David Rocha finalizó su maestría sobre Estudios Culturales con énfasis en Memoria en el Instituto de Historia de Nicaragua y Centroamérica (IHNCA). Para culminar su tesis decidió viajar a la vieja Managua de 1968 y 1970 y rescatar los recuerdos sobre espacios de homosocialización en aquella época.
Le decían la Sebastiana, «el cochón más viejo de Managua». Tenía un garbo y elegancia inigualable, salía por las calles de aquella vieja ciudad de la que hoy apenas vestigios quedan. Iba a “El Charco de los patos”, donde incluso cautivó con sus ojos azules a uno de los hijos de Luis Somoza Debayle: Bernabé, de quien se rumora era homosexual.
Cuarenta y siete años después, David Rocha, un joven de 25 años, se dio a la tarea de reconstruir los espacios de homosocializacion de la capital y a todos sus personajes.
El inicio de todo
Rocha fue a La Habana a estudiar Teatrología por algunos años. Estar lejos de Managua lo llenó de nostalgia y desde ese momento su amor por esta caótica cuidad fue latente.
Termina sus estudios y regresa a la capital, donde años después inicia su maestría sobre Estudios Culturales con énfasis en Memoria. En mi maestría conozco a la profesora Marta Cabrera Ardila, quien lee un trabajo mío publicado en mi blog y me insta a que haga mi tesis sobre ese tema. De igual manera, se mezclan dos cosas fundamentales en mi vida: mi práctica como homosexual, y por otro lado, mi amor por esta ciudad. Cuenta que de ahí parte la necesidad de hablar sobre “las locas” de otro tiempo.
Para mí es importante escarbar el pasado porque creo que no estamos solos, que no somos los primeros. Creo que siempre cargamos con más voces e historias.
(David Rocha, crítico de teatro e investigador)
Ser homosexual en los 70s
En aquellos años donde se vivía un complicado contexto revolucionario, no solo los grupos insurrectos eran el blanco de la Guardia Nacional, también los hippies y las personas homosexuales. En ese momento, ser homosexual era mucho más difícil que ahora.
A través de su investigación, descubre que, al igual que hoy, había una división de clases. Estaban los de “calle” y por otro lado, los de élite, que en su mayoría eran “hombres discretos”. Estos últimos no eran encarcelados, sin embargo, los travestis u homosexuales de la calle sí eran acosados reiteradamente. También había redadas en El Charco de los Patos, que era el sitio medular. Llegaba la Guardia y los metían presos, finaliza Rocha.
Hay un caso particular en el cual Rocha hace mucho énfasis y es el de Bernabé Somoza: Bernabé era un homosexual con dinero y gozaba de impunidad, nunca lo metieron preso y su homosexualidad era un secreto a voces. Hubo un escándalo en El Charco de los Patos que publicó el diario La Prensa. Al mes, Bernabé aparece casado. Al igual que la persecución, esto era una forma de violencia que recayó en el cuerpo de Bernabé.
En esa misma época, pero en los Estados Unidos, hubo una serie de redadas, como la mítica de Stonewall, que desencadenó la lucha por los derechos de la comunidad LGBT de dicho país. En Nicaragua no nació ninguno de estos movimientos debido a un contexto que no lo permitía. Se vivía la ascensión al poder del último de los Somoza, la presión de un pueblo que cada día se cansaba más y, por último, el terremoto de 1972 que reconfiguró toda la ciudad.
Los homosexuales, en especial los de calle, estaban pendientes en sobrevivir día a día. Se dedicaban a vender frescos, a la cocina e incluso al trabajo sexual, señala Rocha.
Protagonistas y lugares
Montado en su máquina del tiempo hecha de voces y memorias, David Rocha viaja por las calles de Managua topándose con lo que él describe “un alfabeto de nombres”: la Reina del Twist, la Reina de los Tártaros, Anita del Mar, la Chanel, la negra Celina, la Chinita Bonita, la Pata de Maraca.
Los nombres no son un simple capricho narra David, también guardan historias que marcaron a sus personajes. Un ejemplo claro es la Reina del Twist, quien se ganó este título porque era una excelente bailadora. Por otra parte, está la Reina de los Tártaros, quien ganó un concurso que se hacía anualmente en el Charco de los Patos. Nosotros creemos que eso de Miss Gay es algo nuevo, pero antes se hacían concurso de belleza también, afirma Rocha.
Duras realidades
Era inicios de 2015, David estaba dando clases de títeres en el liceo-franco nicaragüense Victor Hugo. Su impulsividad y la ferviente creencia de que nada pasa por azar lo hizo salir ese día del salón. La única pista que tenía era una dirección inexacta y poco clara: detrás de la UPOLI y la mención de una casita para el pueblo cerca de un cauce, apenas tres variables para llegar ante el principal protagonista de su historia: la Sebastiana.
Toma la ruta 112 y se dirige al portón trasero de la UPOLI. Divisa un cauce y empieza a caminar por la orilla. Cuatro cuadras después, no encuentra la casita para el pueblo que tanto buscaba. Se topa con una señora y le pregunta por la Sebastiana, la señora le responde que hace rato se murió, de igual manera le da la dirección exacta para que corrobore él mismo.
Se regresa tres cuadras y al fin divisa la casa. En la entrada están tres basuqueros tomando Joyita. Pregunta por la Sebastiana y al fin encuentra a su personaje o mejor dicho, los vestigios de él.
Entra y encuentra una estancia totalmente sucia y vacía. En el extremo izquierdo se topa con un colchón igual de sucio montado en una estructura de madera. Acostado está la Sebastiana con un short, barba y pelo canoso, con costras de tierra en su cabeza, chintano, pero siempre aquellos ojos azules que tanta belleza inspiraron en el pasado. Ella lo quedó viendo y dijo: «sentate”. David se sentó a su lado, “yo soy el cochón más viejo de Managua y mirá dónde estoy. Los gobiernos pasaron y mirame… Este lugar debería de ser un santuario para los cochones». David se quedó sin palabras y así finalizó su búsqueda y empezó una entrevista.
Tres meses después la Sebastiana fallece en circunstancias no esclarecidas. David todavía guarda la grabación de aquella entrevista. Su voz y sus gestos siempre estarán en su memoria.
Los 70s en Nicaragua fue una época marcada por la guerra política, pero en ningún lado perfilan las luchas internas de los miles de individuos que con el simple hecho de salirse de los esquemas establecidos hacían revolución todos los días.
Escrito por Franklin Villavicencio