Es evidente que existe un desconocimiento sobre los trastornos mentales que padecen gran parte de la población en general, y éste mismo desconocimiento ha creado estigmas y estereotipos que denigran cada día más a estas personas identificándolas como “locas, peligrosas, anormales y dementes”, en una sociedad (nicaragüense) que carece de una educación incluyente sobre el tema.
“La Salud Mental no es solo la ausencia de trastornos mentales. Se define como un estado de bienestar en el cual el individuo es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera, y es capaz de hacer una contribución a su comunidad”, afirma la Organización Mundial de la Salud (OMS).
La discriminación, los prejuicios, el temor, la indiferencia, la vergüenza y la presión social que afectan a las personas con trastornos mentales, proviene muchas veces de las familias, a quienes les cuesta aceptar tener a un miembro padeciendo trastornos mentales, rechazándolos y excluyéndolos de sus hogares hasta el punto de internarlos de manera indefinida en los centros psiquiátricos.
Por otro lado, la ignorancia y la estigmatización que rodean a las enfermedades mentales están muy extendidas. Pese a disponer de tratamientos eficaces, existe la creencia de que no es posible tratar los trastornos mentales, o de que las personas que los padecen son difíciles, poco inteligentes o incapaces de tomar decisiones, afirma la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Es lamentable que prevalezca el pensamiento y la actitud denigrante hacia las personas con trastornos mentales, haciéndolas sentir ante la sociedad como no merecedoras de dignidad y respeto alguno. “La sociedad aún tiene que evolucionar para que las enfermedades psiquiátricas tengan el mismo grado de aceptación que las de los demás órganos, pero las cosas van cambiando un poco, al menos en lo que respecta a algunos países”. (Jerónimo Saiz Ruiz, 2004).
Y es que los trastornos mentales más comunes como la depresión, la ansiedad, la bipolaridad, esquizofrenia, etc. se pueden prevenir y tratar con asistencia médica, con el apoyo de los seres queridos más cercanos y con información adecuada.
«Según la OMS, el estigma por razón de salud mental es un problema global y está en constante lucha para erradicarlo, tiene que ser una prioridad en cualquier sociedad. La salud mental nos afecta a todas/os, en consecuencia, tenemos la responsabilidad de contribuir a la construcción de una comunidad mentalmente saludable, que apoye la inclusión social y reduzca así la discriminación. Debemos comprender que todos podemos sufrir trastornos mentales así como también todos podemos sufrir de enfermedades físicas. Es nuestra obligación cuidar nuestra salud mental», expresa Amanda Maltez, Psicóloga y Psicoterapeuta.
En Nicaragua no existe un plan nacional de salud mental, y el dinero destinado a esa área de la medicina no llega ni al 1% del presupuesto de Salud Pública, asegura el Ministerio de Salud (Minsa) y el Instituto Nacional de Información para el Desarrollo.
“El Hospital Psicosocial se ha convertido en el único centro de referencia del país para atender la salud mental, a pesar de ser el principal foco de la Salud Mental en toda Nicaragua y las condiciones de las personas que sufren trastornos mentales y se encuentran internas en las salas de larga estancia del hospital son un claro reflejo de un proceso de exclusión social”, Guzmán y Rugama (2002).
Sin embargo, sí hay una Ley contra la discriminación a los pacientes con trastornos mentales, la Ley No. 650 publicada hace 8 años en La Gaceta. En ella se hace un fuerte hincapié a proteger los derechos humanos de las personas con enfermedades de este tipo y que cuando sean atendidas o internadas «sean tratadas con humanidad y con respeto a la dignidad inherente a la persona humana».
Asimismo, se establece la NO discriminación por motivo de enfermedad mental. Ya sea cualquier distinción, exclusión o preferencia cuyo resultado sea impedir o menoscabar el disfrute de los derechos que promuevan igualdad.
Pero ¿qué vacíos podemos encontrar?
Según Janet González, siquiatra responsable del Equipo de Salud Mental en el Hospital Docente «Asunción» de Juigalpa, la Ley no toca el tema de la obligación de la familia para no abandonar o discriminar a pacientes.
«No hay elementos que legalmente regulen la manera en que los familiares deben cuidar y tratar a una persona con enfermedad mental».
González afirma que el estigma hace referencia a la atribución de calidades negativas y despectivas sobre un colectivo de personas, que pasan a ser vistas, pensadas y tratadas a través de un prisma construido sobre prejuicios y falta de información. «A las personas con problemas de salud mental se les considera imprevisibles, incapaces para trabajar y tomar decisiones, poco inteligentes, débiles y agresivas. Estereotipos todos que no se corresponden con la realidad, pero que influyen en las actitudes y comportamientos que los demás tienen hacia ellas/os. Este estigma y la discriminación como consecuencia son la principal barrera que encontramos para la recuperación, el bienestar y, en definitiva, tener una vida llena y normalizada.
