En diversos ámbitos internacionales de derechos humanos se ha establecido que la idea de preservar el derecho del “no nacido” está en contra del derecho fundamental de las mujeres a defender su vida cuando está en peligro.
Todo ser humano tiene el derecho básico de defender su vida si está en riesgo, La vida de
un producto que no ha nacido depende de la vida de la mujer o niña embarazada.
También implica no reconocer la condición de las mujeres como personas, más allá de su rol como madres, así como negar su derecho a la vida y a no ser sometida a tratos crueles e inhumanos.
Femicidios institucionales
De acuerdo a Ana María Pizarro, investigadora feminista y cirujana especialista en gineco-obstetricia, las muertes maternas se naturalizan como parte del deber de la maternidad, del destino.
«Como vos naciste para la maternidad, está ese pequeño detalle que podes perder la vida, pero bueno, es ese servicio que vos le das a la sociedad patriarcal», expresa.
Para ella, la muerte materna es un camino que comienza desde que nacen las mujeres, quienes van caminando por esa senda de pobreza, marginación, analfabetismo, dominación masculina, la religión y la indiferencia del Estado.
Las muertes maternas son femicidios institucionales. Es el estado y la sociedad las que las empuja a las mujeres hacia la muerte», expresa Ana María Pizarro.
Por otro lado, es importante recalcar que hay un sector de la sociedad que no defiende a la mujer que tiene un embarazo que la va a matar, sino que más bien se centran en los derechos del feto y del embrión.
De hecho, los pone por encima de la ciudadana mujer con la cual el Estado ya tiene responsabilidades, ignora totalmente los compromisos que el Estado tiene con ellas y establece la supremacía del embrión sobre sus vidas.
«En realidad están viendo el latido de un feto, eso les dice que ellos tienen que olvidarse de esa ciudadana que tiene derecho a vivir, porque ellos van a esperar que el feto deje de latir para poder proceder y en el camino ¡ya se les murió la mujer! Eso es cruel, muy atrevido, eso es ignorar los derechos de las mujeres», enfatiza Ana María.
El derecho a la vida de las mujeres
Por otro lado, estas situaciones son tan complejas que, en algunos casos, la muerte de la
mujer embarazada también pone en riesgo la vida de otros hijos e hijas ya nacidos, que dependen de ella para su desarrollo.
Lo anterior es aún más grave en víctimas de violación, especialmente en niñas, donde no solo está el conflicto con su derecho a la vida.
«El cuerpo femenino termina de desarrollarse a los 22 años, la pelvis femenina se termina de desarrollar a los 25 años. Cuando tenés una pelvis infantil, la cabeza fetal no se achica y no podrá pasar, entonces es cesárea sí o sí, a esa edad», explica Ana María.
De igual manera se vulnera el desarrollo integral y su derecho a ser protegidas cuando son sometidas a tratos crueles e inhumanos que supone imponer la maternidad.
«Si biológicamente los hombres nunca van a poder parir ¿por qué ellos tendrían que hacer las leyes? Nunca lo van a perseguir por esto, porque él no va a interrumpir nada en su cuerpo. Entonces no somos iguales ante la ley, la Constitución lo dice, pero el Código Penal no. La ley nos discrimina», puntualiza.