Francisco Romero es un emprendedor que encuentra ideas creativas en todos lados, desde las tapas de gaseosa hasta el cartón, para él no hay límites.
Hace 5 años creó ROCO, una marca de diseño textil artesanal donde da rienda suelta a su creatividad.
«Empecé con esta iniciativa para dividir un poco la línea de arte reciclado con lo textil, pues siempre me ha gustado diseñar y comercializar las ideas».
Casi siempre tienen trabajo en alianza con otros proyectos sociales y culturales como Bicicletada Managua y en su momento Cultura Quilombo.
Su primer proyecto eran productos con diseño propio y esencia nicaragüense pero las visiones y los planes fueron cambiando con el tiempo y decidió adaptarse a las necesidades actuales.
«Nos diversificamos para distinguir arte reciclado con textiles, hemos venido experimentando desde camisetas hasta ropa interior».
Para Francisco lo principal es buscar materia prima que sea compatible con lo que hacen, pues quieren ser referencia para otros jóvenes emprendedores.
«Queremos ser el ejemplo, no le tenemos miedo a los retos y sería bueno dejar el legado de que en Nicaragua sí se pueden hacer cosas fieras, porque tenemos el potencial».
Asimismo, considera que todo negocio debería ser amigable con el medio ambiente y eso es algo que él siempre ha mantenido en mente.
«Acá donde trabajamos estamos dentro la mera Managua furiosa y aún así el espacio lo respetamos, si tenemos un local debe ser alternativo que sea lo menos invasivo posible, porque nos interesa proteger el medio ambiente, me gusta lo hecho a mano y lo natural».
De las tapitas al dinero
Francisco recuerda que una vez hizo un espejo con una taza de inodoro, queria impactar con un producto que nadie espera, entonces lo forró, le puso un vidrio y lo expuso en Galeria Códice.
«Ese espejo terminó en Asia, después de eso dije si puedo vender una taza usada decorada con espejo, se vende todo, de ahí las ideas me volaron, se me ocurría algo, me inspiraba, le ponía nombre y ahí todo lo vendía».
Así le ha pasado varias veces, cuando egresó de la carrera de diseño gráfico una vez vio en un bar un montón de tapas d botella y se dijo a sí mismo «aquí está el dinero».
Mi primera inversión fue un esmeril de 300 córdobas para hacer artesanías de coco y aun la tengo. Por eso hay que seguir los sueños y concretizar las ideas, no tener miedo de invertir».
Entonces comenzó a convertir las tapitas en aretes con diseños variados y tuvo mucha aceptación en la ciudad. En un año fueron mejorando los detalles y luego se lanzó a hacer otras cosas con material reciclable, como hacer muebles de cartón.
¿Quién se iba a imaginar que de las tapitas iba a surgir todo un plan de negocio? Y es que muchas veces Francisco tiene la habilidad de ver dinero donde mucha gente mira basura.
«Hay que buscar las ideas y el negocio donde muchos creen que no hay, a veces tenemos el negocio en el patio de la casa».