Esta semana, el equipo del Centro de Estudios Musicales, estrenamos nuestro podcast “Matando el Chivo” (para los que no saben es la expresión que usamos los músicos en Nicaragua y Costa Rica cuando tenés un concierto en el que te paguen por tocar; en México se le dice el “hueso”).
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La idea es hablar sobre música y sobre cosas que usualmente los músicos discutimos entre nosotros: la estética de un álbum o una canción, la forma en que aprendemos nuevos conceptos, las interminables discusiones sobre una banda o artista en particular desde la perspectiva misma del músico.
Es un proyecto fascinante que teníamos pensado desde hace varios años ya y ahora con la pandemia tenemos el chance de llevarlo a cabo.
El primer episodio trata acerca de la identidad musical, tema que tratamos con la compositora y cantante nicaragüense Ceshia Ubau, que actualmente reside en Costa Rica.
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Durante el programa que pueden escuchar en Spotify hablamos de cómo las experiencias que hemos vivido han moldeado nuestra identidad como músicos.
La música como un recuerdo
Cuando alguien decide dedicar su vida a la música es porque ya ha recorrido un largo proceso que empieza desde la primera canción que uno escucha cuando es un bebé.
Yo tengo claro el recuerdo de la primera canción que escuché conscientemente, tenía 3 años y fue durante una piñata en un kinder garden que asistía en la colonia 9 de junio en Managua que se llamaba “Mi pequeño osito”, las chicas que nos cuidaban pusieron “Let’s twist again” de Chubby Checker.
Recuerdo perfectamente el timbre áspero de la voz de Chubby y cómo los demás niños bailaban de la forma en que las maestras les mostraban. También recuerdo como de mis primeras canciones que escuché en la radio “You got a friend” de Carole King pero el crossover al español de Lucerito, la cantante mexicana.
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Todas esas melodías me sedujeron al punto de buscar música por mi cuenta desde muy pequeño. Y es por eso que considero indispensable y extremadamente necesario que los niños de menos de 5 años estén rodeados de música todo el tiempo.
No sólo música para niños, sino música con información más compleja como Bach, Mozart, Beethoven, el jazz tradicional, canciones de pop, de rock, rancheras, salsa, de todo un poco. La mayoría de músicos tuvimos infancias rodeada de mucha música, la de nuestros padres, tíos, hermanos, amigos.
Nutrir las distintas identidades musicales
Y esa música es parte de la formación de nuestra identidad, todas con infinidad de variantes que hacen que desde muy temprana edad la música te apasiona lo suficiente como para soñar volverte un músico de profesión.
Ya luego cuando uno va creciendo entiende las múltiples estéticas, los diferentes discursos y contextos, y cuando ya te dedicas profesionalmente a ella, vas mezclando las emociones que sientes al día a día para tratar de describir tu percepción del mundo a través de notas, letras y sonidos.
Todo ese lento proceso es diferente para cada músico, para cada artista, por eso la música se parece tanto a la vida misma, porque dependiendo de tus experiencias, contextos, traumas, inseguridades, fortalezas, va a depender la música que salga de tus dedos o de tu voz.
Las distintas identidades musicales van a nutrirse del estudio constante, del esfuerzo y la disciplina, de las experiencias que tengas con músicos de mayor nivel o experiencia, de qué tan curioso sos, de qué tanto podés sobreponerte a tus inseguridades y vencer el miedo de hacer las cosas que tu corazón te dicta, de tu nivel social y humano para relacionarte con personas de diferentes culturas, formas de pensar, formas de ver la vida; todas esas variables van a ser determinantes para formar una identidad musical única que se vea reflejada en tu obra.
Es algo que todos los músicos pensamos para nosotros mismos, pero no todos verbalizamos; a veces nos mantenemos absortos en nuestras burbujas, en nuestra zona de confort que limitamos las fronteras mismas de nuestra propia capacidad creativa.
Y hablo por mí mismo, ¿cuántas veces me ha dado miedo emprender algo diferente a lo que ya se? Uff muchísimas veces! Eso me pasó la primera vez que toqué piano en público, la primera vez que grabé como solista sin banda, la primera vez que canté en un coro clásico con orquesta, la primera vez que di una clase de canto, la primera vez que canté en el colegio.
Todas esas veces estaba muerto de miedo, lo desconocido me genera mucha ansiedad, mucha inseguridad, pienso que perderé fácilmente el control.
Pero una vez que me antepongo me doy cuenta que son construcciones en mi cabeza, que no pasa nada, que si la cago o algo sale mal es parte misma del proceso.
La vida es muy parecida a la música dice Herbie Hancock, tiene partes maravillosas, sabores amargos, zonas tristes, momentos satisfactorios y de alegría inmensa, o frustraciones fuertes.
Te toma por sorpresa, o se aferra a una rutina, te ofrece un buen arreglo, una buena rola, un buen solo, o todo lo contrario.
Donaldo Sevilla, conocido por su columna como El Melómano, es fundador del Centro de Estudios Musicales, para más información de los cursos que ofrecen seguilos en sus redes sociales.