Jilma Estrada y Alicia Zamora nos cuentan sobre lo que significa para ellas hacer gestión cultural, los desafíos en la labor artística y cultural que hacen y los aprendizajes que han adquirido a lo largo de sus carreras.
Alicia Zamora
«Me gusta tomar café sola, andar en bicicleta a la orilla del lago cada tarde y ver cuando las garzas pescan junto a los zanates.»
Alicia disfruta mucho trabajar en proyectos culturales, colectivos y comunitarios que en su mayoría ha formulado y gestionado a partir de las necesidades de su contexto.
Su casa es también su taller y a la vez sede de reuniones de la Colectiva Gráfica en el Barrio. Ahí divide su tiempo entre el trabajo con la Colectiva, andar en bicicleta, el cuido a su padre y la producción de su obra.
«En 2025 si Dios me presta vida, cumpliré 30 años de carrera artística. Tengo 46 años y empecé a incursionar en el mundo del arte a los 17. Soy artista autodidacta y socióloga académica».
Para Alicia dedicarse a la gestión cultural significa un compromiso personal, constancia y disciplina, pero también fe y meditación bajo la premisa de que el arte es su alimento espiritual y que se necesita arte en todos lados.
Te puede interesar leer: Colectivo Tonantzin: Un espacio para chicas creativas
«Los artistas somos agentes de cambio y de transformación. El arte y la cultura son las herramientas que he utilizado en mi vida como motor de desarrollo económico tanto para mí, como para la colectiva de mujeres que fundé hace 7 años, quienes usan el dinero de la venta de sus grabados para terminar la universidad, comer, movilizarse y empoderarse», asevera Alicia.
El desafío más grande para Alicia, es seguir resistiendo ante la adversidad, ya sea en tiempos de pandemias, crisis y hasta desastres naturales, el objetivo sigue siendo el mismo: continuar haciendo la labor hasta terminar un ciclo y empezar otros nuevos.
«Continuar en la batalla, mantenerse, posicionarse hasta lograr autonomía e independencia y que a su vez contagie a nuevas generaciones a continuar con recursos propios. Hacer tu propio mundo, tu propia empresa, sin esperar un premio por tu trabajo con la comunidad».
A lo largo de los años Alicia ha logrado recopilar un par de consejos que considera valiosos para la labor como mujeres gestoras:
- No se obsesionen con el dominio de la técnica, que sino la técnica las termina dominando.
- No se frustren sino tienen una licenciatura, un master o un doctorado en arte, pero no paren de buscar documentación escrita, visual y ancestral sobre sus investigaciones.
- Cuiden su ego, que cuando el ego se inflama, la humildad se ve afectada y las pequeñas cosas dejan de nutrirte.
- Hay mucha información valiosa, que despreciamos porque aspiramos a seguir el modelo de clase media norteamericana y buscamos la inspiración afuera cuando claramente está adentro gritándonos y reclamándonos que la veamos.
- Dejen a un lado la crítica y la queja, no se enfrasquen en su YO, no son el centro del universo, aprendan a trabajar en comunidad, de manera desinteresada y voluntaria sin esperar nada a cambio, así lograrían transformar no solo sus vidas, sino las de los más vulnerables, usando el arte como motor de desarrollo.
Jilma Estrada
En mi país no existen espacios de educación formal en este campo, mi formación ha sido bastante autodidacta y a través de talleres y cursos que he logrado recibir en Nicaragua, Costa Rica y México, sumando a ello la experiencia ganada dentro de las distintas instituciones, organizaciones y colectivos con los que he trabajado.
Jilma es una gestora, productora, mediadora cultural y artista. Nació y vive en Nicaragua, donde ha cultivado más de 15 años de experiencia en el sector cultural nicaragüense y centroamericano. A pesar de haber cursado estudios en Antropología Social, se dedicó por completo a la gestión. Como artista le gusta experimentar con todos los medios, por lo que sus intereses varían entre disciplinas, como la fotografía, escultura, música, cerámica y diseño.
Desde pequeña tenía cierta sensibilidad hacía las expresiones culturales y el arte en general. Jilma durante mucho tiempo estuvo en una búsqueda constante, en ese proceso reconoció la importancia del arte y la cultura dentro de una sociedad, de cómo transformar el entorno y sobretodo como aporta a la construcción de un pensamiento crítico, necesario para poder entender nuestra realidad y cambiarla.
Es nuestra responsabilidad que el trabajo sea desde las necesidades del sector y no desde la agenda de una institución.
Para Jilma, el trabajo dentro de la gestión y sobre todo con los agentes culturales, le ha permitido tener una perspectiva más social de la cultura, y a entender la importancia de los gestores como interlocutores entre los agentes culturales y la institución.
Para Jilma hay muchos desafíos dentro siendo mujer en la gestión cultural. La falta de espacios de formación, carencia de instituciones, falta de fuentes de financiamiento para la ejecución de proyectos.
Como mujer, el mayor desafío que he encontrado es el machismo, esa epidemia está inserta en todos los rincones de la sociedad , lidiar con los egos de los hombres que minimizan constantemente el conocimiento y aporte de las mujeres en cualquier sector, que buscan siempre el protagonismo a costa del trabajo y esfuerzo que nosotras ponemos y la violencia, algunas veces pasiva y silenciosa, a la que nos someten.
Jilma les aconseja a las artistas jóvenes que sí se puede vivir del arte en nuestra región. Para ello, también se requiere mucho compromiso, con una misma y con los demás.
Hagan comunidad, redes con otras mujeres, con personas de la diversidad, de pueblos originarios y afrodescendientes, que su trabajo sea movido desde la sensibilidad de reconocernos en el otro.
Defiendan sus derechos como mujeres portadoras de conocimiento dentro de sus espacios, tomen control de sus propias voces, que así van a marcar una diferencia, finalizó.