer ha visto los beneficios y las desventajas de abrirse paso en la percusión. “La percusión es muy masculina así que hay que ganarse su lugar y también es novedoso ver una mujer percusionista así que supongo que algunas puertas me abrirá”.
Y al parecer sí, porque en Buenos Aires está en varios proyectos y planes. Toca en un ensamble clásico desde hace como 7 años, acompaña clases de danza y yoga y trabaja con la compañía Choque Urbano, quienes usan la percusión escénica y la danza con instrumentos reciclados. “También tengo que hacer una obra de danza como tesis de graduación, ahora que lo vi casi terminado dije ‘esto es todo lo que soy’, porque es danza, pero plenamente rítmico. Estoy entusiasmada por meterme en ese proceso compositivo”, afirma.