La voz prodigiosa de Karla Matus nos atraviesa como a cuchilladas, logrando que se nos erice la piel cada vez que la escuchamos. Y aunque para muchos Agüizotes es la banda icónica de su vida, lo cierto es que su viaje por el metal sinfónico apenas comienza.
¿La pasión? Eso venía tan natural como el respiro, desde niña pegaba el oído al equipo para escuchar las vibraciones del sonido que se convertía en la melodía de sus canciones predilectas. Así a los 9 años comenzó a estudiar flauta en su pueblo natal, Estelí. Con el tiempo participó en varios concursos de canto, ganó festivales en Estelí y en uno de ellos tuvo que presentar a una banda de rock. Así comenzó todo. “En el año 95 se conformó Cripta, nos presentamos varias veces y de repente a los 17 salí de la banda sin darme cuenta, ellos siguieron su camino y yo me fui para Managua a estudiar Comunicación en la UCA y me alejé un poco de la música”, recuerda.
A Karla en ese tiempo solo la legendaria Radio Pirata la mantenía al tanto, mientras disfrutaba de su banda favorita, Pink Floyd. Pero luego, el internet le abrió las puertas del metal sinfónico y no pasaron muchos días para que emprendiera su camino de regreso a los escenarios, solo que esta vez fue con la banda que marcó una época en la que los conciertos poco a poco se apoderaban de Managua: Agüizotes.
“La UNI tenía un concurso de bandas y me buscaron para formar parte de una, pero yo no estudiaba ahí, así que me hicieron parecer por estudiante de la UNI para poder tocar con ellos (risas). Ellos eran Agüizote, aunque todavía en ese momento no tenían nombre. Tocábamos varios covers de Black Sabbath, Led Zeppelín y Mago de Oz. Creo que por ahí vino la idea de ponerle Agüizote porque la idea era que luego hiciéramos música folclórica de aquí, como hizo Mago”.
Luego la banda estuvo en pausa por unos años y en el 2003 Karla entró a Necrosis, “recuerdo que en el intermedio de un toque de Pandemia había música de Nightwish y me preguntaron si podía cantar así, yo solo respondí ‘eso dicen’, pues la verdad solo trataba de imitar, en ese tiempo no sabía qué era el canto lírico. Así que entré porque ellos querían hacer un proyecto de metal melódico, yo me acordaba hasta de los acordes de Nacidos para Morir y pues participamos en el Nica Metal Fest, luego vino el concurso de la batalla de las bandas de la Pepsi, no quedamos y me pareció que buscaban otras cosas, porque las únicas vocalistas mujeres eran Araceli de Plomo y yo”.
En el 2004 Agüizotes regresa con fuerza, lanzaron disco y le abrieron a Ángeles del Infierno. Aunque la experiencia fue increíble, para Karla fue un total desastre. “No fue una bonita historia, nos trataron súper mal los organizadores y hasta hubo una balacera y todo mate”.
Desde hace un poco más de 5 años Karla no sigue siendo parte de Agüizotes por motivos personales y se dedicó a terminar su carrera de canto en el Conservatorio de Música. “Ahí supe que soy soprano ligera, aprendí a empalmar voces y hacer arreglos vocales. Hace poco comencé a trabajar con Carlos Mejía y hemos armados algunos temas que el tenía guardados y que quería hacerle arreglos modernos y hasta un tanto de rock”.
Por ahora Matus está con Llama Viva, donde toca la flauta dulce, el piano y es corista. Aunque con su proyecto personal, Ecléctica, tiene 9 canciones originales junto a Osiris Cansino.
“Yo quiero hacer metal sinfónico, ahí tengo las maquetas y rolas guardadas, no me voy a quedar sin volver a vivir eso. El metal es para mí una filosofía de vida, un gusto especial por la música, para decir sin tapujos lo que estás pensando. Además es importante ser parte de esto, pues a inicio de los noventas era impensable que una mujer iba a estar en una banda de rock, había un machismo intenso, pero todo eso ha ido mejorando y es un gran logro”, finaliza.
Escrito por Malva Izquierdo
Fotos por Malva Izquierdo