Las chicas del colectivo La Revuelta y Lucrecia Muñoz, del proyecto Perjura, nos cuentan sobre los retos y aprendizajes de la labor artística y cultural que hacen desde sus iniciativas como mujeres gestoras en Guatemala.
Lucrecia Muñoz
«Me proclamo una persona apasionada por el arte, por la cultura y esto ha sido abrazado desde la infancia. Soy pintora, grabadora e ilustradora».
Lucrecia es una mujer perseverante, con muchas ideas sobre cómo crear, aprender y difundir el arte y la cultura en su país. Ese ha sido el arranque de Perjura, un proyecto cultural que le ha permitido enfocarse en las juventudes.
Perjura nace de Lucrecia, su hija, Amaranta, y su mamá, Cony, con la intención de que esta tríada generacional sirviera como un ejemplo de que a pesar de la diferencia de edades, de tener o no experiencia, al final todo suma en una plataforma artística autogestionada. Sobre todo a la hora de enseñar, brindar una herramienta o una experiencia a alguien más.
Dedicarse a la gestión cultural ha significado muchas cosas bien importantes para Lucrecia, empezando por desarrollar una alternativa y un espacio de apertura, aprendizaje y enseñanza.
Con la intención de brindar una experiencia y sobre todo, de dignificar al artista desde sus inicios, abrazando sus errores y brindándoles herramientas para el futuro.
Asimismo, Lucrecia ha encontrado dentro de la literatura infantil un amor inocente y genuino hacia el arte y eso la motiva mucho a seguir gestionando espacios culturales.
«Me parece que el estado más bello que podemos tener como ser humanos es la infancia, por eso siempre he querido rescatar esa etapa desde el arte, el asombro, la curiosidad. Esos arrebatos emocionales que nos proporciona el arte desde cualquier arista, ya sea de la música, teatro, la danza, la pintura, el cine, etc.», expresa.
Muñoz también reconoce que este constante gestionar ha sido un camino lleno de curvas y encrucijadas, donde ha tenido una diversidad de experiencias que la han llevado a enfocarse en lo que realmente considera importante: qué necesitan las nuevas generaciones de artistas para resistir y florecer en Centroamérica.
Procesos creativos con calidez humana
«Generalmente siempre he visto que desde las instituciones y los espacios establecidos siempre es como un diálogo vertical, no comprenden, escuchan ni acompañan el proceso más importante que es el trabajo colectivo con las personas que hacen arte», afirma.
Por eso considera que es importante permitir un espacio donde haya más libertad y más estima hacia los procesos creativos, de una manera más diáfana y respetuosa. Y esto la ha llevado a preguntarse ¿qué necesidades puede cubrir desde su plataforma independiente?
«En este medio se tiende a usar y abusar de las personas artistas por eso la frase que más digo es ‘abracémonos desde la dignidad’. Si ya existe la violencia, pues usemos la paz y el diálogo. Si ya existen las envidias y los procesos violentos, pues construyamos desde la dignidad», asevera.
Por eso más que formar artistas con mucho éxito y con todo un paquete de beneficios materiales, la intención es reconstruir la manera de existir con otras personas, así como nutrir con bondad seres humanos sensibles al arte.
«En dos años, seis meses, llevamos 47 exposiciones, cuatro han sido de artistas que ya tienen trayectoria. Los demás son jóvenes que están iniciando, generando sus propias voces, construyendo sus maneras de existir como artistas de una manera digna y respetuosa. Además desde Perjura han surgido otras plataformas como la Escuela Gráfica Wilfreda López», expresa Lucrecia con alegría.
Y esa es la manera en que Perjura da su aporte a las nuevas generaciones de artistas, como mujeres, artistas y gestoras que brindan un diálogo horizontal y una oportunidad para alguien más que se le cierran puertas por no llenar las expectativas de alguna dinámica restrictiva.
La Revuelta
«Somos sujetas políticas que activamente cuestionan la representación femenina en un ámbito artístico dominado por hombres, mediante proyectos e investigaciones. Nuestro objetivo es reducir las brechas de género en el sector cultural mediante iniciativas sostenibles, herramientas y estrategias de incidencia en temas de feminismo».
El colectivo La Revuelta es un espacio creado por y para mujeres que buscan nombrarse y reconocerse dentro de la escena cultural, política y social de Guatemala.
