Acabo de terminar de ver la serie documental «Leaving Neverland» sobre dos de las víctimas de abuso sexual de la mega estrella del pop Michael Jackson.
Fueron 4 horas realmente perturbadoras, en las que mi asombro, asco y repulsión por los actos del artista iban in crescendo a medida que se describían los muchos años que dos niños vivieron al lado de una de las estrellas más grandes que ha tenido el mundo de la música moderna.
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Michael fue uno de mis artistas favoritos cuando era niño, tuve mi infancia a inicios de los 90 cuando era extremadamente famoso, y su música se escuchaba en absolutamente todos lados.
No ha existido otro artista más grande y famoso que él desde entonces y probablemente no lo habrá. Al terminar de ver el documental, escuchar su música me provocaba sentimientos encontrados… No podía separar al pedófilo del excelente músico y bailarín que me cautivó desde temprana edad.
Y ahí me surgió la pregunta que he debatido no pocas veces; reflexión que ha tenido el ser humano desde hace siglos, ¿se puede separar al artista como persona de su obra artística? ¿debemos hacerlo? ¿es posible admirar el arte sin tomar en cuenta los pecados del creador? A San Agustín de Hipona se le atribuye una frase al respecto: «Odia al pecado, ama al pecador». El detalle es que «amar» al pecador no es tan simple.
A lo largo de la historia ha habido grandes artistas que tenían ideas que hoy en día nos parecerían absolutamente reprochables o descabelladas, o que cometieron un sinnúmero de barbaridades o crímenes.
Wagner, Ezra Pound y T.S. Eliot eran antisemitas; Picasso era misógino; Norman Mailer intentó asesinar a una de sus esposas; Caravaggio y Ben Jonson mataron a otros hombres en duelos y peleas y Rimbaud pasó su vida adulta como traficante de esclavos.
La relación entre el buen arte y el mal comportamiento de las personas que lo crean es un asunto un tanto complejo. Nuestra experiencia con la música suele ir acompañada de sentimientos ennoblecedores que nos inspiran, y también aumenta nuestra comprensión y simpatía por los/as autores/as.
Y es así como nos imaginamos ser mejores personas por causa (al menos parcialmente) de la experiencia artística. Si es cierto que el arte nos ennoblece y nos mejora como personas, también debería ser cierto que el arte hace lo propio con aquellas personas que lo crean. Pero la cuestión no es tan simple.
Existe el dilema moral en que si es congruente o no seguir el lineamiento de «yo como consumidor me quiero permitir apreciar la obra de un degenerado». ¿Será tan valiosa la contribución al mundo de la música de este artista como para ignorar la ética? ¿Puedo escuchar tranquilamente el disco de una persona que ha sido acusada de violación, asesinato o complicidad de algún hecho reprobable?
Si el artista está muerto es más fácil decidir juzgar en términos diferentes, estrictamente estéticos a la obra del artista, y bajo criterios éticos y legales sus acciones. ¿Pero cómo tratar a nuestros contemporáneos en esa situación? ¿seguimos consumiendo sus canciones, sus obras, sus películas, sus creaciones? ¿se puede disculpar a alguien en nombre del arte?
Creo que la respuesta a esto es bastante complicada y recae a una reflexión más del tipo personal, y que cada quien decida a raíz de sus propios razonamientos. Aunque a mi juicio nadie, por muy genio que sea, debería estar por encima de la ley.
Al final del día Michael Jackson está muerto, y no somos contemporáneos de Picasso o Caravaggio, así que nada que hagamos o digamos podría afectarlos de alguna manera.
Pero nuestra construcción social debe estar abierta a aceptar hechos tales como que muchos de los artistas que más admiramos no eran (o son) tan buenas personas y que si muchos contemporáneos que tienen una obra maravillosa han dicho o hecho cosas condenables (como muchos acusados de violación), se sepa lo suficiente para que cada quien decida si consumir o no su obra. Cada uno sabrá su propia respuesta.
Donaldo Sevilla, conocido por su columna como El Melómano, es fundador del Centro de Estudios Musicales, para más información de los cursos que ofrecen seguilos en sus redes sociales.