En muchos países hispanohablantes, incluido el nuestro, existe la idea bastante extendida de que en un determinado país se habla el mejor español, adjudicándole la corona a naciones como Colombia y España. Pero, ¿qué tan cierta es esta aseveración?
Partamos del hecho de que existe un español general cuyas reglas debemos respetar; este español permite que todxs lxs hispanohablantes podamos comprendernos unxs a otrxs sin importar el país del que vengamos. Cada lugar tiene su propia variante lingüística que identifica a sus hablantes. Posiblemente me sea muy complicado llegar a captar en su totalidad lo que dice un chileno o un argentino; cada uno de ellos cuenta con un léxico, una fonética y una morfología distinta, pero siguen conservando las bases del español general que permiten que yo, como nicaragüense con una variedad diferente a la de ellos, pueda entender el mensaje.
Sin embargo, incluso estas reglas del español general están sujetas a cambio. En la lengua, el uso se impone a la norma. En su momento, el ex director de la Real Academia Española, Víctor García de la Concha, afirmó que «la lengua se hace en la calle, no en las Academias. Allí sólo ponemos el oído a cómo se habla y luego emitimos la norma». Si la lengua no cambiara, el español ni siquiera existiría… ¿qué es nuestro idioma, sino una evolución del latín vulgar? El latín de la gente común y silvestre, no el latín escrito de los grandes eruditos.
En un estudio realizado por la lingüista y catedrática, Zobeyda Zamora, se demostró que la mayoría de lxs nicaragüenses consideraban que en España se hablaba el español más correcto, «por ser el lugar donde nació el idioma», «por ser el más puro» o «por tener una pronunciación correcta», y este mismo pensamiento persiste en muchos otros países, no solo en el nuestro. Esto se debe, principalmente, a que desde pequeñxs se nos enseña a despreciar lo diferente, y a buscar el ideal de belleza lingüístico en otro lugar.
Pero, lo cierto es que ni siquiera en España, cuna de la lengua cervantina, existe un español puro; en su territorio conviven una serie de variantes que podrían ser consideradas «lingüísticamente incorrectas», a como las hay en América Latina. Incluso, muchas de las características fonéticas que aún conservamos los hispanoamericanos, como la aspiración de la S, fueron traídas por los mismos españoles al pisar tierras americanas, de ahí las grandes similitudes que tenemos con los hablantes de Andalucía y las Islas Canarias.
Por tanto, no puede afirmase que en un país existe un mejor español, o uno más correcto; cada región tiene rasgos lingüísticos que forman parte de su identidad, así como la gastronomía y las costumbres. Puede gustarte un acento más que otro, por su musicalidad, sus palabras o por ser el que te resulta más familiar, pero no por ser el «mejor». Es necesario aprender a valorar cada una de las particularidades lingüísticas, incluidas las nuestras, y respetar el habla de todxs, pues detrás de ese acento hay una historia, una cultura y la identidad de todo un pueblo.