A partir de su experiencia con este tema desde el año 1992, González considera que hay 5 obstáculos que las personas afectadas deben enfrentar:
- Sufren el aislamiento social: a menudo tienen dificultades para hablar sobre su salud mental por miedo a la incomprensión y a veces son rechazados o ignorados cuando lo manifiestan.
- Se les excluye de las actividades sociales: estudiar, ir a comprar, alquilar una casa, ir de vacaciones o unirse a un club son cosas a las que a veces no pueden optar las personas con problemas de salud mental por la discriminación que sufren.
- Tienen dificultades para conseguir o mantener un trabajo: si manifiestan en una entrevista laboral que tienen un diagnóstico de salud mental, es probable que se les discrimine en la selección y no consigan el trabajo, por lo que a veces tienen que esconderlo. Por otro lado, algunos han sido despedidos por tener un trastorno mental.
- Les cuesta pedir ayuda: muchos por miedo a ser etiquetados, hasta que no sufren una crisis severa no acuden a los servicios de salud mental, por lo cual la recuperación es más lenta y difícil.
- Sufren el auto estigma: Asumen los estereotipos y prejuicios sociales como propios desde que se les diagnostica y ese auto estigma hace que se auto limiten, y tengan baja autoestima o falta de expectativas de recuperación.
¿Qué podemos hacer?
El primer paso es reconocer de forma temprana el trastorno mental, si el paciente inicia trastornos del sueño y de conducta, no hay que dejarlo pasar hasta que tiene muchos días o meses alterados y agresivos, ya que como todo problema de salud debe recibir tratamiento inmediato. «Hay que considerarlo como la diabetes, el asma, la hipertensión, una enfermedad común y corriente que debe ser tratada con cariño y responsabilidad. Comprender que el paciente tiene su experiencia como propia y cuando se trata con medicamentos puede lograr llegar a estar de nuevo en contacto con la realidad parcial o totalmente», expresa González.
Y aunque no sea una persona afectada por un trastorno mental, también se puede contribuir a erradicar la discriminación, con estas recomendaciones que González nos comparte:
1. Escuchar
Si alguien te viene a explicar que está pasando o ha pasado por un problema de salud mental, no lo intentés evitar. El paso de pedir ayuda puede ser muy difícil de dar por parte de la otra persona. Además, no hace falta que digás nada si no sabes qué decir. A menudo un gesto de apoyo como tomarle la mano o un abrazo expresa mucho más que las palabras.
2. Mantener el contacto
Dale tiempo. Algunas personas prefieren un mensaje al móvil o un correo electrónico en vez de hablar por teléfono o frente a frente. Demostrá de vez en cuando que continuás ahí y que pueden contar con vos; eso puede ser de gran ayuda.
3. Informate para saber más
Podés buscar más información sobre los trastornos mentales. Si considerás que necesitás ayuda, la podéss encontrar en diferentes servicios y grupos de apoyo.
4. Iniciá una conversación sobre salud mental
Cualquier persona puede experimentar un problema de salud mental. Por eso, ser capaz de hablar es importante para todos nosotros. No tenés que ser un experto sobre el tema, solo mostrar interés.
5. Ayudá a combatir el estigma
La salud mental nos afecta a todos. En consecuencia, todo el mundo tiene la responsabilidad de contribuir a la construcción de una comunidad mentalmente saludable, que apoye la inclusión social y reduzca así la discriminación:
- Aprendé a compartir hechos y experiencias sobre salud mental.
- Levantá la voz en protesta cuando alguien expresa prejuicios.
- Continuá apoyando a la gente cuando está pasando por una época mentalmente inestable.
- No etiquetés ni juzgués a las personas con trastorno mental, tratalos con respeto y dignidad como harías con cualquier otra persona.
- No los discriminés cuando participan en tareas domésticas, laborales, acciones comunitarias o cualquier iniciativa a la que decidan contribuir.
- Hablá abiertamente de la propia experiencia en primera persona o como amigo, familiar o simplemente como ciudadano que se preocupa. Cuanto más escondido esté el problema, más se perpetuará la creencia que el trastorno mental es vergonzoso y necesita ser encubierto.
Fotografía cortesía de Creative Commons
Excelente artículo. No pude saber quien lo escribe pero es claro, realmente vinculado con nuestras realidades y respaldado por fuentes vivas. Felicitaciones.
Dr. Vicente Maltez médico internista.