Actualmente está conformada por Fernanda Alvarado (fotógrafa y documentadora urbana), Jimena Galán Dary (curadora y gestora cultural), Maya Juracán (curadora y activista), Susana Alvarado (trabajadora social y galerista), Vekis Morales (artista y diseñadora gráfica).
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En años anteriores también han formado parte de la colectiva Christa Krings (gestora cultural y community manager), Renata Alvarez (arquitecta y curadora), María Salazar (diseñadora gráfica) y Andrea López (diseñadora gráfica).
«A lo largo de los años, hemos creado -y seguimos creando- una comunidad de aprendizaje colectivo que nos permite imaginar y concebir nuestros propios espacios, rutas y metodologías en el ámbito personal, artístico y profesional. Nos basamos en el arte de la posibilidad y la curaduría comunitaria, enfocándonos en la recuperación del tejido social a través del arte y corporalidades diversas», expresan.
Para La Revuelta dedicarse a la gestión cultural ha implicado soltar las ideas impuestas sobre cómo funcionan los procesos y los espacios artísticos, principalmente la de trabajar en soledad.
También ha implicado repensar formas de acompañamiento y herramientas para denunciar a través del arte y la cultura porque reconocen su poder catalizador de transformaciones sociales.
Principales desafíos como mujeres gestoras en Guatemala
Las chicas opinan que uno de los principales obstáculos fue en el momento en que decidieron lanzar la colectiva, pues surgieron muchas dudas y fue difícil comprender lo que hacían y qué les motivaba, sobre todo porque el principal apoyo que tenían era entre ellas mismas.
«Definitivamente, se nos cuestionó mucho, y se nos sigue interpelando, por jóvenes, por mayores, porque según algunas personas nos faltaba teoría y, según otras personas, calle; posturas que no hemos visto hacia colectivos dirigidos por hombres», afirman.
Y es que para La Revuelta ha sido sorprendente la cantidad de personas alineadas y privilegiadas por el sistema opresor que han puesto en duda sus luchas, pero ha sido aún más increíble la cantidad de mujeres que se han sumado con los años y que han reconocido la importancia del trabajo que hacen.
«Nos alegra saber que nuestra labor incomoda donde debe hacerlo, no nos interesa acoplarnos a lo que ya existe o se espera de nosotras», aseguran.
Otro desafío ha sido la sostenibilidad: crear un proceso de autogestión financiera colectiva feminista para contar con presupuestos orientados a sus dinámicas laborales.
Asimismo, consideran que uno de los mayores retos es saber cómo salir del sistema y romperlo para empezar desde cero.
Y, si bien es importante construir nuevos espacios, también reconocen la importancia de estar en los existentes y honrar el derecho de habitarlos, mientras interrumpen el orden actual para construir nuevas narrativas.
«Romper el sistema implica también cuidar nuestra salud mental en un contexto sociopolítico como lo es el guatemalteco, especialmente para las mujeres y disidencias», expresan.
Las chicas también consideran que sostener empleos alternos para subsistir y mantener a flote la colectiva ha sido complejo.
Sin embargo, es satisfactorio para ellas ver como ahora cuentan con un espacio físico y sus esfuerzos han rendido frutos: La Casa Revoltosa tiene una galería para exposiciones, charlas y talleres, y una biblioteca feminista con más de 400 títulos.
Aprendizaje clave para mujeres gestoras
Estos son algunos de los aprendizajes que La Revuelta ha recopilado a través de su experiencia y que son útiles tanto para colectivos culturales como para artistas:
- El mundo del arte como lo hemos conocido hasta ahora es intimidante porque es individualista y solitario, pero hay que apostarle a construir en colectividad. No será fácil pero, por ratos, será más ligero.
- Encontrar y formar redes de apoyo, especialmente en una región tan golpeada y llena de desconfianza. No hay nada más subversivo y rebelde que acuerparnos mutuamente, motivarnos, en un entorno que nos quiere compitiendo, que trata de deshumanizarnos cada día.
- Es importante apreciar y abrazar los esfuerzos comunitarios, sin romantizarlos o idealizarlos.
- Si nos enfocamos únicamente en los resultados o respuestas, vamos a toparnos con frustración constantemente; si, por otro lado, nos abrimos a disfrutar el proceso, vamos a aprender de las experiencias y personas que nos rodean.